La matanza en el Crocus City Hall de Moscú, el peor atentado en Rusia en dos décadas
Tras ataques como el de Beslán, que en 2004 causó la muerte de 334 personas, Putin se aseguró el poder con la promesa de seguridad a su ciudadanía
El atentado del Crocus City Hall, a las afueras de Moscú, es uno de los peores que ha vivido en dos décadas Rusia, donde se han registrado varios ataques vinculados al islamismo radical y relacionados con el separatismo checheno. Una rama del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) se ha atribuido el ataque. Las terribles imágenes del recinto, en el que miles de personas aguardaban para asistir a un concierto, recuerdan las del ataque contra el teatro Dubrovka, de la capital rusa, en 2002, cuando un grupo de militantes chechenos protagonizó una gigantesca crisis de rehenes. La operación de las fuerzas de seguridad rusas para liberar el recinto, que usaron un gas anestésico, causó 130 muertos. En la sala había miles de personas para ver la obra musical Nord-Ost. Aquel suceso, que duró varios días, suscitó —y lo sigue haciendo— muchas preguntas sobre la actuación de las autoridades. También acusaciones veladas de que el servicio de espionaje ruso ocultó información sobre la tragedia.
Preguntas sin respuesta surgen tras el suceso de este viernes, perpetrado por un grupo de atacantes. Varias embajadas occidentales, como la de Estados Unidos, habían advertido del riesgo “inminente” de ataques de “extremistas” en Rusia, que tiene gran parte de sus fuerzas de seguridad movilizadas en su guerra contra Ucrania. Washington mencionó especialmente una mayor amenaza los viernes y sábados y los eventos como los conciertos.
Rusia tiene un largo historial de ataques terroristas, que hicieron tambalearse al país tras el derrumbe de la Unión Soviética y durante los primeros años de mandato de Vladímir Putin, que llegó al poder en 2000. La mayoría, enmarcados en las dos sangrientas guerras separatistas de Chechenia que el líder ruso fulminó con mano de hierro.
En 2004, dos años después de la tragedia del teatro de la calle de Dubrovka, un grupo de terroristas chechenos tomó 1.200 rehenes en una escuela en la ciudad de Beslán. El comando entró en plena ceremonia de inicio del curso escolar, por lo que también se encontraban allí padres y otros familiares de los alumnos. Murieron 334 personas, entre ellas, 186 niños. El Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo condenó a Rusia por “fallos graves” en la crisis de rehenes.
El atentado más reciente se produjo en 2017, en el metro de San Petersburgo, donde murieron 15 personas. Las autoridades rusas vincularon a los atacantes a un grupo islamista. En 2015, un avión ruso explotó sobre el desierto del Sinaí en Egipto con 224 personas a bordo, la mayoría de ellos ciudadanos rusos en un ataque que fue reivindicado por el autodenominado Estado Islámico.
Tras la llegada de Putin al Kremlin con la promesa de estabilidad, el aparato de seguridad ruso fulminó a las milicias de Chechenia y de Daguestán y los grandes ataques disminuyeron en Rusia. Aunque pese a esta supuesta tranquilidad, en las dos repúblicas se han producido diversos atentados, también sucesos que las autoridades han tildado de ataques terroristas para reprimir a la disidencia y la oposición.
En 2016, dos coches bomba mataron a cuatro personas e hirieron a 52 en Majachkalá, la capital de Daguestán. Ese mismo año, la policía rusa mató a siete personas declaradas como terroristas chechenos en las afueras de Grozni. En 2017, el ISIS reivindicó un ataque contra la Guardia Nacional Rusa en Grozni, con seis soldados y seis atacantes muertos.
En Rusia, muchos lugares públicos tienen detectores de metales, las fuerzas de seguridad llevan a cabo controles de personas y equipaje antes de entrar en recintos como aeropuertos o estaciones de tren. Además, la posesión de armas de fuego está restringida y los tiroteos son poco frecuentes, aunque se han producido sucesos muy graves, como en 2022, en la localidad de Izhevsk, cuando un hombre mató a tiros a 18 personas e hirió a otras 23.
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