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Mueren tres soldados estadounidenses en un ataque con drones en una base de Jordania

El Pentágono atribuye la acción, en la que resultaron heridos otros 25 militares, a milicias financiadas por Irán. Son las primeras bajas mortales del país por fuego enemigo desde el comienzo de la guerra en Gaza, lo que aumenta el riesgo de expansión del conflicto

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, el sábado, en un acto electoral en Columbia, en el Estado de Carolina del Sur.Foto: KENT NISHIMURA (AFP) | Vídeo: EPV
Washington / Jerusalén -

Tres soldados estadounidenses murieron el sábado por la noche en un ataque con aviones no tripulados en el nordeste de Jordania, cerca de la frontera con Siria, según ha confirmado este domingo el presidente Joe Biden en un comunicado difundido por la Casa Blanca en el que prometió que la acción no quedará sin respuesta. La Resistencia Islámica de Irak, una denominación que agrupa a distintas facciones armadas apoyadas por Teherán, reivindicó la acción en un comunicado. En el ataque resultaron además heridos al menos 25 militares. El ministro jordano de Comunicaciones Gubernamentales, Muhannad Mubaidín, declaró a la televisión estatal que los drones impactaron en una base situada fuera de sus fronteras. Se trata de las primeras bajas mortales por fuego enemigo del ejército estadounidense desde el comienzo de la guerra de Israel en Gaza, tras el ataque de Hamás el 7 de octubre. El ataque aumenta el riesgo de involucración en el conflicto de Washington, que ayuda diplomática, armamentística y económicamente a Israel y actúa contra otros aliados de Teherán (los hutíes en Yemen), pero no quiere implicarse en una guerra regional.

No está claro qué falló en las defensas aéreas de la base Torre 22, que Estados Unidos mantiene en la frontera de Jordania con Siria e Irak, pero no interceptaron los drones, entre los muchos que han buscado parecido objetivo en los últimos meses. Hasta el viernes, el Pentágono había contabilizado más de 158 ataques contra las fuerzas estadounidenses y de la coalición en Irak y Siria. Esa “constante andanada de drones, cohetes y misiles” había sido infructuosa hasta ahora. Ni siquiera habían llegado a provocar daños a la infraestructura.

Esta vez fue distinto, y el incidente añade tensión ante una posible escalada en el conflicto en la región que el Pentágono lleva semanas tratando de evitar. A 10 meses de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, algo así podría resultar fatal para las aspiraciones de Biden de reválida en la Casa Blanca. Los analistas coinciden en que su apoyo sin fisuras a Israel tiene la capacidad de influir en el voto demócrata, sobre todo entre los jóvenes y entre los electores musulmanes, que contribuyeron a su triunfo en 2020 y tienen influencia en Estados decisivos como Míchigan o Pensilvania.

Familias recibiendo ataúdes

Las identidades de los tres fallecidos no trascendieron inmediatamente. La imagen de sus familias recibiendo los ataúdes de esos soldados tampoco es algo deseable para Biden, por lo que puede contribuir a refrescar la memoria entre los estadounidenses de prolongadas e infructuosas intervenciones militares en el extranjero en los tiempos de las guerras de Afganistán e Irak. En la primera, murieron 2.455 miembros del ejército estadounidense. En la segunda, unos 4.400, según las cifras del Departamento de Defensa.

La Resistencia Islámica de Irak, una denominación que agrupa a distintas facciones armadas apoyadas por Teherán, ha reivindicado la acción en un comunicado. La describe como cuatro ataques simultáneos con drones en solidaridad con los “hermanos de Gaza”. Tres de ellos, contra fuerzas de Estados Unidos en las bases sirias de Shadadi, Tanf y Rukban. El cuarto, contra una base naval en “los territorios palestinos ocupados”, en referencia a Israel, que no ha dado cuenta de ningún ataque, y probablemente sea la Torre 22 estadounidense, en la que se desconoce cuántos soldados hay desplegados.

Un portavoz del movimiento palestino Hamás, Sami Abu Zuhri, ha interpretado el ataque como “un mensaje al Gobierno estadounidense” de que tendrá que “enfrentarse a toda la nación” musulmana “hasta que acabe la matanza de inocentes de Gaza”. “La constante agresión estadounidense-sionista en Gaza pude hacer explotar la situación en la región”, ha declarado a la agencia Reuters.

El ataque de este fin de semana se suma a las escaramuzas en la frontera libanesa entre Israel y Hezbolá, milicia que también cuenta con el respaldo de Irán, y a los disparos de misiles y drones contra barcos en el mar Rojo en dirección al canal de Suez por parte de rebeldes hutíes en Yemen, que fueron respondidos por Estados Unidos y el Reino Unido. La semana pasada, al menos cuatro militares estadounidenses resultaron heridos en una lluvia de cohetes y misiles en una base del oeste de Irak. Washington tiene desplegados en la base aérea jordana de Azraq a unos dos mil soldados, encargados de combatir a los restos del Estado Islámico.

Jordania, un aliado de Washington que tiene frontera con Israel, Cisjordania, Siria, Irak y Arabia Saudí y da gran valor a la estabilidad, está particularmente preocupado por verse salpicado por la guerra en Gaza. La mitad de su población es palestina.

A finales del año pasado, cuando Israel ya bombardeaba Gaza y las milicias proiraníes en Oriente Próximo lanzaban puntualmente proyectiles y drones contra el Estado judío y las tropas estadounidenses en los países colindantes, pidió a Washington el despliegue de sistemas de defensa antimisiles Patriot para su frontera con Siria, en la que las tropas de ambos países efectúan maniobras conjuntas. La divisoria es clave para la estabilidad regional, también por el tráfico de captagon, una droga que acaba llegando principalmente a Arabia Saudí. El ejército jordano ha llegado a bombardear territorio sirio para frenarlo y acusa al régimen de Bachar El Asad de haber formado un narco-Estado para financiarse y del que también se benefician grupos armados cercanos a Irán.

El Pentágono dio por muertos a dos miembros del cuerpo de élite de los Navy Seals que habían desaparecido 10 días antes, durante una operación en el mar que perseguía interceptar el envío de armas de Irán a los combatientes hutíes.

“Hoy, el corazón de Estados Unidos está apesadumbrado”, declaró el presidente estadounidense. “Los tres militares estadounidenses que perdimos eran patriotas en el más alto sentido. Y nuestra nación nunca olvidará su sacrificio final. Juntos mantendremos la sagrada obligación que tenemos para con sus familias. Nos esforzaremos por ser dignos de su honor y valor. Continuaremos con su compromiso de luchar contra el terrorismo. Y no lo duden: haremos que los responsables rindan cuentas en el momento y de la manera que consideremos oportunos”.

“[La primera dama] Jill y yo nos unimos a las familias y amigos de nuestros caídos (y a los estadounidenses de todo el país) para lamentar la pérdida de estos guerreros en este ataque despreciable y totalmente injusto”, continúa el texto difundido por la Casa Blanca. “Estos miembros del servicio encarnaron lo mejor de nuestra nación: inquebrantables en su valentía. Inquebrantables en su deber. Inquebrantables en su compromiso con nuestro país, arriesgando su propia seguridad por la seguridad de sus compatriotas estadounidenses y de nuestros aliados y socios con quienes apoyamos en la lucha contra el terrorismo. Es una lucha que no cesaremos”.

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