La UE se impacienta ante la actitud desafiante de Israel
Borrell presiona para que el bloque sea un actor relevante en el conflicto de Oriente Próximo ante la parálisis de un Estados Unidos preelectoral
Algo cambió en la sala repleta de ministros de Exteriores de la UE el lunes en Bruselas después de que su par israelí, Israel Katz, se limitara a mostrar dos vídeos que nada tenían que ver con la brutal ofensiva en Gaza, de la que se negó a hablar, durante el tiempo que le habían dado sus colegas para explicar la posición de su país. El Gobierno de Benjamín Netanyahu rechaza cualquier crítica a su actuación, incluso de sus aliados más cercanos y, sobre todo, se niega tajantemente a reconocer un Estado palestino como parte de la solución. La actitud desafiante de Katz enfadó hasta a los representantes de los Estados miembros más reacios a que la UE actúe con mayor contundencia de la crisis en Oriente Próximo, tal como reclama desde hace tiempo el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell.
Al Gobierno de Benjamín Netanyahu le irritó sobremanera el hecho de que, tras la reunión, Borrell ironizara sobre la presentación del ministro israelí, diciendo que este “habría podido aprovechar mejor su tiempo para preocuparse por la seguridad de su país y por el elevado número de muertos en Gaza”. Fuentes oficiales israelíes dijeron a EL PAÍS esta semana que “Israel ha perdido la confianza” en Borrell y que ya “no lo considera un interlocutor equilibrado de la UE”. Pero el alto representante para Política Exterior de la UE no hizo más que verbalizar el sentimiento generalizado ante la actitud de Katz, aseguran diversas fuentes conocedoras de lo que sucedió en la reunión. Una fuente diplomática indicó a este diario: “De manera explícita o implícita, todo el mundo pensó lo mismo”.
La molestia fue generalizada, corroboran otras fuentes, ante lo que muchos además consideraron una “oportunidad perdida” del ministro israelí para explicar una operación militar tan violenta que incluso ha llevado este viernes al Tribunal Internacional de Justicia de Naciones Unidas (TIJ) a ordenar a Israel que adopte todas las medidas necesarias para impedir actos de genocidio contra la población palestina en Gaza. La brutalidad de la guerra está agotando la paciencia hasta de los más fieles a Israel, aseguran las fuentes. Y la actuación de Katz “fue un tiro en el pie”, resume otro testigo del malestar europeo ante el ministro israelí.
“Israel no hace lo suficiente para evitar la muerte de civiles”, declaraba tras la cita en Bruselas la ministra finlandesa de Exteriores, Elina Valtonen, para quien el argumento israelí de la necesidad inmediata de autodefenderse “se ha acabado”. “Ya basta, la población civil de Gaza necesita un alto el fuego humanitario inmediato”, dijo a un medio alemán.
La cuestión es si ese creciente malestar puede traducirse en una actuación más contundente de todo el bloque europeo en el conflicto. Algo que, hasta ahora, se ha visto impedido por la negativa rotunda de varios países, especialmente Austria, Alemania, República Checa y Hungría, a endurecer el tono con Israel y exigirle, como reclaman países como España, Bélgica, Irlanda o ahora también Finlandia, un alto el fuego inmediato. Hasta la propuesta de sancionar a los colonos violentos en Cisjordania sigue atascada en el Consejo.
Pero cada vez hay más voces que piden que, ante la imposibilidad de actuar de forma unánime, que se den pasos de forma individual o en grupo. Como reconocer unilateralmente a un Estado palestino. “Hay un movimiento dentro de los Estados miembros para reconocer el Estado palestino como manera de poner presión a Israel”, sobre todo si este se sigue negando a aceptar la solución de dos Estados, confirman fuentes comunitarias y diplomáticas. La idea no se ha puesto aún formalmente sobre la mesa, pero sí ha sido evocada por varios países, como España, cuyo ministro de Exteriores, José Manuel Albares, fue muy preciso esta semana en cómo debería ser un Estado palestino: tendría que estar gobernado por una Autoridad palestina, tener un corredor que una Cisjordania a la franja de Gaza, contar con salida al mar y tener su capital en Jerusalén Este.
La duda es si este paso sería realmente útil en estos momentos o si, como apuntan algunas fuentes, sería mejor esperar a que evolucione el plan de paz propuesto esta misma semana por Borrell. En la mente de muchos está el recuerdo de Suecia, que en 2014 decidió reconocer unilateralmente un Estado palestino para “demostrar que la solución de dos Estados no es solo una visión abstracta, sino que existe un camino político alejado de la falta de esperanza y violencia”. El gesto, que también se llegaron a plantear otros países como España, no tuvo impacto en el conflicto de Oriente Próximo, envuelto desde entonces en reiterados choques, este último el más brutal en décadas.
Un momento único para la UE
En cualquier caso, en lo que hay coincidencia es en señalar que la UE se encuentra en un momento único para tener un papel fuerte en un conflicto cuyas implicaciones regionales y hasta para la propia Europa preocupan sobremanera a toda la comunidad internacional, afirman los observadores. El nerviosismo israelí ante el enfado por la actuación de su ministro en Bruselas esta semana, y sobre todo la presencia en la capital belga de los principales actores regionales clave en cualquier negociación para solucionar la crisis —al Consejo de Asuntos Exteriores también acudieron los ministros de Egipto, Jordania, Arabia Saudí y Palestina, así como el jefe de la Liga Árabe— demuestran, coinciden diversas fuentes consultadas, que la UE importa ahora más de lo que se dice o reconoce públicamente.
Sobre todo en un momento en que el país que más influencia ha tenido tradicionalmente ante Israel, Estados Unidos, se encuentra muy paralizado por su propio proceso electoral. “Los países árabes saben que la UE es su mejor aliado en estos momentos”, apuntan las fuentes, que ven un alineamiento de intereses entre los dos bloques.
El reconocimiento de un Estado palestino no es la única forma de presionar a Israel a sentarse en una mesa de negociaciones. Esto es lo que busca también la hoja de ruta para un plan de paz con la creación de un Estado palestino junto al israelí como clave de la resolución del conflicto presentada por Borrell a los ministros esta semana. Para el paso final de ese plan de paz, y para conseguir que palestinos e israelíes se sentaran a la mesa, aunque sea solo al final del proceso para negociar el “texto final”, los Estados y organizaciones internacionales que hasta entonces hayan trabajado en esa solución “deberían, en ese punto, presentar las consecuencias que prevén ligar al compromiso o falta de compromiso con el plan de paz”, propone el documento europeo. Y a pesar de su aparente falta de dientes, a la UE no le faltan medios para presionar. Al fin y al cabo, recuerdan fuentes comunitarias, los Veintisiete son “el principal socio comercial de Israel y la mayor fuente de recursos de la Autoridad Nacional Palestina”.
“Hay una ventana de oportunidad para resolver” de una vez el conflicto de Oriente Próximo, afirmó este viernes Borrell en un encuentro con un grupo de periodistas en Bruselas. Esta situación dramática, con tanta gente muriendo, nos está demostrando que esto no puede seguir así siempre”, urgió de cara a la inminente nueva cita de los jefes de Estado y de gobierno europeos, este 1 de febrero en Bruselas. Los Veintisiete están convocados a una cumbre extraordinaria para solucionar la urgente financiación de Ucrania bloqueada por Hungría en diciembre. Pero ya sea en la sala de reuniones o en los pasillos, Oriente Próximo volverá a ocupar de nuevo las conversaciones de muchos.
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