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El fin del ‘ni de izquierdas ni de derechas’: el fracaso de la ley migratoria pone en crisis la filosofía de Macron

El tropiezo parlamentario de un proyecto legislativo que combinaba medidas conservadoras y progresistas evidencias los límites de la estrategia del centrista presidente de Francia

Ley Migratoria Macron
El presidente francés, Emmanuel Macron, durante un acto sobre la industria en la ciudad de Toulouse, el 11 de diciembre.Caroline Blumberg / POOL (EFE)
Marc Bassets

Algunos ya han escrito el obituario. No el de Emmanuel Macron, pues le quedan más de tres años para acabar su segundo y último mandato, sino del al mismo tiempo o en même temps en francés. Hablamos de la muletilla que hizo célebre al presidente de la República y que expresaba su pragmatismo, la capacidad para ver todos los lados de los problemas sin apriorismos ideológicos.

El al mismo tiempo posiblemente murió el 11 de diciembre, cuando una mayoría de diputados presentes en la Asamblea Nacional rechazó la ley de inmigración del Gobierno de Macron. El texto combinaba medidas represivas con otras progresistas. Todo al mismo tiempo. Pero naufragó antes incluso de empezar los debates. Y así “es también el macronismo el que empieza a borrarse”, ha escrito, en uno de los citados obituarios, la cronista Solenn de Royer en Le Monde. El fin de una época. O el inicio de un nuevo Macron.

El al mismo tiempo era su marca de fábrica. En la campaña que le llevó al palacio del Elíseo, en 2017, lo usaba a discreción. Macron era al mismo tiempo de izquierdas y de derechas, progresista y liberal, fervientemente europeísta y apegado a la Francia eterna de De Gaulle... Logró romper la viaja división entre izquierda y derecha y, desde una posición transversal, frenar dos veces en las urnas a la extrema derecha de Marine Le Pen.

El presidente nunca abandonó del todo el al mismo tiempo. Nombró hace un año y medio a una primera ministra, Élisabeth Borne, adscrita a la socialdemocracia, pero al mismo tiempo algunos de sus ministros más prominentes (el de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire, o el del Interior, Gérald Darmanin) procedían de Los Republicanos, el partido histórico de la derecha moderada. Y cada vez más se le veía como un presidente más inclinado a la derecha que a la izquierda. Sus reformas económicas (la del mercado laboral y sobre todo la de las pensiones), aunque están en línea con lo que gobiernos de todos los colores han hecho en otros países, en Francia pasaban por liberales o conservadoras, y pusieron a buena parte de la izquierda en pie de guerra.

El origen del al mismo tiempo puede remontarse al filósofo Paul Ricoeur, a quien Macron, siendo estudiante, ayudó a preparar su última obra magna, La memoria, la historia, el olvido. Es algo —esta identificación entre un pensador complejo y un político— que solo en Francia puede suceder: Macron era un presidente ricoeuriano.

“Es lo que yo creí”, dice François Dosse, historiador de las ideas, biógrafo de Ricoeur y el hombre que puso en contacto al viejo filósofo y al estudiante Macron. La filosofía ricoeuriana “aporética, dice que hay dos polos, y que hay pensarlos juntos, al mismo tiempo”, explica este intelectual decepcionado con el macronismo. “Pero el al mismo tiempo de Macron es un taparrabos respecto a una política de derechas. Es algo tradicional, la gente que dice que no es de ningún lado, en general está a la derecha. Y él lo enmascaró durante tiempo”.

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La ley de inmigración pretendía facilitar la expulsión de extranjeros que hubieran cometido delitos graves. Una medida para complacer a la derecha. Al mismo tiempo, permitía regularizar a los inmigrantes sin papeles para que pudieran trabajar en sectores donde falta mano de obra. Esta medida complacía, en teoría, a la izquierda.

Pero el lunes, se formó una coalición en contra, que iba de la extrema derecha a la extrema izquierda. Al no tener Macron mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, la “moción de rechazo” se impuso por 270 votos a favor y 265 en contra.

Para la derecha del hemiciclo, la ley era demasiado progresista, aunque el ministro que la había diseñado, Darmanin, estaba abierto a endurecerla. Para la izquierda, era demasiado conservadora, aunque, al rechazarla, ha allanado el camino para que se acabe negociando una ley más represiva, basada en la versión ya adoptada en el Senado, controlado por la derecha.

Para el centro, es decir, para Macron, evidencia la cruda realidad. Desde las legislativas de 2022, ya no tiene mayoría en la Asamblea Nacional. Hasta ahora ha podido gobernar con aliados puntuales. O, como sucedió con la reforma de las pensiones, a golpe de decreto. La ley de inmigración demuestra lo difícil que resultará aguantar cinco años así.

Mantener el ‘al mismo tiempo’

Macron puede seguir gobernando en minoría y mantener con vida el al mismo tiempo. O disolver la Asamblea Nacional y convocar elecciones legislativas. La tercera opción es una coalición entre los macronistas y Los Republicanos. Permitiría más estabilidad. Y algo más: preparar las próximas presidenciales.

Lo explicaba, antes del voto del lunes, el ensayista y consultor Alain Minc, que conoce bien a Macron: sin un candidato único en 2027 de lo que él llama “los moderados”, este voto se dividirá ante la extrema derecha. Para facilitar esta candidatura única, haría falta antes integrar a la derecha de Los Republicanos en un gobierno de coalición.

“Para que haya un solo candidato moderado, hace falta un acuerdo político entre los partidos de la cosmografía macronista y la derecha democrática”, argumenta Minc. “¿Y quién tiene la clave para hacerlos gobernar juntos? Macron. Si no lo hace, asume un riesgo gigantesco de que Marine Le Pen salga elegida presidenta.” Y entonces sí, el famoso al mismo tiempo habrá llegado definitivamente a su final.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).
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