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El Constitucional de Albania suspende el acuerdo con Italia para acoger centros de inmigrantes

La presidenta de la Comisión Europea había alabado este miércoles el acuerdo poniéndolo como ejemplo de “pensamiento innovador”

Refugiados Inmigración UE
La primera minista de Italia, Giorgia Meloni, con su homólogo albanés, Edi Rama, tras firmar el acuerdo en Roma el pasado 6 de noviembre.GIUSEPPE LAMI (EFE)

La medida estrella contra la inmigración ilegal de Giorgia Meloni, primera ministra de Italia, ha durado poco más de un mes. El Tribunal Constitucional de Albania suspendió este miércoles el acuerdo firmado por el primer ministro, Edi Rama, con su homóloga italiana para construir en el país balcánico centros de identificación y control de los migrantes rescatados en aguas italianas. El acuerdo, que debería materializarse en 2024, significaba un verdadero salto cualitativo en el proyecto de deportar de forma encubierta a migrantes y de externalizar los centros de internamiento para aliviar la presión dentro de las fronteras nacionales y evitar el rechazo popular. Pero el Tribunal Constitucional albanés ha aceptado un recurso contra la medida y congela la decisión hasta pronunciarse sobre el fondo de la cuestión en un plazo de tres meses.

Italia seguía así los pasos del Reino Unido, que en 2022 aprobó enviar a los solicitantes de asilo a Ruanda y confinarnos en centros parecidos a los que ahora estaba diseñando Albania. La medida fue declarada ilegal por el Tribunal Supremo del Reino Unido, un rechazo que el Gobierno de Rishi Sunak intenta sortear con la aprobación de una nueva ley de deportaciones. El acuerdo firmado entre Italia y Albania el pasado noviembre parece condenado a transitar por la vía judicial. Fuentes del Gobierno italiano, sin embargo, han hecho saber que no están preocupados y que creen que la decisión del tribunal albanés terminará siendo positiva.

Meloni, cuya política migratoria ha sido hasta ahora un fracaso, anunció el acuerdo a bombo y platillo. Los centros de acogida italianos están completamente desbordados con las últimas oleadas de entradas de migrantes. En total han llegado a las costas italianas alrededor de 146.000 personas en lo que va de año, muy por encima de las 90.000 que arribaron en el mismo periodo de 2022 y las 55.000 de 2021, según datos del Ministerio de Interior italiano. Por eso, Meloni celebró el acuerdo como una medida de alivio a la presión social y política que recibe en este asunto y manifestó su apoyo a la entrada de Albania en la Unión Europea.

La líder ultraderechista, además, defendió el acuerdo con Albania, a pesar de que el país no forma parte de la Unión Europea ni del espacio Schengen y, por tanto, tampoco participa en las negociaciones del pacto migratorio con Bruselas. “La colaboración entre Estados de la UE y extracomunitarios es decisiva”, argumentó antes de explicar que la jurisdicción de esas estructuras será italiana y que Albania se encargará de la vigilancia externa.

La decisión del tribunal albanés, sin embargo, llega el día en el que la Comisión Europea, que había apuntado que a priori no parecía vulnerar la legislación europea pero que necesitaba más datos sobre la medida, ha alabado y casi bendecido el plan de Tirana y Roma. En una carta enviada a los jefes de Estado y de Gobierno para hacer balance de la política migratoria, la presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, ha asegurado que el arreglo entre Italia y Albania, “sirve como ejemplo de pensamiento innovador, basado en un reparto justo de responsabilidades con terceros países de acuerdo con las obligaciones derivadas del derecho internacional y de la UE”.

La Unión Europea es cada vez más dura en cuanto a la inmigración y busca cerrar acuerdos con países de origen y tránsito para acelerar las devoluciones y para que colaboren con la gestión de los flujos migratorios. Acuerdos como el controvertido con Túnez y que se basa fundamentalmente en fondos a cambio de que evite las salidas hacia Europa. Bruselas tiene ahora en cartera otros acuerdos similares —aún en diseño y negociación— con Senegal, Egipto o Mauritania.

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El acuerdo entre Tirana y Roma prevé la creación en territorio albanés de centros con capacidad de hasta 3.000 personas que, una vez entren en funcionamiento a partir de la primavera de 2024, podrán recibir un flujo anual de hasta 36.000 migrantes. Dichos espacios servirán fundamentalmente para llevar a cabo los procedimientos iniciales de identificación y control, y gestionarán las solicitudes de asilo y el trabajo de repatriación de quienes no reciban el estatuto de refugiado. A estas dependencias llegarán los migrantes rescatados por las autoridades italianas en el Mediterráneo, mientras que los salvados por los buques de las ONG seguirán llegando a puertos italianos. La medida también excluye a los inmigrantes que lleguen por sus propios medios a las costas italianas, que serán atendidos allí, y a los menores, embarazadas y personas vulnerables que requieran asistencia inmediata.

Italia, fundamentalmente, subarriendaría esos espacios y los convertiría en territorio nacional desde el punto de vista de la jurisdicción en materia migratoria. “Los objetivos del acuerdo son contrarrestar la trata de seres humanos, impedir los flujos irregulares y acoger solo a aquellos que realmente tienen derecho a la protección internacional”, subrayó Meloni el día de la presentación.

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