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Scholz se declara “avergonzado e indignado” por el aumento del antisemitismo en Alemania

El canciller alemán amenaza con la expulsión a los inmigrantes que cometen actos de odio contra los judíos durante la conmemoración de los 85 años de la Noche de los Cristales Rotos

Guerra Israel Gaza
El canciller alemán, Olaf Scholz, pasa junto a un candelabro antes de dar su discurso en el 85 aniversario de la Noche de los Cristales Rotos en la sinagoga Beth Zion de Berlín, este jueves.POOL (via REUTERS)
Elena G. Sevillano

Alemania se enfrenta a una creciente preocupación ante el aumento de los incidentes antisemitas desde que estalló el conflicto entre Hamás e Israel. A mediados de octubre, dos encapuchados lanzaron cócteles molotov contra una sinagoga y han aparecido esvásticas pintadas en lugares de reunión o residencia de la comunidad judía. Un clima que ha ensombrecido la conmemoración, este jueves, del 85 aniversario de la conocida como Noche de los Cristales Rotos, la noche de disturbios, del 9 al 10 de noviembre de 1938, en que los nazis destrozaron y quemaron sinagogas y negocios judíos. El canciller alemán, Olaf Scholz, dijo sentirse “indignado y profundamente avergonzado” de que, tras el horror del Holocausto, en la actual Alemania democrática sigan produciéndose actos de antisemitismo.

“No lo toleraremos”, aseguró vehemente durante su discurso, tocado con una kipá, en la sinagoga berlinesa que acogió el acto de aniversario de la efeméride. Scholz dijo que no debe importar si el antisemitismo tiene motivaciones políticas o religiosas, si procede de derecha o izquierda, si ha crecido durante siglos en suelo alemán o si llega de fuera. “Todas las formas de antisemitismo envenenan nuestra sociedad, como lo hacen ahora las manifestaciones y concentraciones islamistas”, aseguró.

Y subrayó, como había hecho anteriormente, que las autoridades perseguirán a quienes apoyen el terrorismo o inciten al antisemitismo. Scholz mencionó incluso la nueva ley de ciudadanía, que impedirá a quienes tengan actitudes antisemitas optar a la naturalización. “Es necesario que todo el mundo lo sepa: quien incurra en antisemitismo corre el riesgo de perder su estatuto de residente”, afirmó.

Las referencias a la numerosa comunidad musulmana que vive en Alemania (unos cinco millones de personas) se han sucedido estos días, porque también se aprecia un repunte de la islamofobia. El canciller dijo que la “responsabilidad histórica” de Alemania con el pueblo judío debe transmitirse en todos los ámbitos, también en los cursos de integración para extranjeros, y en la vida cotidiana. “Para que las nuevas generaciones comprendan los acontecimientos históricos de los que ya no quedan testigos en sus familias, y para que nosotros, en Alemania, como país de inmigración, lleguemos también a aquellos en cuyos países de origen no se habla de la Shoah o se habla de una manera completamente diferente”.

Pero Scholz alertó también, sin nombrarla, contra la ultraderecha, que está culpando a los musulmanes de un antisemitismo importado, olvidando el que siempre ha existido en Alemania. “No debemos caer en la trampa de quienes ahora ven la oportunidad de negar a más de cinco millones de ciudadanos musulmanes su lugar en nuestra sociedad”, dijo el canciller. A todos los individuos, añadió, se les debe aplicar el mismo rasero: “Nuestro orden básico, libre y democrático, que exige y garantiza la diversidad y el respeto al prójimo”.

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El día anterior, el presidente federal, Frank-Walter Steinmeier, había hecho un llamamiento a los alemanes de origen árabe a marcar distancias con el antisemitismo. “No os dejéis instrumentalizar por los cómplices de Hamás”, pidió durante una reunión en su residencia oficial con miembros de las comunidades judía y musulmana. “Proteger la vida judía es un deber cívico”, afirmó. Pero también recordó que la comunidad palestina en Alemania debe poder expresar su dolor ante los miles de muertos en Gaza a manos del ejército israelí. Las autoridades han limitado o prohibido numerosas concentraciones propalestinas por considerarlas una incitación al antisemitismo. Steinmeier insistió en que no puede haber una “sospecha generalizada contra los musulmanes”.

El 9 de noviembre es un día muy señalado en la historia alemana. Además de la Noche de los Cristales Rotos —denominación en desuso por considerarla un eufemismo de los nazis que le resta gravedad; en Alemania se conoce como pogromo de noviembre o noche del pogromo del Reich—, se conmemora la caída del muro de Berlín en 1989. Es, además, el día de 1918 en que se proclamó la República de Weimar. Y todavía hay otro episodio oscuro ocurrido en esta fecha, el conocido como putsch de la cervecería, el fallido intento de golpe de Estado de Adolf Hitler, ocurrido hace exactamente un siglo, en 1923.

Este año las conmemoraciones se ven afectadas por el clima tenso y de preocupación que se vive en las calles alemanas, amenazadas tanto por el antisemitismo como por la islamofobia. Las autoridades han extremado la protección en sinagogas y otros centros de reunión de la comunidad judía. Hasta ahora no se han producido incidentes violentos, salvo por las detenciones y el lanzamiento de objetos en algunas manifestaciones propalestinas.

El 9 de noviembre siempre se conmemora con gran solemnidad en Alemania, el país de los perpetradores del Holocausto, pero este aniversario tiene un significado especial. “Algo se está desmoronando”, aseguró Scholz, 85 años después de los pogromos, cuando en 2023 “se vuelven a pintar paredes con estrellas de David, se celebra a los terroristas de Hamás en calles y plazas, cuando las mujeres y hombres judíos tienen miedo de vivir abiertamente su religión, cultura y vida cotidiana”, insistió el canciller.

El 7 de octubre solo permite “una conclusión”, según Scholz: que Alemania “está del lado de Israel”, subrayó, como ha hecho en todas las ocasiones en que ha hablado en público del conflicto. El canciller alemán fue el primer líder occidental que viajó para mostrar su solidaridad a Israel, que “tiene derecho a defenderse del terror bárbaro de Hamás”, proclamó una vez más en la misma sinagoga que fue atacada el mes pasado.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.
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