Portugal se encamina hacia las elecciones anticipadas tras la dimisión de António Costa
Los líderes de los partidos defienden la disolución de la Asamblea y la convocatoria de comicios en sus reuniones con el presidente de la República
El presidente de la República portuguesa, Marcelo Rebelo de Sousa, salió la noche del martes de su residencia oficial del palacio de Belém para dar un paseo por los alrededores acompañado de algunos colaboradores y seguido por cámaras. Ningún periodista logró arrancarle una palabra sobre el futuro. La habitual locuacidad del jefe del Estado se ha convertido en un rotundo mutismo público, que solo romperá el jueves, tras escuchar a su Consejo de Estado. Los portugueses sabrán entonces si volverán a votar, dos años después de las elecciones legislativas que le dieron la mayoría absoluta al Partido Socialista, o si se abre la puerta a un sustituto de António Costa tras su dimisión. Si las caminatas nocturnas son una pista, conviene recordar que la última vez que hubo una crisis política, en noviembre de 2021, Marcelo Rebelo de Sousa también salió de noche del palacio de Belém, paseó hasta un cajero para pagar unas facturas y convocó elecciones anticipadas pocos días después.
Las consultas del jefe del Estado han comenzado este miércoles con los portavoces de las minorías de la Asamblea de la República y se han prolongado toda la jornada. En poco más de ocho horas, Marcelo Rebelo de Sousa recibió a los representantes de las ocho fuerzas parlamentarias. Casi todos defendieron la convocatoria de elecciones anticipadas, aunque la oportunidad política no convenga a todos por igual. Incluso el Partido Comunista Portugués, que el martes era el más reticente ante unos nuevos comicios, apostó por anticiparlos en el encuentro de su líder, Paulo Raimundo, con el presidente luso.
Tras su entrevista en Belém, el líder del partido de extrema derecha Chega, André Ventura, desveló que Rebelo de Sousa se inclina por mantener en funciones a António Costa hasta que se aprueben los Presupuestos Generales del Estado, cuya votación está prevista para el 29 de noviembre, y dar tiempo al Partido Socialista para recomponerse ante una cita electoral tan inesperada. “Creo que el presidente tiene razón. No es la mejor solución pero no hay soluciones mágicas”, comentó Ventura.
Al presidente de la República le preocupa el impacto que tendría la disolución del Parlamento en decisiones estratégicas para el país, como la privatización de la aerolínea TAP, prevista para los próximos meses, la decisión sobre la localización del nuevo aeropuerto de Lisboa o la solución del caos que vive la sanidad pública. Aunque el escenario electoral sea por el que también apuesta la prensa portuguesa, Rebelo de Sousa tiene la potestad de retrasar la disolución de la Cámara hasta la fecha que más le convenga.
La dimisión de António Costa, en respuesta al anuncio de una investigación del Tribunal Supremo sobre su papel en negocios energéticos donde la Fiscalía aprecia tráfico de influencias, corrupción y prevaricación de personas de su círculo íntimo, ha sido un inesperado regalo político para el presidente del Partido Social Demócrata (PSD, centroderecha), Luís Montenegro, cuyo liderazgo no había logrado cohesionar a su formación.
La debilidad de Montenegro tenía un examen a la vuelta de la esquina. Si los resultados de las elecciones europeas eran demasiado adversos, los críticos podrían plantear una batalla interna para sustituirle por el alcalde de Lisboa, Carlos Moedas, o incluso el ex primer ministro Pedro Passos Coelho, tan añorado por el partido como rechazado por la población que más sufrió los días de la troika. Consciente de que ahora tiene una oportunidad de oro para acabar con el ciclo de gobernanza de la izquierda, que dura ocho años, Montenegro sacó el martes por la noche su perfil más institucional para reclamar elecciones y proclamar que su partido está preparado. “Estaremos a la altura de la exigencia del momento”, dijo poco antes de que comenzasen los telediarios de la noche.
Su talón de Aquiles será su relación con la extrema derecha de Chega, que se ha convertido en tercera fuerza parlamentaria en apenas dos legislaturas, si los votos de los radicales fuesen necesarios para gobernar. Montenegro ha afirmado que no tendría “ni políticas ni políticos racistas” en un Gobierno, pero su partido llegó al gobierno autonómico en Azores gracias a los votos de la ultraderecha. Estas contradicciones penalizaron en las elecciones de 2022 al candidato del PSD, Rui Rio, y fueron una de las motivaciones que ayudaron a que Costa alcanzase una histórica mayoría absoluta.
Debilidad del Partido Socialista
El Partido Socialista, por el contrario, empezaría una nueva carrera electoral como la fuerza más fragilizada de las dos con opciones de gobernar. Su presidente, Carlos César, señaló el martes que la organización “tiene capacidad para prepararse para cualquier circunstancia, sea un cambio en el liderazgo del Gobierno o sean elecciones anticipadas”. En público no han defendido ninguna de las dos opciones, pero son los menos interesados en precipitar una competición electoral que les llega en un momento de debilidad.
António Costa, que lo ha sido todo en la política portuguesa en las últimas dos décadas (diputado, alcalde de Lisboa y ministro en tres ocasiones), era su principal activo político tanto en Portugal como en Europa. Su salida precipitada fuerza al socialismo luso a resolver el liderazgo sobre la marcha. Nadie oficialmente había dado el paso de presentarse como candidato a la sucesión de Costa. Pero nadie duda tampoco de que el principal aspirante será el exministro de Infraestructuras Pedro Nuno Santos, quien fuera el gran muñidor de la geringonça [alianza parlamentaria de la izquierda que permitió la llegada al poder de Costa con una moción de censura en 2015] y que tendría facilidades para negociar futuros acuerdos en un posible gobierno socialista sin mayoría. Su sintonía con el alma izquierda del PS es lo que menos gusta en el sector centrista del partido, que podrían buscar una alternativa moderada. Dar tiempo al Partido Socialista para que pueda preparar un candidato será otro de los elementos que sopesará Rebelo de Sousa para tomar una decisión sobre el futuro.
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