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Starmer se enfrenta a una crisis interna en el Partido Laborista por su alineamiento con Israel

Decenas de activistas propalestinos abuchean al líder de la oposición, que ha evitado reclamar un alto el fuego. Sunak expulsa del Gobierno a un diputado conservador que ha exigido el fin de las hostilidades en Gaza

Keir Starmer
Keir Starmer, abucheado este martes en Londres tras dar un discurso en Chatham House sobre la situación en Oriente Próximo.Guy Smallman (Getty Images)
Rafa de Miguel

La violencia desatada en Israel y Gaza ha provocado divisiones internas en la izquierda europea. En el Reino Unido el conflicto de Oriente Próximo amenaza con generar serias repercusiones políticas. El líder del Partido Laborista, Keir Starmer, que navegaba hasta ahora en una ola creciente de popularidad, se esfuerza estos días por rebajar la creciente crisis desatada en el seno de su formación por el claro alineamiento de la dirección con la respuesta bélica de Tel Aviv.

Decenas de activistas, al grito de “criminal de guerra” y “vergüenza”, han acosado este martes a Starmer cuando salía de Chatham House, el histórico centro londinense de pensamiento y debate sobre política exterior. La policía se ha esforzado en proteger al líder laborista cuando intentaba entrar en su vehículo oficial. Algunos de los manifestantes han golpeado los cristales y la chapa del automóvil mientras hacía la maniobra de salida.

Starmer había acudido al centro para pronunciar un discurso con el que intentaba zanjar el debate interno del partido. Al menos 20 concejales laboristas musulmanes han renunciado a sus cargos en protesta por la línea adoptada por la dirección; otros 150 han reclamado en una carta que se exija un alto el fuego —una petición respaldada por al menos nueve de los llamados “ministros en la sombra”, el equipo central que rodea al líder—, y figuras muy relevantes del laborismo como el alcalde de Londres, Sadiq Khan, o el de Manchester, Andy Burham, han expresado también su malestar con la posición adoptada por Starmer.

En busca de una solución conciliatoria, el líder laborista ha reclamado una pausa humanitaria en el conflicto, pero se ha resistido a reclamar el fin permanente de las hostilidades. “Entiendo las peticiones de un alto el fuego, pero no creo que en este momento sea la postura correcta, por dos razones”, ha intentado explicar Starmer. “En primer lugar, porque congela el conflicto en su situación actual. Y en este momento Hamás mantiene la infraestructura y la capacidad para llevar a cabo atentados como los que vimos el 7 de octubre. Sigue atacando Israel, y sigue reteniendo rehenes. Un alto el fuego envalentonaría a Hamás y le prepararía para futuros actos violentos. Por todo ello se explica mi segunda razón: nuestro llamamiento a una pausa en los combates, con un claro y específico propósito humanitario y que debe comenzar de inmediato, es lo correcto tanto en la práctica como por una cuestión de principios”, ha defendido el político laborista.

Su discurso ha incluido la petición y el deseo de recuperar la solución de los “dos Estados”, pero más como un brindis para apaciguar a los descontentos de su formación que como un planteamiento político realista en la situación actual.

Cuatro millones de musulmanes en Reino Unido

Starmer camina por la cuerda floja, en busca de un equilibrio tan complicado como casi imposible. Casi cuatro millones de musulmanes viven en el Reino Unido. De los que van a votar, más de un 70% respalda el laborismo, como pudo comprobar en las elecciones generales de 2019. Y muchos de ellos están irritados ante la actitud de la dirección del partido. Durante tres fines de semana consecutivos las calles de Londres y de otras grandes ciudades británicas se han visto inundadas por decenas de miles de personas que reclaman una Palestina libre y el fin de los bombardeos en Gaza.

La dirección del partido ha evitado imponer una disciplina interna sobre un asunto de extrema sensibilidad, y mira para otro lado cuando muchas de sus primeras figuras reclaman el alto el fuego. Starmer ha reivindicado como una victoria personal la mano dura que empleó para erradicar en el partido los vestigios de antisemitismo que había dejado su predecesor, Jeremy Corbyn. Una acusación contra la que siempre protestaron los seguidores del anterior líder y veterano izquierdista, pero que respaldó con pruebas concretas la Comisión de Igualdad y Derechos Humanos del Estado en una investigación detallada.

Una cosa, sin embargo, es alejarse del antisemitismo, y otra alinearse de modo casi incondicional con la respuesta del Gobierno de Benjamín Netanyahu. Cuando Starmer defendió, en una entrevista para la cadena de radio LBC, que Israel tenía derecho a cortar el suministro de agua y electricidad a Gaza, la mayoría de los musulmanes del partido estallaron en cólera. El líder laborista intentó matizar sus declaraciones y defendió posteriormente la necesidad de que Tel Aviv respete el derecho internacional humanitario en su respuesta, pero desde aquella entrevista, Starmer se esfuerza desesperadamente por recuperar las riendas y la calma en su formación. Ya se ha reunido en varias ocasiones con sus diputados musulmanes para intentar la conciliación.

La mano dura de Sunak

Apenas un 9% de los musulmanes británicos respaldaron con su voto al Partido Conservador en las elecciones de 2019. Muchos de ellos aún recordaban la mofa de Boris Johnson hacia las mujeres que vestían burka, a las que llamó “buzones andantes”. Rishi Sunak es consciente de que los tories actuales tienen un clara posición a favor de Israel, y el primer ministro ha mostrado un apoyo sin complejos a Netanyahu. Aunque también él ha reclamado a su socio el respeto del derecho internacional humanitario, y se ha mostrado dispuesto a respaldar “pausas específicas” en Gaza para poder repartir ayuda humanitaria y sacar del territorio a los británicos que siguen allí. No quiere tampoco oír hablar de un alto el fuego.

Su decisión de expulsar del Gobierno al diputado conservador Paul Bristow fue tajante. Ocupaba el puesto de secretario parlamentario del ministro de Tecnología, un cargo que, en el sistema político del Reino Unido, tiene rango gubernamental. Bristow había enviado a Sunak una carta en la que urgía al primer ministro a reclamar “un alto el fuego permanente”, para poder “salvar vidas y permitir una columna continua de ayuda humanitaria que alcanzara a aquellos que más lo necesitaban”.

“El Gobierno ha exigido a Paul Bristow que abandone su puesto, después de haber realizado unos comentarios que no se ajustan al principio de disciplina colectiva”, anunciaba horas después un portavoz de Downing Street. El diputado conservador se convertía de ese modo en la primera víctima política de un conflicto que, como en el resto del mundo, ha extendido su tensión más allá de Oriente Próximo.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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