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En las aldeas más afectadas por el terremoto: “Aquí sigue habiendo gente sepultada y nadie viene a rescatarla”

Tres días después del seísmo, decenas de poblaciones devastadas siguen incomunicadas y sin recibir ayuda de las autoridades marroquíes

Una vecina de Mulai Brahim muestra los daños que el terremoto del viernes ha causado en su casa, este lunes.Foto: Jalid Kani | Vídeo: Jalid Kani
Juan Carlos Sanz

El derrumbe de piedras sobre las carreteras de la cordillera del Atlas y la caída de postes del tendido eléctrico y de telefonía móvil han dejado incomunicadas decenas de aldeas y distritos rurales en la provincia de Al Hauz, al sur de Marraquech, la más golpeada por el violento terremoto registrado poco antes de la medianoche del viernes. En la región mencionada se han contabilizado 1.604 de los 2.862 muertos causados, por el momento, por el seísmo.

Omar Ait Abdelkader, un instalador de placas solares de 53 años, ha llegado con un mulo desde la aldea de Uzghizia, 25 kilómetros al norte de Mulai Brahim, para pedir ayuda. En su población, unos dos centenares de vecinos permanecen incomunicados por carretera y carecen de electricidad y cobertura telefónica. “En zonas más alejadas aún llegaba la señal, pero ya no podemos recargar las baterías porque nos estamos quedando sin gasóleo para los generadores eléctricos”, explicaba Abdelkader camino de la plaza del mercado de Mulai Brahim, la capital comarcal, situada a unos 50 kilómetros al suroeste de Marraquech.

Campamento improvisado instalado por los vecinos en la plaza del mercado de Mulai Brahim, donde se organiza el reparto de ayuda humanitaria.
Campamento improvisado instalado por los vecinos en la plaza del mercado de Mulai Brahim, donde se organiza el reparto de ayuda humanitaria.Jalid Kani

Frente la incesante actividad de equipos de rescate civiles y militares que se observaba el sábado en Uirgan o el domingo en Amizmiz; Mulai Brahim parecía este lunes haber sido dejada a su suerte. El Estado estaba representado por unos pocos jóvenes cadetes de las Fuerzas Auxiliares de la Seguridad Nacional que se limitaban a regular el tráfico de vehículos privados con ayuda humanitaria y a calmar las reyertas entre vecinos durante el reparto de alimentos.

“Aquí no nos va a faltar de comer”, reconocía Hadiya Abdelkader, de 50 años, que había llegado junto con su hermano Omar hasta Mulai Brahim. “Pero no tenemos mantas para pasar esta noche”, añadía. Se iban a refugiar en la tienda improvisada que uno de sus familiares ha levantado en la explanada del mercado. Se trata del lugar más seguro, mientras se suceden los derrumbes de edificios dañados por el seísmo.

Desperfectos en un edificio de viviendas por el terremoto, en Mulai Brahim, este lunes.
Desperfectos en un edificio de viviendas por el terremoto, en Mulai Brahim, este lunes.Jalid Kani
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Dar a luz entre los escombros

En un gran entoldado central, que sirve como centro de distribución de ayuda y de acogida a los recién llegados desde aldeas aisladas, Ahmed Buraini, de 37 años y sin un trabajo definido, ayuda a organizar unas tareas de solidaridad que aparentemente coordina la sociedad civil. Los aldeanos informan de casos de mujeres que han dado a luz sobre un trozo de plástico entre los escombros, según testimonios recogidos por la agencia Efe.

La fluida comunicación con la prensa internacional de las primeras horas tras el seísmo ha dado paso a la tradicional ley del silencio que impera en el medio rural, ante la presencia de al menos una docena de periodistas extranjeros en el municipio y las advertencias de los servicios de seguridad. “Entre los restos del hotel, situado cerca del alminar que hay sobre el mercado, sigue habiendo gente atrapada, entre cuatro y ocho personas”, asegura un vecino, sin que ningún otro residente quiera confirmarlo. “Eras turistas marroquíes, por eso nadie los ha echado aún de menos. Aquí sigue habiendo gente sepultada y nadie viene a rescatarla”, susurraba el ciudadano antes de integrarse en el silencio reinante.

Una calle de Mulai Brahim llena de escombros tras el terremoto.
Una calle de Mulai Brahim llena de escombros tras el terremoto.Jalid Kani

El griterío habitual del mercado regresó poco después en una zona próxima cuando la turista suiza Sandra Craeccand, funcionaria del cantón de Valais y de 40 años, llegó a Mulai Brahim en un taxi, cargada de comida y mantas. “Estaba de vacaciones en el Palmeral [urbanización de lujo de Marraquech] cuando me sacudió la conciencia el terremoto”, relataba su peripecia entre las sonrisas de agradecimiento de los vecinos del barrio de Agudar. “Esta mañana decidí que tenía que hacer algo, compré lo que pude, llamé un taxi y le dije que me llevara a donde pudiera ayudar. Eso es todo”, se justificaba no lejos de un hotel semiderruido.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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