La ‘famiglia’ Cuomo: cuando los lazos de sangre desatan un linchamiento en línea
La hermana del exgobernador de Nueva York caído en desgracia por acoso sexual orquestó una agresiva campaña en redes contra las mujeres que le denunciaron
Junto con la mamma y la pasta, la famiglia es uno de los pilares de la santísima trinidad italiana (el calcio siempre viene después). Más allá del tópico y del cliché, o de los retratos indelebles de obras maestras como las de Mario Puzo y Francis F. Coppola, la familia es un dogma de fe para la mayoría. Y un clan tan italoamericano como el de los Cuomo no podía defraudar a la hora de demostrar públicamente que los lazos de sangre están por encima de cualquier cosa, incluso del decoro en la política. Andrew Cuomo, exgobernador de Nueva York caído en desgracia por acusaciones de acoso sexual, contó en su defensa con dos de sus hermanos, el periodista Chris Cuomo, que se jugó literalmente el puesto —y lo perdió— en la CNN con información privilegiada para ayudarle, y Madeline Cuomo, cuya rúbrica acaba de descubrirse en una campaña masiva de descrédito de cuantas mujeres reclamaron justicia frente al entonces gobernador demócrata.
Podría leerse como una serpiente de verano, con la de cosas serias que pasan por el mundo ahora mismo. Pero el descubrimiento, revelado este lunes por The New York Times, de que Madeline, de 59 años, orquestó la campaña de difamación de todas las mujeres que acusaron en su día a su hermano mayor de abusos sexuales o, cuando menos, de conducta sexual inadecuada, es un caramelo en dulce para los informadores que cubren la política neoyorquina. Sobre todo si se le añade la imagen de Madeline azuzando entre bambalinas a un grupo formado por mujeres entre los 50 y los 70 años para coordinar los ataques contra las denunciantes. No contenta, se puso nota, asegurando que su hermano apreciaba ese duro trabajo de activismo y movilización llamado la causa Cuomo. Los tres, Andrew, Chris y Madeline, son junto con otros dos hijos del que durante una década fuera, también, gobernador de Nueva York, don Mario Cuomo.
El veterano demócrata dimitió en agosto de 2021 después de que varias mujeres le acusaran de acoso sexual. Un informe de la fiscal general del Estado de Nueva York, la también demócrata Letitia James, reveló que Andrew Cuomo había acosado sexualmente a casi una docena de mujeres, entre ellas trabajadoras y extrabajadoras del gobierno, mediante tocamientos no deseados y comentarios inapropiados. Cuomo y sus ayudantes también habrían tomado represalias contra al menos una de ellas por hacer públicas sus denuncias.
Muchas de las mujeres que acusaron a Cuomo empezaron a ser hostigadas de manera despiadada en internet. Detrás estaba un grupo de base llamado We Decide New York (Nosotros decidimos Nueva York), y formado en su mayoría por mujeres de 50, 60 y 70 años. Galvanizado por la buena gestión de la pandemia por parte del gobernador, que le convirtió en un héroe en todo el país, el grupo salió al paso en la primavera de 2021 de las primeras voces en su contra. Para las mujeres de We Decide New York, incondicionales en su apoyo a Cuomo, el éxito de la gestión de la emergencia no podía verse empañado por las denuncias de unas cuantas trabajadoras o excolaboradoras de su ídolo.
Y, famiglia obliga, quién mejor que Madeline para liderar la ofensiva. Más de 4.000 mensajes de texto, correos electrónicos y notas de voz a los que ha tenido acceso el diario neoyorquino muestran el predicamento de Madeline Cuomo sobre el grupo y en especial sus directrices sobre su actividad en las redes sociales. La pequeña de los Cuomo ayudó a WDNY a planificar las publicaciones en Internet y proporcionó a los miembros del grupo argumentarios y respuestas si tocaba hablar con la prensa, pero siempre lo hizo en secreto, entre bambalinas.
Matonismo
Hasta que, de tanto apretar —llegó incluso a proponer dar un susto a una de las denunciantes de su hermano, para callarle la boca—, las mujeres empezaron a sentirse incómodas. Y aquí entraría otro tópico italiano donde los haya: la mafia. Porque el comportamiento de Madeline rayó en un matonismo propio de la Cosa Nostra. No contenta con calificar a las mujeres denunciantes de “despreciables, poco sofisticadas, rompehogares o barbies”, entre otros epítetos machistas —esa otra realidad, nada tópica, del sur—, hace un año propuso “asustar” a algunas “para que se callen enseguida”.
Las tácticas agresivas, mafiosas, de Madeline Cuomo provocaron una reacción contraria en sus acólitas. Lejos de cerrar filas, empezaron a recoger velas. En septiembre pasado, una de las denunciantes de su hermano, Charlotte Bennett, demandó al grupo y Madeline hizo correr una imagen suya, ataviada con poca ropa y de juerga en un bar, para estimular los instintos más deslenguados de sus aliadas. Pero le salió mal. “Incluso una zorra tiene derecho a no ser acosada sexualmente”, respondieron las mujeres del grupo a Madeline, poniéndose en parte del lado de la víctima de Cuomo.
La hermanísima, mientras, había desarrollado bastante afición al liderazgo, como demuestra el hecho de que un año antes, en la primavera de 2021, utilizara también al grupo para vocear urbi et orbi la demanda de arbitraje de su hermano Chris contra la CNN. No les sirvió de mucho, porque el periodista (y presentador del programa nocturno en horario de máxima audiencia) fue despedido de la cadena por ayudar al gobernador a sortear las acusaciones de acoso sexual gracias a información privilegiada, una flagrante violación de la ética periodística.
Andrew Cuomo pasó de héroe de la pandemia a villano en un nanosegundo —no solo por los abusos, también por maquillar las cifras de muertos por covid en residencias, mucho más altas de lo anunciado— y de vez en cuando se deja ver en un acto de recaudación de fondos, acariciando la idea de un retorno a la política, o dejando que otros la acaricien por él. Chris Cuomo fue contratado por otro canal, desde cuyo púlpito sermonea a diario a la audiencia como solía hacer en sus tiempos en la CNN. En cuanto a Madeline Cuomo, se ignora a qué dedica el tiempo libre, ahora que sus socias le han dado la espalda. Al menos, le queda la famiglia.
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