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Giorgia Meloni contra Netflix

La primera ministra desempolva su estilo más duro para denunciar que la plataforma encumbra como héroes a narcotraficantes y critica a personas que salvaron a toxicómanos

Daniel Verdú
Giorgia Meloni
La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, reacciona el lunes a la protesta de un diputado de +Europa en el acto del Día Mundial contra las Drogas en el Palacio Chigi.FABIO FRUSTACI (EFE)

El perfil ideológico de Giorgia Meloni, muy marcado durante sus largos y combativos años de oposición, es ahora sinuoso e intermitente. La presidenta del Consejo de Ministros se esfuerza en los grandes foros internacionales y económicos en presentarse como una persona relativamente moderada, alineada con la agenda de la OTAN y del Banco Central Europeo. Pero en cuanto el altavoz mengua y su platea se parece más a la de su tradicional militancia, desempolva su lado más ultra. Y también los modos. Este lunes, en un congreso sobre las drogas, la primera ministra decidió cargar contra Netflix por considerar que promociona un mensaje de forma continuada: “La droga no hace daño, es buena”.

Meloni se descolgó con este ataque citando la serie SanPa, que produjo la plataforma digital estadounidense y que abordaba los métodos y la trayectoria de Vincenzo Muccioli, fundador de una comunidad para drogodependientes llamada San Patrignano. El éxito que obtuvo contrastaba con los malos tratos y los métodos primitivos a los que sometía a sus pacientes, que muchas veces permanecían encerrados en contra de su voluntad. Para Meloni, y para mucha gente en Italia, fue el único que afrontó la epidemia de la heroína en los años ochenta en Italia. “Hemos llegado a la paradoja de tener series que tienen como héroe a un narcotraficante en las mismas plataformas que han hecho un documental contra Muccioli, que salvó a miles de chicos cuando el Estado miraba hacia otro lado”.

La presidenta del Consejo realizó esas declaraciones durante la celebración del Día Mundial Contra las Drogas en el Palacio Chigi, sede del Gobierno italiano. Y se refería, claro, a series como Narcos u Ozark, producidas por la plataforma estadounidense, y en las que la trama transcurre alrededor de personajes sin un juicio moral estricto (como aparentemente preferiría la primera ministra de Italia). Lo relevante es que el Ejecutivo al que representa Meloni, que acaba de acometer una profunda reforma ideológica de la televisión pública italiana, se embarque en una lucha contra la ficción televisiva en la presentación de un convenio contra las drogas.

Mientras hablaba del asunto, un diputado del +Europa (un partido nacido de los rescoldos del Partido Radical) levantó un cartel donde podía leerse: “Cannabis: si no se ocupa el Estado de ello, se ocupa la mafia”. Meloni se enfureció y atacó al diputado a gritos. “Usted debería saber que no soy una persona que se deje intimidar, debería saberlo muy bien. Porque sé exactamente lo que estoy haciendo, y el tema es si se dan cuenta ustedes de lo que están haciendo”, lanzó acusando a su partido de haber promocionado políticas que fomentaron el consumo de drogas en el pasado.

La dureza en el tono y en las formas de Meloni es el ejemplo del tipo de foros donde puede hoy en día permitirse recuperar su viejo estilo mitinero. Temas aparentemente menores, de especial relieve en la agenda conservadora, que no comprometen la agenda general. En el resto de grandes asuntos a los que hizo oposición durante tantos años, como su firme rechazo al Mecanismo Europeo de Estabilidad, ha hecho justo lo contrario de lo que prometió cuando no gobernaba.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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