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Rafael Correa: “Creí que Lasso no se atrevería a la muerte cruzada por nuestras posibilidades de triunfo”

El líder político ecuatoriano no descarta convocar una Asamblea Constituyente para declarar inválido el referéndum de 2018 que impidió la reelección si su movimiento gana las elecciones

Rafael Correa
Rafael Correa en Ciudad de México, en noviembre de 2019.Hector Guerrero
Inés Santaeulalia

Rafael Correa tiene alma de editor de periódicos. A gran parte de las preguntas de esta entrevista responderá que no son ciertas, que están mal formuladas, que a la periodista le falta información o que contribuyen a difundir mentiras. Pero no eludirá ninguna. Correa (Guayaquil, 59 años) se ve ante un golpe del destino. La disolución de la Asamblea de Ecuador y la convocatoria de elecciones anticipadas que decretó el presidente, Guillermo Lasso, dirigen al correísmo a las urnas este 20 de agosto en uno de sus mejores momentos de popularidad desde la caída en desgracia de su líder.

Correa vive en Bélgica, desde donde responde por Zoom, y no puede regresar a su país porque sería detenido, después de haber sido condenado a ocho años de cárcel e inhabilitación en un caso que él considera un montaje y una persecución. Desde el exilio, sin embargo, sigue manejando los hilos de su movimiento Revolución Ciudadana, con el que ganó las elecciones locales y regionales de febrero. Su plan pasa porque sus candidatos lleguen al Gobierno este año, convoquen una Asamblea Constituyente y declaren inválido el referéndum de 2018 que impidió la reelección. Entonces, podría volver a presentarse a la Presidencia.

Pregunta. ¿Ya sabe cuál va ser la candidatura del correísmo?

Respuesta. Estamos discutiendo varios nombres. El binomio tiene que ser mixto, eso se resolvió oficialmente hace un par de días. Estamos estudiando varias combinaciones y el sábado serán las primarias. Gracias a Dios tenemos muchísimos cuadros.

P. ¿Cree que ganarán las elecciones?

R. Tenemos una sana confianza, que no es autosuficiencia, pero creo que estamos en muy buenas condiciones. Ahora, cualquier cosa se espera desde Trump. De quien maneja el Consejo Nacional Electoral, la campaña sucia de la prensa, como en las elecciones pasadas, hasta cualquier mentira creíble que sepan inventar.

P. El que salga será un Gobierno para el año y medio que resta de mandato. No se pueden hacer muchas cosas en ese tiempo.

R. Pero es difícil estar peor. La situación del país es dramática y el problema es un Gobierno absolutamente inepto, un presidente tremendamente limitado en todas las dimensiones, incluso la física, que sí debería dar un poco de compasión, pero da indignación, porque él sí sabía de esos problemas y por capricho quiso comprar la Presidencia. Incluso aunque sea un gobierno de transición las cosas van a mejorar. Sin embargo, si llega un gobierno progresista va a estar atado de manos, totalmente limitado. Ellos se tomaron todo el Estado con los golpes blandos que hicieron en el 2018, con una supuesta consulta popular absolutamente inconstitucional. No excluimos la posibilidad de convocar una asamblea constituyente, no para poner una nueva Constitución, aunque se van a hacer reformas, pero sobre todo para declarar inválida esa consulta del 2018 y poner nuevas autoridades del Estado.

P. ¿Invalidarían la victoria en el referéndum que impidió la reelección?

R. ¿Qué victoria? Fue la primera vez que una reforma a la Constitución no tuvo control constitucional. Hicieron trampa. Se reclamó a nivel interamericano, pero no hay independencia judicial ni a nivel nacional ni interamericano. Fue el punto de quiebre para la destrucción del país.

P. ¿En qué confía para volver a Ecuador? ¿En la justicia internacional o llevando a su movimiento al Gobierno?

R. Llegando al Gobierno sin duda, porque todo es político. Esos casos son el hazmerreír a nivel mundial. Si no se logra resolver a nivel nacional, a nivel internacional existen cuatro informes del relator de Naciones Unidas denunciando la independencia judicial y el caso Sobornos, en el que nos involucraron. A nivel internacional solo es cuestión de tiempo que se derrumbe todo. Pero obviamente con una victoria nuestra se derrumba inmediatamente porque todo es político.

P. ¿Volvería entonces a buscar la Presidencia?

R. Que se derrumben los casos judiciales no me habilita para postularme por esa consulta mañosa. Ahora, si declaramos inconstitucional esa consulta [la de 2018], sí podría. Yo no sé cuál es el temor, suponiendo que quiera postularme es el pueblo el que elige.

P. ¿Y el pueblo lo elegiría?

R. ¿Cree que si no me quisiera el pueblo ecuatoriano harían hasta lo imposible para impedirme regresar a mi patria?

P. Oficialmente vive en Bélgica, ¿cuál es su presencia real en el movimiento?

R. Por supuesto que mucha.

P. ¿Los candidatos a la presidencia serán los que usted señale?

R. No sé de dónde saca esa conclusión. En el caso de los candidatos se requieren elecciones primarias, no es mi decisión.

P. Ecuador sufre ahora mismo un problema de seguridad muy grave. ¿Cómo lo enfrentarían?

R. Con lo que hicimos. Nosotros dejamos el país como el segundo más seguro de América Latina, detrás de Chile. Hoy somos los más violentos. Destrozaron todo. Hay que volver a lo que hicimos, que tuvo tanto éxito: integración, inclusión y desarrollo social.

P. Lasso dice que la violencia es la reacción al aumento de los decomisos de droga de su Gobierno, porque en los mandatos anteriores había permisividad con los grupos criminales.

R. ¿Qué prueba tiene? Solo la pregunta induce a que se expanda la mentira. ¿Qué va a decir un inútil que ha fracasado totalmente? Es decir, el éxito de un país seguro no es éxito, es derrota e indicio de culpabilidad porque hemos pactado con las mafias. Eso no resiste el análisis, pero lo repite porque es un mentiroso inútil. Lo dice para tratar de justificar su incompetencia.

P. ¿Qué le parece el modelo Bukele de mano dura?

R. Es la estrategia de la derecha: crear terror para vender su solución. A mí no me cae mal Bukele, cuidado, yo creo que a grandes males, grandes soluciones, y el problema de la violencia en El Salvador se volvió inmenso, pero un mínimo ético universal debe ser el respeto a los derechos humanos y no se están respetando los derechos humanos en El Salvador. Nosotros no necesitamos de esos extremos, con políticas y desarrollo humano logramos lo que intenta Bukele sin violencia.

P. ¿Negociaría con los grupos criminales, el modelo que quiere aplicar Petro?

R. Nosotros teníamos problemas de pandillas. Reunimos a los chicos y les dijimos: unifiquen sus energías juveniles para la verdadera lucha, que es sacar adelante al país. Les dimos hasta una sede social y se acabó la violencia. Pero es un cóctel de medidas, no vale una sola: hay que equipar mejor a la policía, hay que mejorar el sistema de justicia. Por supuesto que, de repente, se requiere mano dura, pero también se requiere desarrollo humano, conciliación, tecnología, institucionalidad y sistema de seguridad. No solo darle la pistola más grande a la policía.

P. ¿Esperaba que Lasso decretara la muerte cruzada?

R. No lo esperaba, creía que no se iba a atrever por las posibilidades de triunfo que tenemos. Yo sabía que la Embajada de Estados Unidos no lo apoyaba en eso, el resto de la derecha tampoco. El argumento de grave conmoción interna no existía y la Corte Constitucional debió negarlo, pero no lo hizo. Ahora, sin ser lo correcto, yo creo que era lo mejor para el país. También fue ilegal porque había un juicio político en marcha. En ese caso [si Lasso fuera destituido por la Asamblea en el juicio político], asumiría el poder el vicepresidente. Esencialmente sería el mismo Gobierno. Entonces, para realmente disipar la presión social que existía, porque ya nadie aguantaba al Gobierno, la mejor solución era anticipar elecciones y democráticamente solucionar el problema.

P. Entonces, ¿fue una decisión acertada?

R. Creo que es bueno, pero en filosofía hay una diferencia entre lo correcto y lo bueno. Lo correcto era permitir el juicio político. Lo mejor, lo bueno, era anticipar elecciones.

P. ¿Qué pensó cuando lo escuchó?

R. Traté de entender por qué lo había hecho. Y creo que hay una hipótesis muy razonable. Si asumía el vicepresidente, él sería un títere del partido Social Cristiano. Era como regalarle el Gobierno y entre ellos se odian a muerte. Entre entregarle el poder al partido Social Cristiano y que lo persigan, porque ellos persiguen, y la posibilidad de que nosotros ganemos, que sabe que no somos gente mala y que no perseguimos, optó por lo segundo.

P. ¿Los prefirió a ustedes a los socialcristianos?

R. Prefiere dejarnos correr el riesgo de que ganemos porque sabe que no somos malos y no lo vamos a perseguir.

P. Si llegan al Gobierno, ¿que pasaría con la fiscal general del Estado, Diana Salazar [que pidió la captura de Correa]?

R. Esa señora tendrá que enfrentar a la justicia, es una impostora. Ha mantenido toda la protección del Estado y se cree intocable, pero en tanto que pierda esa protección tendrá que enfrentar la verdad. La justicia es un grave problema para ella. La palabra que más temen nuestros adversarios corruptos es la verdadera justicia.

P. Durante su mandato estalló el caso Odebrecht. ¿Usó sus mayorías para frenar juicios políticos contra algunos de sus ministros?

R. Mire la imprecisión que tiene del caso, no es cierto lo que me dice. Con todo respeto, no es cierto.

P. ¿Usted reconoció que había corrupción petrolera en su época?

R. ¿Qué país no tiene corrupción petrolera? La corrupción ocurre en España, en el Vaticano, pero una cosa es que haya corrupción y otra tolerar la corrupción. En mi Gobierno fuimos el país que más redujo el ranking de corrupción de toda América Latina, pero ¿de qué estamos hablando?

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Sobre la firma

Inés Santaeulalia
Es la jefa de la oficina de EL PAÍS US, antes fue responsable en Colombia, Venezuela y la región andina. Comenzó su carrera en el periódico en el año 2011 en México, desde donde formó parte del equipo que fundó EL PAÍS América. En Madrid ha trabajado para las secciones de Nacional, Internacional y como portadista de la web.

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