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La crisis obliga al Gobierno cubano a cancelar el simbólico desfile del 1 de mayo

El encuentro multitudinario en la Plaza de la Revolución será sustituido por pequeñas marchas en los municipios ante la situación crítica por el desabastecimiento de combustibles

Motociclistas cruzan frente a un mural con la bandera cubana este miércoles en La Habana.
Motociclistas cruzan frente a un mural con la bandera cubana este miércoles en La Habana.Ernesto Mastrascusa (EFE)

Cuba poco a poco se paraliza debido a la grave crisis de desabastecimiento de combustible, a la que no se ve solución a corto plazo. Las colas en las pocas gasolineras abastecidas de La Habana pueden llegar a ser de varios días para repostar, en algunas provincias se ha racionado la venta de gasolina y diesel, e incluso se ha prohibido su despacho a los vehículos particulares para priorizar los de uso público, como las ambulancias, los taxis y los coches funerarios. Algunas universidades han vuelto a las clases online, pues a los estudiantes y a los profesores se les hace cada vez más difícil acudir a las aulas, y en medio de esta crisis, una de las peores que se recuerdan, el Gobierno acaba de anunciar la suspensión del masivo desfile por el 1 de Mayo en la Plaza de la Revolución de la capital. En su lugar se harán pequeñas marchas en los municipios, a las que los asistentes deberán acudir a pie. Es la primera vez desde el triunfo de la revolución que esta simbólica celebración es cancelada por motivos económicos, aunque en 2020 y 2021 se suspendió debido a la pandemia de covid-19.

El desfile por el día de los Trabajadores no es una conmemoración cualquiera en Cuba. Desde 1959, en esta fecha las autoridades siempre han organizado un gran acto de masas en la Plaza de la Revolución, movilizando a decenas de miles de personas por los centros de trabajo, poniendo a disposición de los participantes cientos de autobuses y dedicando recursos millonarios para garantizar el éxito de la celebración. Así sucedió incluso el año pasado, cuando ya la crisis mordía duro pero el Estado no escatimó en gastos, y asistieron a la marcha un millón de cubanos en La Habana, según cifras oficiales.

En el imaginario político oficial, el desfile del 1 de mayo ha funcionado siempre como la principal “muestra de respaldo masivo a la revolución y al socialismo”, y así ha sido presentado incluso en los momentos más difíciles, como después de las históricas protestas del 11 de julio de 2021. Hasta hace solo unos días, cuando se constituyó el nuevo Parlamento y el presidente Miguel Díaz-Canel fue reelecto para un segundo mandato, el pasado 19 de abril, la decisión era mantener la movilización de apoyo pese a los problemas de abastecimiento de combustible. Pero en el último momento las autoridades han reconsiderado esta postura y han optado por la “racionalización de recursos” ante lo crítico de la situación, que amenaza con paralizar el país si no hay una pronta solución.

“La situación del combustible determina la modificación anunciada”, afirmó Ulises Guilarte, el secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba, el sindicato único, al dar a conocer la noticia. En su lugar, explicó, se harán pequeños actos “convocados como tribunas de denuncias a los obstáculos a los programas de desarrollo por el férreo bloqueo económico” y para demandar la salida de Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo, en la que la Administración Biden mantiene a la isla. En este primero de Mayo, dijo Guilarte, “el principal reconocimiento será para el pueblo por su capacidad de resistencia y compromiso de aportar al desarrollo económico y social del país”.

Cuba ha pasado por numerosas crisis puntuales de desabastecimiento de combustible en los últimos tiempos, pero ninguna como esta, coinciden todos los analistas, y lo peor de todo es que no se ve luz en el horizonte. Las explicaciones dadas por el ministro de Energía y por el propio presidente del país achacaron el déficit al “incumplimiento” de los países suministradores, que, dijeron, también atraviesan una “situación energética compleja”, en una referencia velada a Venezuela. Lo único que se ha informado es que la escasez durará como mínimo hasta el mes próximo, pero sin aclarar cómo piensa el país volver a la normalidad.

La actual crisis con el combustible, a la que hay que agregar la del suministro de gas doméstico, los altos precios de los alimentos y la vuelta de los apagones –que aunque han disminuido, se mantienen-, está afectando cada vez más a todos los cubanos y a todos los renglones de la economía. El transporte público boquea, los taxis cada vez son menos y cobran más caro, y los dueños de restaurantes y bares aseguran que en estos días sus negocios están funcionando al 50%, pues la gente que tiene poder adquisitivo suficiente para poder consumir en ellos no sale para ahorrar gasolina. Igualmente, los propietarios de las nuevas pequeñas y empresas privadas creadas recientemente indican que cada vez es más difícil trabajar y que han tenido que rebajar drásticamente sus producciones, y lo mismo sucede con las grandes empresas estatales, que han tenido que reducir planes y turnos, mientras que la distribución de mercancías también se ha visto afectada porque los camiones y transportes que deberían hacerlo no tienen petróleo.

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El director de una importante orquesta popular cubana explicaba ayer mismo que en el último mes ha tenido que suspender tres ensayos, pues no puede exigirles a sus músicos que empleen en llegar la poca gasolina que tengan –en el caso de los afortunados que tienen vehículo propio-, o que se gasten una fortuna en un taxi. “Ya hemos decidido que por un tiempo no vamos a actuar”, explicó este artista. La semana pasada, un concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional programado hace tiempo tuvo que ser cancelado en el último momento, y así todos los días y en todas partes. En este dificilísimo contexto, la decisión inicial de las autoridades de propiciar un gran desfile por el 1 de mayo en la Plaza levantó fuertes críticas en las redes sociales, y muchos pidieron dedicar a lo verdaderamente prioritario el poco combustible existente en el país y no a organizar actos de carácter político y propagandístico. Finalmente, así ha sido.

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