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Berger, el sindicalista más popular de Francia, cede el mando tras el pulso por las pensiones

La CFDT y la CGT, los principales sindicatos franceses, tendrán ahora mujeres al frente. Macron, recibido con abucheos en su primer desplazamiento en Francia tras promulgar la ley

Berger
Laurent Berger, en una manifestación contra la reforma de las pensiones, en París, el pasado 6 de abril.Christophe Ena (AP)
Marc Bassets

Laurent Berger, el sindicalista más popular de Francia, cede el mando. Su marcha de la secretaría general de la moderada CFDT, anunciada este miércoles en una entrevista en Le Monde, coincide con la adopción definitiva de la ley que aumentará de los 62 a los 64 años la edad de jubilación en Francia y que habrá sido su último caballo de batalla.

La cólera en la calle por la reforma no se ha apagado, como pudo comprobar Emmanuel Macron en un desplazamiento a Alsacia, donde fue recibido con abucheos y caceroladas. “No son las cacerolas las que harán avanzar a Francia”, dijo el presidente.

Berger, en el cargo desde 2012, explicó a Le Monde que ya había previsto apartarse antes del final de su mandato de cuatro años y que ahora era el momento. Aseguró que se marchaba sin ninguna intención de saltar a la política.

En una entrevista reciente con EL PAÍS, Berger adelantó: “Cuando lo deje, seguiré siendo un militante, pero no me meteré en política. Mi motor es lo colectivo”. Pero añadió: “Si llegásemos a una situación de completa locura democrática y en un momento dado fuese necesario participar en una reflexión, evidentemente que ahí estaría. No me iré a vivir a una isla desierta cuando termine mi mandato”.

Con él al frente, la CFDT ha superado a la CGT como primer sindicato de Francia y ha liderado el mayor movimiento social en décadas. Un sondeo realizado a finales de marzo por el instituto Odoxa señala a Berger como el principal ganador del conflicto por las pensiones: un 58% de franceses tienen una opinión favorable sobre él, 20 puntos más que dos meses antes.

Una etapa se cierra en el sindicalismo francés. Hace dos semanas, abandonó el cargo el homólogo de Berger en el sindicato CGT, Philippe Martinez. Le sustituyó Sophie Binet. El lugar de Berger lo ocupará, a partir del 21 de junio, su actual número dos, Marylise Léon. Por primera vez, los dos mayores sindicatos franceses estarán dirigidos por mujeres.

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Berger ha representado una voz de moderación y consenso en una izquierda hoy dominada por el sector más radical de La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon. Hasta el punto de que su nombre no ha dejado de sonar como un posible líder de la socialdemocracia, hoy huérfana de votantes y dirigentes.

Berger ha alertado de que Francia vive una “crisis democrática” tras la adopción de la reforma, por decreto y en contra de la voluntad de la mayoría de los franceses. El líder saliente de la CFDT teme que la actual crisis allane el camino para la victoria de Marine Le Pen, líder de la extrema derecha, en las elecciones presidenciales de 2027.

“Creo que el cohete [Le Pen] ha despegado, pero ahora hay que evitar que se ponga en órbita”, dijo Berger en la citada entrevista. “Esto significa que hay que despertar colectivamente”.

Berger ha sido estos años un sindicalista proclive a la negociación. Durante la presidencia del socialista François Hollande, consensuó con el Gobierno sucesivas reformas a las que la más intransigente CGT se oponía. También apoyó la anterior reforma de las pensiones de Macron, en 2019, reforma que quedó archivada al inicio de la pandemia en 2020.

La nueva reforma, presentada en enero, traspasaba una línea roja para la CFDT: el aumento de la edad de jubilación. La ruptura entre Berger y Macron dejó al presidente sin un aliado clave. Y propició, por primera vez en 13 años, la unidad sindical con la CGT y otros seis sindicatos.

Sin la insólita unidad sindical, difícilmente el movimiento social se habría prolongado durante cuatro meses y las manifestaciones, 12 hasta la fecha, no habríam sido tan masivas, con más de un millón de participantes en toda Francia en muchas ocasiones. Es un éxito de Berger, Martínez y el resto de sindicatos.

Los sindicatos, debilitados en las últimas décadas y con una de las tasas de militancia más bajas de los países desarrollados, han salido reforzados de esta crisis. Pero han fracasado en lo esencial: no han convencido a Macron para que renunciase a la reforma, o al menos, la dejase en suspenso. En otoño entrará en vigor.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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