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Juan Sebastián Chamorro: “En la oposición nicaragüense han madurado espacios de comunicación interna positivos”

El excandidato presidencial y preso político desterrado asegura en entrevista con EL PAÍS que los opositores de Nicaragua, tras muchos bandazos internos, están “bastante unidos” para formar un solo frente contra el régimen

Nicaragua political prisoners
Juan Sebastián Chamorro acompañado por Pedro Vázquez celebran su llegada al hotel en Chantilly, Virginia, el jueves 9 de febrero de 2023.Jose Luis Magana (AP)
Wilfredo Miranda Aburto

Juan Sebastián Chamorro es uno de los presos políticos desterrados más visibles de la oposición nicaragüense: fue precandidato presidencial, ha trabajado de cerca con el sector privado y en 2018 estuvo en primera fila de las fallidas negociaciones con el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Luego de ser excarcelado y despojado de su nacionalidad en febrero pasado, el economista se reinventa junto a su familia en Estados Unidos, a la vez que retomó de inmediato su activismo político.

Por estos días de abril, en los que se cumple el quinto aniversario de las protestas sociales que cimbraron a la Administración sandinista, los opositores como Chamorro tienen un reto que parece ser el más difícil de todos, incluso por encima de la cárcel que soportaron: ponerse por fin de acuerdo y unirse para plantar cara a un régimen que consideran una “dictadura criminal”. La unidad se ha vuelto un “anhelo” y los distintos grupos han dado tantos bandazos que el capital político que consiguieron, tras la rebelión de abril, está en riesgo.

Coinciden todos en que la salida de la cárcel les ha dado “madurez política”. Dicen que en el exilio y el destierro se han abierto espacios de interlocución que los pone muy cerca de fraguar unidad. Aunque no está claro el avance ni el calado de esas pláticas, por ahora los opositores intentan transmitir una sensación de consenso que, en los últimos días, está siendo torpedeada por los sectores más radicales de derecha, la mayoría afincados en Miami. En esta entrevista con EL PAÍS, Chamorro hace un balance de la situación y analiza dónde se encuentran hoy el régimen y la oposición.

Juan Sebastián Chamorro es abrazado por su sobrina tras salir de una prisión de Managua el 30 de diciembre de 2019.
Juan Sebastián Chamorro es abrazado por su sobrina tras salir de una prisión de Managua el 30 de diciembre de 2019.CARLOS HERRERA (Reuters)

Pregunta. Ya tiene casi dos meses excarcelado y en el destierro. ¿Cómo se ha adaptado?

Respuesta. Relativamente bien, en el sentido de que, a diferencia de la mayoría de mis hermanos que venían en el vuelo de los 222 excarcelados, ya tenía en Estados Unidos a mi familia, a mi esposa y mi hija. Una suerte que no han pasado la inmensa mayoría de ellos. Obviamente la adaptación siempre es compleja. En la cárcel, después de 20 meses, uno desarrolla una rutina y cambiar de rutina es parte de la adaptación.

P. Casi de inmediato, después de la excarcelación, lo vimos en foros internacionales, como en el Congreso de Estados Unidos y Naciones Unidas. ¿Cómo está viendo la comunidad internacional a Nicaragua, sobre todo cuando en el mundo hay otros incendios?

R. Me ha sorprendido positivamente el tema de Nicaragua en general. No la situación de nosotros los presos, sino de nosotros los nicaragüenses, que ha estado sobre la agenda. El momento de nuestra liberación ocurrió cuando pasaban varias cosas que volvieron a poner a luz internacional a Nicaragua: las declaraciones del papa Francisco y el informe de los expertos de Naciones Unidas.

P. ¿Qué cree que hubo detrás de la decisión del régimen de excarcelarlos, sobre todo cuando Ortega y Murillo los veían como “fichas de canje”?

R. La explicación que dio el Gobierno de Estados Unidos es lo que pasó. Es decir, fue una decisión unilateral de Managua. No creo que haya habido más negociación de fondo, más que la parte operativa de nuestra salida: el tema de los pasaportes, el avión, etcétera. Y esto es una acción típica de Ortega. A mí me tocó verla en la mesa de la negociación en 2019 cuando, si bien es cierto había mucha presión, también se sentía que la dictadura ya había tomado la decisión unilateral de sacar a los aproximadamente 700 presos políticos. Y eso me recuerda mucho a nuestra salida: Los presos políticos se habían convertido en un peso político muy fuerte para Ortega a nivel nacional e internacional. Quiso sacarse ese peso de encima. Aunque esta vez lo hizo solamente a medias porque con la negativa de Monseñor Rolando Álvarez de no subirse al avión, quedó un preso político muy importante, aparte de los 37 restantes.

P. Sin embargo, el régimen sigue atropellando y apresando a más personas… A la vez suspenden relaciones con el Vaticano y guardan un silencio bastante elocuente, al menos públicamente, tras el informe de los expertos de la ONU. ¿Cómo lee el momento en el que están Ortega y Murillo?

R. No siento que haya una relajación o una disminución de la represión. Todo lo contrario: ves el discurso agresivo contra el Vaticano o contra Monseñor Álvarez. Posterior a nuestra nuestra liberación la dictadura ha mostrado un recrudecimiento, pero miden el sentimiento de la gente. Previo a esta Semana Santa, cuando prohibieron las procesiones, exhibieron a monseñor Álvarez en un interés de mostrarse, tal vez, un poquito menos radicales. Sin embargo, la actitud represiva la tienen y la van a seguir teniendo. No debemos de engañarnos con estos gestos de posible ablandamiento. La dictadura va a seguir apretando tuercas en tanto existan expresiones de oposición y de protesta.

P. Usted trabajó de cerca con el sector privado y es economista. ¿Cómo interpreta la decisión de decapitar al Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep) y a todas sus cámaras? ¿Qué impacto real puede tener?

R. El impacto ya se estaba teniendo. Es decir, descabezar a toda la gremialidad de un país representa un costo altísimo para la inversión; en realidad, para la poca inversión que puede haber en un país como Nicaragua. En todos los países, aun en las condiciones más difíciles, se necesita un cierto grado de resolución de problemas prácticos: que el contenedor, que la aduana, que el permiso... Cosas que no tienen absolutamente nada que ver con la política. Ese tipo de gestiones quedaron eliminadas. Eso convierte al país en uno mucho más difícil para hacer inversiones y negocios. Muchas inversiones se van a ir a otros lugares. Esto es un reflejo más de lo que ha hecho Ortega en el pasado: atacar directamente a la Iglesia, conflictuar con Estados Unidos y con el sector privado. Exactamente lo mismo que hizo en los ochenta. ¿Y cómo le fue?

P. Si bien es cierto que la persecución fue un factor que impidió que la oposición se uniera en 2021, hubo muchos desencuentros entre ustedes que contribuyeron a la división. Después del duro paso en prisión, ¿cómo están frente a la demanda de unidad?

R. Estamos bastante unidos. Estoy hablando del núcleo de presos que estuvimos en El Chipote. Estamos muy unidos, con una fraternidad que se cultivó y se trabajó fuertemente en los meses de encierro. Eso es una cosa bastante importante de resaltar, pero también se han minimizado algunos gestos de unidad que se dieron en el 2021. El acuerdo Nicaragua Primero, de febrero del 2021, es un documento clarísimo en el que todos nos pusimos de acuerdo para apoyar al candidato que resultara electo. Cuando le quitan la Personería al PRD (Partido Restauración Democrática), los demás candidatos van a la otra plataforma opositora, CxL (Ciudadanos por la Libertad), a decir compitamos en este proceso... pero a la semana de esa decisión es que nos echan presos a todos. ¿Qué te está diciendo ese gesto de la dictadura? Que ellos estaban viendo que no iba a ser posible ya en ese momento dividirnos. De modo que no tuvieron más remedio que echarnos presos.

P. En Costa Rica existe el proceso de diálogo opositor llamado Monteverde y otras plataformas opositoras en el exilio. ¿Usted está participando en alguna de ellas?

R. Estoy participando en todo espacio político que se me invite. Creo que hay una lección aprendida a partir de lo que te he mencionado antes… Toca tener autocrítica. Faltaron muchos espacios de comunicación. Y eso lo he encontrado ahora. Me ha dado cierta satisfacción saber que personalidades de diversas índoles se han sentado a conversar. En la oposición han madurado espacios de comunicación interna que son positivos. Y mi posición con relación a esto es colaborar en lo que sea necesario, tratar de sumarme a todos los esfuerzos unitarios y seguir adelante.

P. La oposición tiene por delante el reto de la unidad, pero también cómo incidir en Nicaragua desde el destierro.

R. Efectivamente las organizaciones han sido desaparecidas por la dictadura, pero hay nicaragüenses y patriotas en el país que conservan todavía ciertas estructuras políticas. Yo lo dejaría ahí porque es un tema de seguridad muy obvio. Pero hay que ser realistas: se hace más difícil el trabajo político desde el destierro. Pero considero que cuando un pueblo entero está en contra de un sistema represivo, es cuestión de tiempo. Entonces lo que hay que hacer es seguir organizándose.

P. Muchos hablan de que el régimen tiene cierto desgaste y fricciones internas. ¿Cómo se posiciona la oposición frente a trabajadores públicos que son rehenes en Nicaragua?

R. Después de abril de 2018, nuestro discurso a todo el sector público fue demasiado severo. Tenemos que tener una comunicación de más acercamiento con todos esos rehenes del gobierno, que son miles. Hay miles de nicaragüenses honestos que están hartos de este régimen dictatorial y que por necesidad tienen que estar en el sector público. Ellos van a jugar un papel muy importante en la Nicaragua del futuro. Si estas son personas que no han cometido ningún ilícito, que han respetado los derechos humanos, y lo que tienen son cargos en el sector público, pues hay que conversar. Yo vengo del sector público y me he encontrado a gente que es solidaria con la causa azul y blanco. Creo que es importante tener muy presente ese factor. Ortega se mantiene por la fuerza de la policía y los militares, pero hay mucho descontento incluso dentro de sus propias filas.

P. ¿La comunidad internacional debería aumentar la presión sobre el Ejército de Nicaragua?

R. Soy de la idea de acciones particulares que no afecten el bienestar del nicaragüense promedio. Lo más importante es apuntar a organizaciones que le significan recursos económicos a la dictadura. Y claro, funcionarios que han sido parte de abusos de derechos humanos y corrupción. En ese sentido deberían estar orientadas las acciones.

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Sobre la firma

Wilfredo Miranda Aburto
Periodista nicaragüense. Colaborador de EL PAÍS basado en Costa Rica, donde está exiliado. Ha cubierto temas políticos, en especial sobre violaciones de derechos humanos: desplazamiento forzado, tráfico ilegal de tierras indígenas, medio ambiente y ejecuciones extrajudiciales en Centroamérica. Ha ganado el premio Ortega y Gasset y el Rey de España.

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