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El chavismo endurece el tono y condiciona el diálogo al levantamiento de las sanciones de Estados Unidos

Jorge Rodríguez aleja la viabilidad de la negociación con la oposición en la mesa instalada en México

Jorge Rodríguez junto a Rafael Correa, este jueves en Caracas.
Jorge Rodríguez junto a Rafael Correa, este jueves en Caracas.Carlos Becerra (Bloomberg)

La plana mayor chavista ha decidido endurecer el tono en sus negociaciones políticas con la oposición venezolana. Jorge Rodríguez, actual presidente de la Asamblea Nacional, y uno de los hombres más influyentes del alto Gobierno bolivariano, ha condicionado la firma de cualquier acuerdo en la mesa de negociación en México a que Estados Unidos levante definitivamente, y sin condiciones, todas las sanciones económicas contra el país.

“Lo afirmo responsablemente: Venezuela no va a firmar ningún acuerdo con ese sector de la oposición venezolana hasta que esté cien por ciento libre de sanciones, hasta que no se levanten las 765 medidas coercitivas unilaterales, firmadas por Donald Trump y Barack Obama”, dijo Rodríguez, quien calificó de “inmoral” que aquellos que “pidieron sanciones internacionales contra Venezuela, ahora pidan elecciones libres y justas.”

Estas palabras se escucharon en un acto organizado por el Gobierno en la Plaza Bolívar, en el centro de Caracas, en el marco del Día del Antimperialismo. Rodríguez aseguró que el chavismo “no le teme a ninguna elección”, y que aquellos que pidieron sanciones internacionales contra el país deberán responder ante la justicia, en referencia a los políticos opositores. Añadió que “los diálogos no son para perdones, sino para acordar, en los términos que se pueda acordar, elecciones libres, justas, competitivas, democráticas y sin olvido”.

Las declaraciones de Rodríguez –considerado uno de los alfiles del ala política y “moderada” del mando de Nicolás Maduro- llegan en un momento en el que la mesa de diálogo de México está anestesiada, en punto muerto desde hace semanas. El Gobierno de Nicolás Maduro ha ido de menos a más, endureciendo progresivamente su tono y condiciones frente a sus adversarios conforme avanzan los meses. Mientras, en los partidos de la oposición venezolana se trabaja en la elección de un candidato unitario en las primarias del próximo mes de octubre.

En el Palacio de Miraflores nadie disimula su molestia por el retraso en el desbloqueo de las medidas aprobadas por ambas partes para orientar recursos de la nación congelados en el extranjero, que deben ser destinados a atender la emergencia social del país, y que iban a ser administrados por Naciones Unidas. El dinero, por ahora, no ha empezado a circular, y el presidente Nicolás Maduro culpa a Estados Unidos de estar retrasándolo.

Estados Unidos ha hecho varias concesiones al Gobierno revolucionario venezolano en el tiempo reciente: la liberación de dos sobrinos de la primera dama, Cilia Flores, presos bajo acusaciones de narcotráfico; el levantamiento de las sanciones al empresario Eric Malpica Flores, otro sobrino de la esposa del presidente, y la concesión otorgada a Chevron para reactivar la producción de crudo en el país, que podría traer al remolque nuevos acuerdos.

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Para Miraflores, lo concedido por Estados Unidos hasta ahora no es suficiente. Hace unas semanas, el propio Maduro asistió a Con el mazo dando, programa de opinión que tiene Diosdado Cabello, el segundo al mando del régimen, y ambos se burlaron de la dirigencia opositora y del anuncio de primarias. “Se lo he dicho a Jorge Rodríguez, con esa gente (la oposición venezolana) no tiene sentido negociar nada, eso es perder el tiempo, no tienen palabra. Solo obedecen órdenes de Estados Unidos”, dijo Maduro.

Pedro Benítez, historiador y analista político, considera que esta subida de tono “es parte de un estilo característico del Gobierno de Maduro en estos casos: gritar y vociferar para obtener espacios, para ganar tiempo, siempre con la amenaza por delante”. “No les ha ido mal de esa manera”, añade. Entre la delegación opositora han preferido tomarse con calma estas declaraciones. Algunos portavoces, que prefieren no ser identificados, interpretan lo dicho como “una jugada hacia adelante”.

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