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Scholz pide a China que no suministre armas a Rusia y que use su influencia para que Putin retire sus tropas

El canciller alemán hace balance en el Bundestag del primer año de la ‘Zeitenwende’, el anuncio de un cambio de era en la política de seguridad de Alemania

El canciller alemán, Olaf Scholz, durante su discurso de este jueves en el Bundestag.Foto: REUTERS/Annegret Hilse | Vídeo: EPV
Elena G. Sevillano

El primer aniversario de la invasión rusa de Ucrania ha marcado también un año del histórico discurso que el canciller alemán, Olaf Scholz, pronunció el 27 de febrero de 2022 en el Parlamento alemán. Anunció entonces una Zeitenwende, o cambio de era, que ha dado un giro de 180 grados a la política exterior y seguridad y redefinido el papel que debe ocupar la primera economía europea en el mundo. Scholz ha hecho balance este jueves de un año de guerra en Ucrania y de sus consecuencias para Alemania, pero también ha querido enviar un mensaje claro a China, principal socio de Moscú: “Utilice su influencia para presionar por la retirada de las tropas rusas. No suministre armas a la Rusia agresora”, ha subrayado durante un discurso en el Bundestag.

El canciller ha enfatizado la soberanía de Ucrania y ha rechazado las llamadas al inicio de las negociaciones de paz en este punto del conflicto y cuando no hay ningún indicio de que Vladímir Putin esté dispuesto a negociar. No puede haber “una paz dictada contra la voluntad de las víctimas”, ha remarcado. Scholz entiende que una paz sin el acuerdo de Ucrania sería un error no solo “por razones morales”, sino también pensando en “el bienestar” de Alemania y la seguridad de Europa y del mundo. Sería “un estímulo fatal para el atacante si se recompensara la violación del derecho internacional y el orden de paz europeo”, ha insistido.

El canciller ha criticado, aunque sin nombrarlas directamente, las protestas contra el envío de armas a Ucrania, protagonizadas por los dos extremos del arco parlamentario alemán, la izquierda radical y la ultraderecha, que reunieron recientemente a más de 10.000 personas en la capital: “La paz no se crea gritando ‘nunca más la guerra’ aquí en Berlín, y al mismo tiempo exigiendo que se detengan todas las entregas de armas a Ucrania”, ha señalado. “Si Ucrania dejara de defenderse, no sería la paz, sino el fin de Ucrania”, ha advertido: “El amor a la paz no significa sumisión a un vecino más grande”.

Scholz se ha reafirmado en el objetivo del 2% del PIB destinado a defensa que exige la OTAN y que anunció hace un año al tiempo que prometía un fondo extraordinario de 100.000 millones de euros para modernizar la Bundeswehr, las Fuerzas Armadas alemanas. Esa promesa fue la parte más tangible de su discurso de la Zeitenwende, pero está costando que se materialice. Las voces críticas respecto a la velocidad del cambio de era son cada vez más sonoras, tanto en la arena nacional como en el extranjero. “El canciller prometió cambio, pero está ocurriendo a velocidad de glaciar”, decía la semana pasada la revista británica The Economist.

“Ponemos fin al abandono de nuestras Fuerzas Armadas. Esto se traduce en el fondo especial para el ejército, por el que doy las gracias al principal partido de la oposición”, ha señalado en referencia a la CDU y a su líder, Friedrich Merz, que votó a favor de los 100.000 millones de euros. Pero la oposición también está atizando a Scholz con la velocidad de tortuga de los cambios en la Bundeswehr, una organización muy burocrática, con aversión al cambio, y de la que varios de sus mandos han dicho que sería incapaz de defender a Alemania en caso de ataque. El canciller prometió hace un año un aumento del gasto en defensa en el presupuesto federal y, según ha dicho este jueves, “la promesa es válida”. Se trata de un incremento “duradero”, ha precisado.

Pero lo que se requiere ahora es que el fondo especial se gaste de manera efectiva y con rapidez para mejorar cuanto antes el estado del ejército. “Un año de cambios se ha convertido en un año de pérdida de tiempo”, le ha espetado Alexander Dobrindt, líder del grupo parlamentario de la CSU en el Bundestag, durante el debate posterior. “El presupuesto de Defensa está 300 millones por debajo del de 2022″, ha criticado Merz, que ha insistido en que de los 100.000 millones solo se han gastado efectivamente 600. “La industria espera pedidos que no llegan”, ha acusado.

Scholz ha pasado de puntillas por el estado de la Bundeswehr, que ha dejado para el último tercio del discurso y cuando ya llevaba 19 minutos hablando. Ha prometido ayuda a la industria armamentística para que pueda establecer una “producción continua de armas, equipos y municiones importantes” y ha reiterado que su Gobierno pondrá en marcha los “contratos a largo plazo y pagos iniciales” que son necesarios “para desarrollar la capacidad de fabricación”. El Ejecutivo de Scholz chocó con las empresas de armamento alemanas hace unas semanas con acusaciones cruzadas sobre falta de iniciativa. Las compañías dejaron claro que sin pedidos, ellas no fabrican.

El canciller viaja este mismo jueves, a última hora, a Washington para reunirse con el presidente estadounidense, Joe Biden. Los mandatarios hablarán de la situación en Ucrania y de cómo seguir apoyando a Kiev. El encuentro será atípico porque Scholz no viaja en esta ocasión con una gran delegación ni con periodistas alemanes. Tampoco está prevista una rueda de prensa posterior, según el diario Frankfurter Allgemeine, que informa de que el canciller quiere una reunión privada y tranquila.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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