El Reino Unido y la UE cierran finalmente un acuerdo sobre el encaje de Irlanda del Norte en la era post-Brexit
Sunak confía en sofocar la rebelión de los euroescépticos conservadores con un acuerdo que facilita el tránsito de mercancías entre la isla de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. El encuentro de Von der Leyen con el rey Carlos III causa polémica
El primer ministro británico, Rishi Sunak, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, han logrado cerrar este lunes el acuerdo más perseguido y esquivo de los dos últimos años. El Reino Unido y la UE solucionan así los problemas más graves derivados del Protocolo de Irlanda del Norte. El tratado, que resultó fundamental para cerrar las negociaciones del Brexit, ha supuesto el escollo más grave de las relaciones entre Londres y Bruselas.
El nombre escogido, el Acuerdo Marco de Windsor (The Windsor Framework) es lo suficientemente sutil como para satisfacer a ambas partes. Recoge parte de los cambios perseguidos por el Gobierno británico, pero respeta —no modifica ni reemplaza— el Protocolo de Irlanda de Norte, como ha insistido siempre la UE. Lo mejora con acuerdos puntuales, inspirados en el espíritu del propio protocolo y del Acuerdo de Viernes Santo de 1998, que puso fin a décadas de violencia sectaria en Irlanda del Norte.
“Hoy hemos cambiado el protocolo original, y presentamos el nuevo Acuerdo Marco de Windsor. Gracias a él, habrá un intercambio comercial más suave y fluido a lo largo de todo el Reino Unido, se protegerá el lugar que corresponde a Irlanda del Norte dentro de nuestra unión [de naciones] y quedará salvaguardada la soberanía del pueblo norirlandés”, ha anunciado Sunak en la Sala del Consejo del Ayuntamiento de Windsor, localidad a 40 kilómetros al oeste de Londres.
La habitación concentra los retratos de todas las reinas, reyes y príncipes consortes de la historia reciente del Reino Unido, testigos mudos de un acuerdo que ambos dirigentes han calificado de histórico y de un nuevo capítulo en las relaciones entre la isla y el continente. “El nuevo Acuerdo Marco de Windsor beneficiará a Irlanda del Norte y a todas las comunidades de la isla de Irlanda que celebran la paz alcanzada. Creo que podemos abrir ahora un nuevo capítulo en nuestra relación. Una colaboración más fuerte entre el Reino Unido y la UE, como socios cercanos, hombro con hombro, ahora y en el futuro”, ha afirmado Von der Leyen.
Este último maratón de buena voluntad ha contado con el apoyo del Palacio de Buckingham, ya que Carlos III se ha reunido también con la jefa del Ejecutivo comunitario. La decisión de involucrar al rey ha causado polémica.
La presencia de Sunak y Von der Leyen en Windsor, donde el monarca tiene una de sus residencias, desataba la curiosidad de los turistas. Paradójicamente, por primera vez en esta localidad tan visitada, la ola de teléfonos móviles no era para fotografiar a un miembro de la realeza, sino a la presidenta de la Comisión Europea.
La oposición laborista ya ha anunciado su voluntad de respaldar el acuerdo alcanzado por el Gobierno si, finalmente, se somete a votación. Sunak, que se comprometió a dar voz en el asunto al Parlamento, ha confirmado este lunes que los diputados votarán el acuerdo alcanzado con la UE, como reclama el sector euroescéptico. Técnicamente, no es necesario. Lo acordado no supone una alteración del texto del protocolo de Irlanda. Son soluciones concretas a problemas concretos, pero siempre —según Bruselas— dentro de los márgenes impuestos por el tratado.
Los unionistas norirlandeses del DUP, cuyo respaldo al acuerdo exigen muchos euroescépticos antes de comprometer el suyo, ya han anunciado que se darán un plazo —de días, más que de horas— para estudiar con detalle un acuerdo que no conocen en su integridad, antes de dar una opinión definitiva y de confirmar si es suficiente para poner fin a su bloqueo de las instituciones de Irlanda del Norte.
Líneas verdes y líneas rojas
Sunak ha confirmado los detalles más relevantes de lo acordado, que ya habían sido filtrados en los días previos al anuncio. Los productos que viajen desde Gran Bretaña (Inglaterra, Escocia y Gales) hacia Irlanda del Norte o viceversa como destino final —es decir, que no prosigan viaje hacia territorio de la UE, como Irlanda o el continente— circularán por la llamada “línea verde”, y estarán exentos de todos los controles aduaneros y sanitarios que habían complicado las tareas de las empresas exportadoras.
Esa fue la causa que desató, hace ya dos años, la llamada “guerra de las salchichas”. Las grandes cadenas de supermercados británicas con establecimientos en Irlanda del Norte debían rellenar hasta 500 certificados de los productos contenidos en un solo contenedor (desde galletas a productos cárnicos). Ahora no será necesario, como tampoco se exigirá que los productos elaborados en Gran Bretaña con destino a comercios norirlandeses deban cumplir la normativa de calidad comunitaria. Bastará con la británica.
Finalmente, los nuevos medicamentos que apruebe la agencia reguladora del Reino Unido podrán llegar de inmediato a las farmacias de Irlanda del Norte. No será necesario el visto bueno de la Agencia Europea del Medicamento.
A cambio de todo esto, Londres se ha comprometido con Bruselas a facilitar información digital instantánea de los movimientos. Los productos que atraviesen Irlanda del Norte, pero no permanezcan allí, deberán viajar por una “línea roja” y pasar todos los controles impuestos por el protocolo para proteger el mercado interior de la UE.
Londres logra, además, retener el control del IVA u otros impuestos y tasas—como los del alcohol― para que haya unidad fiscal en el territorio británico.
El “freno” de la Asamblea norirlandesa
Parte fundamental de lo acordado tiene que ver con la aprobación de nuevas leyes y normas reguladoras de la UE para el mercado interior, que deberían aplicarse directamente a Irlanda del Norte, o con el papel del Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) como supervisor último del buen funcionamiento de ese mercado. “Hoy introducimos el llamado freno de Stormont [el nombre con que se conoce a la Asamblea Autónoma norirlandesa]. Muchos habían pedido que la Asamblea tuviera voz en esas nuevas leyes. El mecanismo permite que la Asamblea pueda frenar la aplicación de esas leyes en Irlanda del Norte”, ha dicho Sunak. “Establece un claro proceso por el que ese organismo democráticamente elegido puede activar un freno de emergencia ante cambios que tengan un impacto duradero e importante en el día a día de sus ciudadanos”, ha explicado el primer ministro.
El acuerdo exige que sean 30 diputados de al menos dos partidos [Stormont tiene 90 diputados] los que activen ese mecanismo, y pide que se demuestre que la nueva legislación supondrá cambios relevantes y de larga duración en el día a día de los ciudadanos.
Condición indispensable para usar este “freno” es que se constituyan el Parlamento y el Ejecutivo autónomos, hoy bloqueados por el unionismo norirlandés.
Londres y Bruselas han acordado que el Tribunal de Justicia de la UE pase a ser el último recurso en la supervisión del funcionamiento del mercado interior en Irlanda del Norte, y permitir que se activen previamente mecanismos de arbitraje. La presencia de ese tribunal se había convertido en casus belli para euroescépticos conservadores y unionistas norirlandeses. “El Tribunal de Justicia de la UE es el árbitro último y único de la ley de la UE. Es algo natural, prescrito por el orden legal comunitario”, ha matizado Von der Leyen. “Tendrá la última palabra en asuntos relacionados con la ley comunitaria y el mercado interior. Pero en este nuevo Acuerdo Marco de Windsor hemos querido trabajar, no solo sobre las leyes de la UE o el TJUE, sino también sobre paneles de arbitraje. Ahí entra el nuevo freno de Stormont”, ha señalado la presidenta de la Comisión Europea.
Von der Leyen ha sido recibida por Carlos III después de su comparecencia conjunta con el primer ministro, según ha confirmado el Palacio de Buckingham. El encuentro, según ha insistido un portavoz de Downing Street, “no tiene nada que ver con las negociaciones del protocolo”. Las críticas de numerosos euroescépticos conservadores, e incluso de miembros del Partido Demócrata Unionista norirlandés (DUP) ―el causante del bloqueo de las instituciones autonómicas por su rechazo al protocolo, que veía en la jugada un abuso de la debida posición de neutralidad política del monarca—, han enturbiado toda la escenografía preparada.
“Es sorprendente que el rey se reúna con Ursula von der Leyen hoy [lunes], porque choca frontalmente con el deseo de aquellos con los que el primer ministro quiere ser conciliador”, ha dicho Jacob Rees-Mogg, exministro y anti-UE de primera hora. “No parece muy acertado desde un punto de vista constitucional implicar al rey en un asunto que va a provocar controversia política”, ha añadido el político conservador.
El enredo aún se ha complicado más porque el Palacio de Buckingham y Downing Street se han señalado mutuamente. El entorno del rey ha indicado que la invitación a la presidenta de la Comisión Europea se ha hecho a petición de la oficina del primer ministro, mientras el equipo de Sunak insistía en que la decisión corresponde a palacio.
La rebelión de los euroescépticos
Sunak ha viajado directamente de Windsor al Palacio de Westminster, la sede de la Cámara de los Comunes, para presentar a los diputados los detalles del pacto. Poco antes, Downing Street ha publicado finalmente el texto. El primer ministro mantiene desde hace dos semanas reuniones cara a cara con muchos euroescépticos para convencerlos de que el acuerdo es una buena solución para rebajar la tensión en Irlanda del Norte, recuperar la normalidad en ese territorio y poner fin al conflicto con Bruselas.
“Entiendo que todos quieran tomarse el tiempo necesario para estudiar los detalles del acuerdo anunciado. Debemos dar ese espacio, y es algo que respeto. Pero creo que lo conseguido hoy es un logro muy importante”, ha dicho Sunak en Windsor.
El tono de las intervenciones de euroescépticos relevantes, o de unionistas norirlandeses recalcitrantes, en la Cámara de los Comunes ha resultado mucho más calmado y prudente de lo que se anticibapa. El llamado “freno de Stormont”, la sorpresa más relevante del acuerdo alcanzado por Sunak, ha dejado descolocados a muchos de sus críticos. “Estoy muy orgulloso de lo logrado. Creo que el primer ministro ha conseguido un gran logro”, ha dicho Steve Baker, uno de los críticos más acérrimos de la UE, que organizó en su día la caída de la ex primera ministra, Theresa May, precisamente por su fallida negociación respecto a Irlanda del Norte.
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