Castelvetrano, la zona cero del clan del capo Messina Denaro
El pueblo natal de la familia del mafioso detenido después de 30 años de huida fue durante tiempo el paradigma de la ‘omertà'. Algunos, como Giuseppe Cimarosa y su familia, rechazaron el vínculo con el crimen
La abuela de Giuseppe Cimarosa, sentada el miércoles por la mañana en la cocina de casa, fue la persona que ayudó a nacer al capo de la Cosa Nostra Matteo Messina Denaro. Es decir, su matrona. La madre de Giuseppe es, a su vez, la prima del capo. De hecho, por la estantería de casa corre el álbum de fotos de la boda de ella con los retratos nupciales, en los que aparece un entonces joven capo, delgado, con gafas de sol y un cigarrillo en la mano. El padre de Giuseppe, que hoy parece un volcán a punto de estallar, murió hace tiempo. Pero su progenitor fue el primer y único arrepentido del clan Messina Denaro y asestó el mayor golpe a la organización del capo de Castelvetrano. Un orgullo para su hijo, pero también una condena para una familia que renegó de sus vínculos de sangre con la mafia en un pueblo que durante años se acostumbró al silencio y a evitar pronunciar aquel nombre. “Espero que los vecinos lo celebren hoy, porque tienen una posibilidad de rescatar su dignidad, su identidad. Y eso pasa una vez en la vida”, lanza en el salón de su casa Giuseppe, de 40 años.
Castelvetrano (30.893 habitantes), un pueblo de la provincia de Trapani (Sicilia) cuyo Ayuntamiento ha estado intervenido durante años por delitos de mafia, es la zona cero del imperio mafioso de Messina Denaro, fugado durante 30 años. El último gran capo de la Cosa Nostra, de 60 años, arrestado el lunes pasado en una clínica de Palermo donde se trataba un cáncer, construyó aquí una leyenda heredada de su padre. Don Ciccio, el patriarca de la familia mafiosa, fue un capo que vivió y murió huido de la justicia. La policía solo pudo encontrarlo cuando ya había fallecido. Su hijo Matteo, que siempre tuvo miedo de terminar igual, lo vistió con un traje y lo dejó impoluto para que la policía lo recogiese. Una forma de respeto y la única manera de que la familia pudiese celebrar un funeral. Cada 30 de noviembre, aniversario de la muerte de Don Ciccio, Il Giornale di Sicilia publica puntualmente una esquela que siempre termina con la firma: “I tuoi cari [tus seres queridos]”. Nadie duda de quién la encargaba. Dentro de 10 meses podrá comprobarse por primera vez.
Castelvetrano y toda la zona de la provincia de Trapani, incluido el colindante pueblo donde se ocultaba el capo antes de ser detenido el lunes (Campobello di Mazara), siguió gobernado en la sombra por el boss. Su hermana Patrizia fue la encargada de atemorizar y extorsionar durante años a vecinos y empresarios. También a los Cimarosa, que aguantaron el tipo. En la plaza del Ayuntamiento, el alcalde ha convocado este miércoles por la mañana una manifestación para decir que el pueblo reniega de la mafia y del estigma que ha arrastrado en los últimos años. “Tendremos libertad para expresarnos, para montar empresas y comerciar sin miedo”, lanza Enzo Alfano (Movimiento 5 Estrellas) ante una plaza llena de niños con carteles y pancartas a favor de las víctimas y de figuras legendarias de la lucha antimafia como los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino. Pero no todos los vecinos piensan así.
La omertà imperó en este pueblo hasta la semana pasada. La tumba de Lorenzo Cimarosa, un pequeño empresario de Castelvetrano que rompió el muro de silencio en torno al hombre más buscado de Italia, amaneció destrozada hace tres años. Nadie se esforzó en buscar a los culpables. No hacía falta. Desde su modesta lápida, con inscripciones familiares que recuerdan su valor y valentía en el último año de su vida, puede verse el lujoso panteón de la familia Messina Denaro. Y algunos vecinos siguen viéndoles como benefactores: “Ha sido un error arrestarle… Su familia ha hecho mucho por este pueblo”, defiende uno de ellos. Giuseppe Cimarosa, que sufrió las consecuencias sociales y económicas de la confesión de su padre (le han embargado la casa para cumplir la sentencia condenatoria de su progenitor), teme que las cosas no cambien completamente en ese sentido. “¿Omertà? Claro, es el verdadero problema. La omertà ha creado a Matteo Messina Denaro. Está en la cabeza de la gente como una enfermedad. Y con eso soy pesimista. No logro entender cuál puede ser la solución. Pensaba que su arresto liberaría a la gente asustada, pero no está pasando”.
La zona de Castelvetrano conforma un crisol empresarial del capo. Giuseppe Grigoli, considerado el rey de los supermercados en Sicilia, fue detenido en 2013 por sus vínculos con él. Le confiscaron 12 empresas y 700 millones de euros que conducían al jefe mafioso. Pero los intereses del gánster abarcan también el sector inmobiliario en el norte de Italia, la energía eólica en toda la isla de Sicilia y las apuestas online. El diabólico entramado societario, una centrifugadora industrial de capitales, jamás permitía localizarle. Por eso fue tan importante el testimonio de Cimarosa, cuya familia decidió después renunciar al programa de protección de testigos y quedar expuesta a las amenazas y al aislamiento de la omertà del pueblo. Y por eso todo el mundo se pregunta ahora si el detenido colaborará con la justicia.
La abuela de Giuseppe, que vio crecer a Messina Denaro y conoce perfectamente la manera de ser de su familia, cuenta su nieto, cree que no sucederá. “Me gustaría que hablase. Si tiene una mínima conciencia humana, no tiene nada que perder. Se daría a sí mismo dignidad. Pero por lo que dicen mi madre y mi tía, que le han conocido bien, lo dudo mucho. Pero sería muy útil para derribar castillos invisibles y terminar con la omertà”. El capo es ahora la piedra de Rosetta del crimen organizado italiano. Si decidiese colaborar, podría descifrarse uno de los jeroglíficos criminales más enrevesados del mundo.
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