El bolsonarismo aniquila al centroderecha tradicional del PSDB en Brasil
El Partido de la Socialdemocracia Brasileña, fundado por el expresidente Cardoso, se ha encogido a su mínima expresión arrinconado por la ultraderecha. Sus figuras históricas apoyan a Lula
Las imágenes que compartió Fernando Henrique Cardoso junto a Luiz Inácio Lula da Silva —una en blanco y negro, la otra ya canosos— resumían la política contemporánea de Brasil. Pocos días después de la primera vuelta del 2 de octubre, el expresidente del tradicional Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), la gran formación de centro, anunciaba en las redes sociales el apoyo que ya había insinuado al líder indiscutible del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), su rival histórico. “En esta segunda vuelta voto por una historia de lucha por la democracia y la inclusión social”, manifestó de cara a los comicios de este domingo. Un respaldo entre adversarios que se antojaba inimaginable hasta hace poco.
Con enorme peso simbólico, el mensaje de Cardoso, de 91 años, quien gobernó Brasil entre 1995 y 2002, supuso una tregua en la rivalidad entre el PT y el PSDB, los grandes protagonistas de la polarización política antes de la irrupción del presidente Jair Bolsonaro, que busca reelegirse. Lula, que llegó a calificar el legado de Cardoso de “herencia maldita” y ahora dice echar de menos esa sana rivalidad, acumuló enfrentamientos con candidatos tucanos, como se conoce a los miembros del PSDB. Disputó las dos elecciones presidenciales en las que Cardoso resultó victorioso en 1994 y 1998, y después derrotó en 2002 en segunda vuelta a José Serra y en 2006 a Geraldo Alckmin, su actual candidato a vicepresidente. Esas veteranas figuras ahora respaldan a Lula en un ciclo electoral que ha encogido al centroderecha a su mínima expresión, arrinconada por el bolsonarismo.
A nivel territorial, São Paulo es ilustrativo. Por primera vez, el PSDB ni siquiera va a disputar la segunda vuelta en el Estado más poblado y rico del país, un bastión que gobernó por 28 años. São Paulo se ha convertido en un espejo de la polarización de la carrera presidencial, con una cerrada disputa entre los candidatos de Bolsonaro y Lula, Tarcísio de Freitas y Fernando Haddad, respectivamente. La era de los tucanos en la política paulistana ha llegado a su final. En un partido dividido, el actual gobernador, Rodrigo García, en el cargo desde este año, quedó tercero y brindó su “incondicional” apoyo a Bolsonaro y Tarcísio, al contrario que las figuras históricas.
La dilatada crisis del centro y la derecha moderada se ha visto agravada por el batacazo en la última cita electoral. Sin candidato presidencial del PSDB, el primer turno, como se conoce la primera vuelta, confirmó que ninguna tercera fuerza se abrió paso. Lula sacó el 48% de los votos cobijado por una amplia coalición de partidos y Bolsonaro se quedó con el 43%. Solo la senadora Simone Tebet, que ahora hace campaña para Lula, asomó cabeza por el centroderecha, con un 4% de apoyo. En el Congreso, el PSDB se ha hundido. Llegó a tener casi un centenar de diputados en tiempos de Cardoso, y a comienzos de mes solo logró elegir 18 entre 513 escaños, la menor bancada de su historia.
El PSDB tampoco gobernará Minas Gerais, el segundo mayor colegio electoral, en manos de un aliado de Bolsonaro que acaba de ser reelegido, donde solía ser una fuerza relevante. “Es un partido brutalmente resquebrajado”, apunta el politólogo Sergio Fausto, director de la Fundación Fernando Henrique Cardoso. Aún conserva alguna importancia en Estados menos relevantes, a la espera del desenlace de las elecciones a gobernador en Río Grande do Sul, Pernambuco y Paraíba, donde sus candidatos disputan el segundo turno. “Puede que el partido siga teniendo ahí una cierta expresión política, pero el viejo PSDB que tuvo una cara, un programa, una participación trascendente en la política nacional, ese partido está muerto”, dice Fausto.
Las que en su momento eran las figuras con mayor proyección del PSDB fueron cayendo una a una por el camino, por una u otra razón. La carrera de Aécio Neves, que perdió la segunda vuelta con Dilma Rousseff en 2014, acabó fulminada por escándalos de corrupción. Bruno Covas, un prometedor alcalde de São Paulo, murió por un cáncer en 2021, con apenas 41 años. João Doria se retiró como gobernador del estado de São Paulo para buscar la presidencia, pero tiró la toalla al ver que su aspiración presidencial no despegaba. Hace una semana anunció que abandonaba del partido.
Con las banderas de la socialdemocracia
Surgido de la Constitución de 1988, el PSDB reunió influencias ideológicas que iban desde el liberalismo económico hasta la democracia cristiana, bajo la bandera de la socialdemocracia. Los Gobiernos petistas lo empujaron al centroderecha, y desde allí contuvo a la extrema derecha hasta que irrumpió hace cuatro años Bolsonaro, un capitán retirado que cabalgó sobre el descrédito de los partidos. “El ascenso y la caída de los tucanos es un retrato en miniatura de la tragedia de la política nacional”, apuntaba recientemente O Estado de São Paulo, el gran periódico brasileño de centroderecha, en un lapidario editorial titulado Ni social, ni democrático.
Teóricamente en la oposición al Gobierno de Bolsonaro, la dilatada decadencia del PSDB ha terminado por tocar fondo. “La crisis de identidad se convirtió en esquizofrenia: sus parlamentarios se alinearon con ocho de cada 10 agendas gubernamentales, incluidas las que violaban el orden constitucional, fiscal y judicial”, señalaba el diario, crítico tanto del actual mandatario de ultraderecha como de Lula.
En medio del naufragio, los alicaídos tucanos depositan sus esperanzas en dos jóvenes que siguen en carrera y eventualmente podrían proyectarse como figuras nacionales. Eduardo Leite es favorito para volver a convertirse en gobernador de Río Grande do Sul, con el apoyo crítico del PT, mientras la excongresista Raquel Lyra encabeza las encuestas en Pernambuco, el estado del nordeste donde nació Lula. “El PSDB, en un nivel de protagonismo menor, puede jugar un rol en la rearticulación del centro político en Brasil –apunta Fausto–, pero esto no va a pasar de la noche a la mañana”.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS América y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la región.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.