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Patria y familia: los ministerios ideológicos de Meloni

La nueva primera ministra de Italia no podrá hacer experimentos en las carteras clave, pero imprime un carácter nacionalista y ultraconservador en las áreas relacionadas con los derechos civiles y el proteccionismo empresarial

Giorgia Meloni Italia
La nueva primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, justo después de ser nombrada, este sábado en Roma.GIUSEPPE LAMI (EFE)
Daniel Verdú

A las 10.11 de la mañana del sábado, en el Salón de las Fiestas del palacio del Quirinal, vieja residencia de papas y monarcas antes de ser la sede de la Presidencia de la República Italiana, Giorgia Meloni agarró la estilográfica dorada de la mesa y estampó su firma en el documento que la convertía en la primera mujer en presidir el Consejo de Ministros de Italia. La líder de Hermanos de Italia, un partido de ultraderecha que hace cinco años apenas tenía el 4% de los votos y se conformaba con el papel de comparsa en la coalición de derechas, será la jefa de un Ejecutivo conservador formado por los tres partidos que ocupan ese espectro en Italia desde hace dos décadas. Un Gobierno que tendrá dos vicepresidencias llamadas a mantener el equilibrio de fuerzas con Forza Italia y la Liga, encabezadas por Antonio Tajani y Matteo Salvini, respectivamente. Comienza así una nueva era en Italia. La única duda ahora, atendiendo al convulso inicio de este Gobierno, es cuánto durará.

El Ejecutivo de Meloni, de corte conservador en todas las áreas sociales y sin grandes nombres en ninguna de las carteras clave, fue desfilando ante el presidente de la República, Sergio Mattarella, para jurar el cargo, tal y como lo había hecho su jefa ante la mirada de su pareja, el periodista televisivo Andrea Giambruno y de su hija de seis años. Algunos de los nuevos ministros repetían (el de Economía, Giancarlo Giorgetti, lo era de Desarrollo económico con Mario Draghi) o habían tenido ya experiencia en Ejecutivos precedentes, como Antonio Tajani (ahora ministro de Exteriores) o Matteo Salvini (que ya fue vicepresidente y ministro del Interior en el primer Gobierno de Giuseppe Conte). En todas esas carteras cruciales para la gestión de la crisis que se avecina no habrá experimentos: el margen es demasiado pequeño. Pero Meloni ha reservado para todos aquellos ministerios donde están en juego los derechos civiles a sus perfiles más ideológicos.

La nueva primera ministra ha logrado devolver a la derecha al Palacio Chigi después de 11 años, cuando Silvio Berlusconi tuvo que abandonarlo precipitadamente, dejando a Italia al borde de la quiebra y con una prima de riesgo en un récord histórico (ella era ministra de Juventud). Para ello ha conformado una lista a una velocidad de vértigo, para los estándares italianos. Era difícil en un partido sin apenas clase dirigente y tras el rechazo de varios técnicos de prestigio para ocupar carteras como la de Economía (se conoce el de Fabio Panetta, consejero del BCE). Pero la ideología sobresale ya en el nombre que ha otorgado a algunos ministerios como el de Familia (al que se añade la palabra “natalidad”), al de Agricultura (le acompañará el apellido “soberanía alimentaria”) o el de Empresa (que irá unido al manido concepto de “made in Italy”).

El nuevo Ministerio de Familia, Natalidad e Igualdad de oportunidades es toda una declaración de intenciones. Desde ahí se desplegarán las políticas antiabortistas disfrazadas de incentivos a la natalidad y se subrayará la idea fundamental sobre la familia que tiene Meloni: solo puede serlo aquella que está constituida por un padre y una madre. Al frente del nuevo ministerio colocará a Eugenia Rocella, una ferviente antiabortista hija, paradójicamente, de uno de los fundadores del Partido Radical (que construyó su ideario en torno al derecho al aborto). Rocella es una enemiga declarada del testamento vital, de la fecundación in vitro con donación de óvulos, de la píldora abortiva Ru-486, de las familias homosexuales, de los derechos LGTBI, de la ley del divorcio exprés o de la eutanasia.

Rocella, hoy exponente del ala integrista católica de las llamadas asociaciones provida, afronta todas estas cuestiones con la fiebre del converso. En los años setenta fue una gran feminista del movimiento de liberación de la mujer y firmó un panfleto a favor del aborto. Pero en los ochenta se distanció de aquello y aseguró que llevaba “a la destrucción del individuo”. Más tarde, cuando Rocella era secretaria de Estado de Sanidad durante el último mandato de Berlusconi, se dio a conocer realmente cuando libró una batalla contra el derecho a morir dignamente de Eluana Englaro, una mujer que falleció en 2009, después de permanecer en coma desde 1992. Rocella promocionó el llamado Decreto Salva Eluana, que impedía que a una paciente en estado vegetativo se le interrumpiese la alimentación y la hidratación. El entonces presidente de la República, Giorgio Napolitano, se negó a firmarlo.

La soberanía alimentaria. El Gobierno de Meloni, sin embargo, también entiende la familia como un entorno de máxima lealtad en el que no hay inconveniente en colocar en puestos de responsabilidad. Aunque sean cargos públicos. De este modo, Francesco Lollobrigida, su cuñado, será el encargado de dirigir el Ministerio de Agricultura y Soberanía Alimentaria. El concepto de la “soberanía” subraya una de las grandes obsesiones de la ultraderecha italiana: la guerra a Bruselas para evitar determinadas cuotas de producción y las listas negras de alimentos, como la pasta o el aceite de oliva.

La agricultura y los productos de kilómetro cero o de proximidad, de este modo, se convertirán en un caballo de batalla contra la Unión Europea.

La soberanía empresarial. Uno de los ministerios que recibirán un nuevo apellido es la vieja cartera de Desarrollo Económico, que pasa a llamarse de Empresas y Made in Italy. La manida paradoja de usar un anglicismo para referirse a los productos hechos en Italia se convertirá así en el epígrafe de un importante ministerio que dirigirá Adolfo Urso, exponente del viejo Movimiento Social Italiano (MSI), la matriz posfascista de la que procede Hermanos de Italia.

La identidad de las empresas italianas es otra de las obsesiones de la derecha italiana, que ha visto con horror cómo las grandes firmas del país pasaban a manos extranjeras sin que el gobierno de turno interviniese: desde referentes de la moda como Gucci o Valentino a grandes conglomerados industriales como Fiat o Pirelli. Desde aquí se gestionará las ayudas de Estado y se patrocinarán las luchas necesarias para que no se produzcan otras fugas

El mérito, el deporte y seguridad energética. El vocabulario de la ultraderecha alcanza en el Gobierno de Meloni una nueva dimensión. Aunque algunos ministerios no vayan a cambiar sustancialmente, la nueva primera ministra ha querido rebautizarlos para dar a entender lo que espera de ellos. De este modo, la cartera de Educación se llamará también de “mérito”, uno de los valores que ella ha proclamado en los últimos tiempos, también en relación con el ascenso de la mujer a puestos clave de la Administración. “Mérito, no cuotas”, suele decir. El Ministerio de Deporte será también el de Juventud, dando a entender que ese es uno de los valores que deben promocionarse frente a “las desviaciones juveniles”. El Ministerio de Transición Ecológica, pieza angular del anterior Ejecutivo para articular los fondos del plan de recuperación tras la pandemia —PNRR, por sus siglas en Italiano— pasará a llamarse de Seguridad Energética. Lo dirigirá un exponente de Forza Italia y desde su nuevo título buscará la autosuficiencia de la energía y terminar con la dependencia generada desde los últimos gobiernos.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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