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Zelenski exige en la ONU un “justo castigo” contra Rusia

El presidente ucranio ha reclamado, en una intervención grabada, que se levante el derecho de veto de Moscú en el Consejo de Seguridad

El presidente de EE UU, Joseph Biden, en su intervención de este miércoles ante Naciones Unidas.Foto: ANNA MONEYMAKER (AFP) | Vídeo: EPV
Macarena Vidal Liy

Un “justo castigo” contra Rusia por su “crimen contra Ucrania”. Que se prive a Moscú de su derecho de veto como miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y que se aísle a sus delegaciones. Es lo que ha pedido el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, una y otra vez en su intervención por vídeo del miércoles ante los líderes mundiales en la Asamblea General de la ONU. Una intervención, probablemente la más esperada del cónclave anual y que finalizó con un largo aplauso de la mayoría de los delegados, puestos en pie.

La Asamblea General, en sí misma, se había convertido en un foco febril de actividad. Los últimos acontecimientos en Ucrania otorgaban un nuevo sentimiento de urgencia. El anuncio del presidente ruso, Vladímir Putin, sobre la movilización de 300.000 reservistas y reclutas más, y su poco sutil amenaza de utilizar armas nucleares en Ucrania, dejaron claro que el conflicto entraba en una nueva fase. Una fase que Occidente interpreta como de “desesperación” rusa tras la contraofensiva ucrania que le ha permitido recuperar territorios ocupados. Los ministros de Exteriores de la UE, convocados por el responsable europeo de esa área, Josep Borrell, celebraban una reunión extraordinaria en la sede de la ONU. Los ministros del G7 ―Estados Unidos, el Reino Unido, Canadá, Francia, Alemania, Italia y Japón― también tenían previstas conversaciones, según confirmaba en rueda de prensa una portavoz nipona. Sobre la mesa, apuntaba Borrell, se encontraba la imposición de nuevas sanciones contra Moscú.

Pero era la intervención de Zelenski lo que arrastraba una mayor carga emotiva. El presidente ucranio intervenía a distancia desde Kiev, en una alocución grabada, vestido con la camiseta militar con la que se ha hecho famoso.

No aludió a los acontecimientos de las últimas horas ni a la amenaza nuclear ni a la movilización de tropas de la reserva, la primera que ordena Rusia desde el final de la Segunda Guerra Mundial y una medida que Putin había reiterado previamente que no pensaba tomar. Sí planteó lo que definió como un plan de cinco puntos para la paz. El primer punto: “Castigo por el delito de agresión. Castigo por la violación de fronteras y de la integridad territorial. Un castigo que debe mantenerse hasta que las líneas de demarcación reconocidas internacionalmente se hayan restablecido”, subrayaba el antiguo actor cómico.

El resto de los puntos incluían la protección de la vida por todos los medios disponibles, garantías de seguridad y la determinación a la autodefensa. “¿Lo que no incluye nuestra fórmula para la paz? La neutralidad. Aquellos que hablan de neutralidad cuando son atacadas vidas y valores humanos se refieren a otra cosa”, agregaba. Y profetizaba que “mientras más lejos vaya el terror ruso, más improbable es que nadie en el mundo esté de acuerdo en sentarse con ellos”.

Al tiempo que hablaba su presidente, Kiev anunciaba la entrega por parte rusa de más de 200 prisioneros de guerra ucranios, entre ellos líderes de la defensa de la acería Azovstal, el último reducto en caer en el asedio a la ciudad portuaria de Mariúpol. A cambio, Ucrania entregó a su invasor a Víktor Medevchuk, líder de un partido prorruso, y otros 55 presos.

Los acontecimientos en Ucrania protagonizaban buena parte de los encuentros bilaterales en los márgenes de la Asamblea General de la ONU. La flamante primera ministra británica, Elizabeth Truss, conversaba con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el jefe de Estado turco, Recep Tayyip Erdogan. El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, se reunía con los líderes de las repúblicas bálticas.

“Los ministros deben debatir esta amenaza, reiterar el continuo apoyo a Ucrania y alertar a la comunidad internacional sobre la situación inaceptable en la que Putin nos ha colocado a todos”, indicaba Borrell en una breve rueda de prensa al anunciar el encuentro extraordinario de los representantes de Exteriores de los Veintisiete. “Puedo adelantar que los ministros querrán tratar sobre cómo continuar nuestro apoyo militar a Ucrania, como proseguir la presión sobre Rusia. La cuestión de las sanciones estará sobre la mesa, sin duda”.

En la sesión matutina, Biden había lanzado una dura advertencia contra Rusia y sus “irresponsables” amenazas de recurrir al armamento atómico: “Ninguna guerra nuclear debe lucharse, ninguna guerra nuclear puede ganarse”, subrayó ante los líderes mundiales en su alocución desde el podio en la 77 Asamblea General de Naciones Unidas.

El discurso, un resumen de la política exterior estadounidense, estuvo dominado por la invasión de Rusia a Ucrania ―”no provocada”, insistió―, que ha motivado que cerca de 40 países miembros de Naciones Unidas hayan aportado asistencia económica o militar al Gobierno en Kiev.

En su discurso ante la Asamblea General, Biden descartó las reclamaciones rusas. “El mundo debe tomar estos actos escandalosos por lo que son. Putin sostiene que tuvo que actuar así porque Rusia se veía amenazada, pero nadie había amenazado a Rusia, y nadie más que Rusia buscó un conflicto”.

Con su ataque, insistió, Moscú busca “pulverizar el derecho de Ucrania a existir”. Aludió, como ejemplo, a la destrucción de escuelas, hospitales o estaciones de tren, y recordó el descubrimiento de fosas comunes en las que se han encontrado cadáveres con señales de tortura.

El presidente estadounidense pidió a los países miembros de la ONU que obliguen a Moscú a rendir cuentas por sus “atrocidades y crímenes de guerra”. “Porque si las naciones pueden intentar alcanzar sus ambiciones imperiales sin sufrir consecuencias, ponemos en peligro todo lo que defendemos en esta institución”, en Naciones Unidas, sostuvo.

Estados Unidos ha querido reforzar su atención sobre el problema de la inseguridad alimentaria. Tras copresidir el martes, junto a países como España, un foro dedicado específicamente a ese asunto, la Casa Blanca ha anunciado este miércoles una ayuda de 2.900 millones de dólares para paliar la crisis.

En su discurso, el presidente estadounidense ha aludido también a uno de los asuntos recurrentes en la Asamblea General este año: las exigencias de una reforma del sistema multilateral que dé más voz a los países emergentes. Biden se ha declarado dispuesto a introducir cambios en el Consejo de Seguridad, el órgano rector de la ONU, y cuyos cinco miembros permanentes ―Estados Unidos, Rusia, China, Francia y el Reino Unido― cuentan con derecho de veto sobre las resoluciones.

El presidente estadounidense, que se declaró contrario al uso de este derecho, se mostró dispuesto a ampliar el formato del Consejo de Seguridad para permitir el acceso como miembros permanentes o no permanentes de más naciones de África, Asia y América Latina.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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