Mijailo Podoliak, el negociador de Ucrania: “Demandamos la derrota de Rusia y su retirada a las fronteras de la independencia de 1991”
El principal asesor de Volodímir Zelenski afirma que si queda cualquier “foco de tensión”, la guerra no habrá acabado y Moscú volverá a provocar a Europa en otros territorios
Mijailo Podoliak duerme en el refugio antiaéreo de la sede presidencial, en el centro de Kiev, la capital de Ucrania. Dicen en su entorno que así es más fácil trabajar y a la vez estar protegido. Vive allí. Las oficinas del presidente del país, el exactor de comedia Volodímir Zelenski, a unos 900 metros de la plaza de la Independencia, el Maidán, son desde febrero un búnker inmenso tomado por decenas de militares con fusiles, controles de paso y puertas blindadas. La luz es tenue. Son las doce del mediodía del sábado y fuera, el sol rompe contra el hormigón de la entrada. En el interior, los uniformados de caqui hacen guardia bajo lámparas de pared y techo. Cuesta ver. Las cortinas están corridas y muchas ventanas solo dejan un agujerito en el centro, alrededor de sacos terreros apilados en una cuadrícula.
Podoliak, principal asesor y negociador de Zelenski, nació hace 50 años en la ciudad de Novovolinsk, a tiro de piedra de la frontera polaca. Experto comunicador, ha estado al frente de varios medios de comunicación, entre ellos, uno en Bielorrusia que le llevó a ser deportado por sus críticas al régimen de Aleksandr Lukashenko. Vestido de sport, recibe con buena luz en su despacho. No es como en las fotos, en las que siempre aparece con un gesto tremendamente serio. Es solícito e incluso ríe lo que permite el contexto. Su despacho es su casa. Hay una decena de pares de zapatos junto al escritorio, varias camisas estiradas sobre una silla, chalecos de camuflaje... “La guerra es la guerra, transforma la vida”, dice, “no hay festivos, trabajamos 24 horas los siete días de la semana, pero nos damos cuenta de que los que están en la vanguardia, en la línea de frente, lo pasan mucho peor”.
Como aquellos dos soldados en muletas de la foto que tiene enmarcada en una pared de su despacho. Fueron inmortalizados por Dmitro Kozatskii, el fotógrafo que retrató la resistencia en la acería de Azovstal, en Mariupol. Preguntado por su familia, Podoliak prefiere la prudencia: “No es asunto de la prensa”.
Pregunta. Se le conoce como el negociador del Gobierno de Ucrania. ¿Existe una negociación con Rusia?
Respuesta. Hoy por hoy no existen conversaciones sobre la guerra y la paz porque es imposible encontrar un punto de consenso. Para Rusia es extremadamente importante dejar fijados los nuevos territorios ocupados. Para Ucrania no es posible debatir en estas condiciones. Quiero que mis amigos españoles comprendan una cosa clave: si las conversaciones se celebran hoy, Rusia querrá consolidar las zonas ocupadas, las regiones de Jersón, Zaporiyia, Donetsk, Lugansk... Esto significará que los apetitos de Rusia aumentarán y tendremos una continuación de la guerra pasado algún tiempo. Rusia se volverá mucho más agresiva en el mercado europeo, y creará un caos total. Europa lo pagará caro con la caída de su calidad de vida. Si Europa quiere que se restablezca la Ucrania anterior a la guerra es imprescindible que expulsemos tácticamente de su territorio a Rusia y que esta transforme su sistema político, actualmente agresor. Solo así Europa podrá volver a una vida tranquila.
P. ¿Cuáles son las condiciones del Gobierno ucranio para sentarse a hablar?
R. Las demandas iniciales eran la retirada de las tropas a la línea del 23 de febrero [el día anterior a la invasión rusa] y el alto el fuego. Tras los crímenes cometidos en la región de Kiev, también en el sur y en el este, las condiciones son diferentes. Primero está la derrota táctica de Rusia, luego la retirada más allá de las fronteras de Ucrania reconocidas internacionalmente, es decir, los límites del año 1991 [año de la declaración de independencia de la URSS]. Si se queda aunque sea solo un foco de tensión con Rusia, será una guerra sin acabar. Si Rusia no pierde, seguirá provocando a Europa en enclaves como los de Transnistria, Georgia o el norte de Kazajistán.
P. ¿Puede el acuerdo para desbloquear el grano facilitar un alto el fuego?
R. Es totalmente diferente. El acuerdo del grano es una pequeña parte de esta guerra, no resuelve las cuestiones básicas de la seguridad de Ucrania, de su integridad. Rusia tenía interés en que el grano se transportara a África y Oriente Próximo. Hubo presión por parte de Turquía a Rusia, de los países de Oriente Próximo, algunos de ellos neutrales o incluso prorrusos. Para disminuir la presión, Rusia tuvo que ceder. Pero el plan original ruso no era transportar el grano, sino generar hambre en esas regiones para crear una crisis migratoria, que se traduciría en un flujo de inmigrantes hacia Europa, incluida España. Eso obligaría a que Europa presionara al Gobierno ucranio a firmar la paz a toda costa.
P. Tras la firma de este acuerdo, Rusia atacó Odesa, desde donde salen los cargueros, y su Gobierno afirmó que no se puede confiar en Moscú. ¿Tiene algún interlocutor en el lado ruso con el que puede dialogar?
R. No. En el bombardeo de Odesa no fueron tanto los daños a su infraestructura, sino a la imagen de [presidente turco, Recep Tayyip] Erdogan, que se encargaba de garantizar la seguridad del acuerdo. Desgraciadamente, en la élite rusa actual no hay personas adecuadas, con la capacidad intelectual y analítica correcta para comprender la situación. Se creen que tienen el derecho a invadir y asesinar, están bajo la influencia de la propaganda. Rusia no comprende que aquí no hay tendencias prorrusas, que Ucrania tiene otros valores. No entiende Europa, la democracia o la libertad.
P. Usted ha criticado a esa Europa por la lentitud en el envío de armas, ¿cree que esas críticas podrían volverse contra Ucrania?
R. Claro que hubo críticas porque cada día había personas que morían asesinadas. Rusia atacaba con misiles de crucero y fue una reacción de emoción al ver a nuestros niños asesinados. Por otro lado, constatamos que hay suministro de armas, que Europa es pro-Ucrania. Pero entendemos que haya burocracia, cierto conservadurismo al que hay que enfrentarse, discusiones y dificultades en la producción de armamento. Si Europa quiere acelerar el final de la guerra hay que comprender sus matemáticas, no hay paridad de armas por ahora porque Rusia ha acumulado sistemas de lanzamisiles múltiples, artillería… Cuanto antes podamos expulsar a Rusia de nuestro territorio, antes se podrá hablar de que la guerra finaliza. Dejemos aparte las emociones, dejémonos llevar por la lógica. Si queremos acelerar el final de la guerra y la derrota de Rusia, necesitamos las armas; si queremos minimizar la pérdida de vidas, necesitamos armas pesadas. Es lógica pura.
P. ¿Llega tarde Europa entonces?
R. Claro que hubiéramos querido una ayuda mayor en volumen y rapidez en los primeros días de la guerra, esto nos habría permitido conservar más vidas. Esas armas nos hubieran permitido derrotar a más efectivos del ejército ruso, disminuir la magnitud de su agresión y propaganda. Pero comprendemos que fuera difícil tomar conciencia de una guerra así en Europa. Sabemos que el ciudadano medio estaba conmocionado porque se trataba de una guerra a escala de la Segunda Guerra Mundial. Durante cierto tiempo dominó la idea de que Rusia era un potencial socio de negocios, gigante, pero civilizado. Rusia invirtió mucho en política, pero también en cultura, literatura, ballet, lo que es típico en ese país. Y eso no le dejó comprender a Europa que no era una nación civilizada sino bárbara y terrible. Ahora no hay duda de que Europa, España incluida, entiende que Rusia es un país diferente donde un asesinato es aceptable.
P. Hablaba antes de dejarse de emociones, pero los Gobiernos suelen atender a las emociones precisamente de los ciudadanos. ¿Teme que la opinión pública europea olvide Ucrania?
R. Rotundamente no. La guerra es la guerra, no desaparece porque dejemos de pensar en ella. Está claro que en Madrid no se percibe como en Kiev o en Odesa. Irá dejando sus huellas, será una disminución de la calidad de vida constante, habrá más conflictos políticos. No se podrá dejar de pensar en esta guerra en ningún momento. Europa tiene que comprender que lucharemos hasta el final, es una cuestión de la supervivencia de nuestro Estado. Para Europa solo tiene que haber un final correcto, la ayuda máxima a Ucrania, que lucha contra el imperio ruso. Rusia tiene que perder, solo así se conseguirá una paz estable, una vida tranquila, menos manifestaciones criminales de grupos nazis y de ultraderecha financiados en Europa por Rusia. Es más, se podrá poner fin a otros conflictos, como el de Siria, y disminuirá el apoyo a otros regímenes autoritarios. Haya o no fatiga, Europa tiene que comprender que Rusia, como es ahora, tiene que dejar de existir y tiene que pasar aquí, en Ucrania.
P. Amnistía Internacional ha acusado al Gobierno ucranio de poner en peligro a la población civil. ¿Cuál es su valoración?
R. Negativa. Creo que queda desacreditado el concepto de las instituciones humanitarias internacionales y tendrá unas consecuencias nefastas. Amnistía Internacional justifica así la invasión, el modo bárbaro de llevar la guerra. Esta organización rechaza que el país agredido proteja a sus ciudadanos, pide que entregue su territorio a un enemigo que ataca infraestructuras y objetivos civiles. Vemos que Amnistía no se comporta de una forma profesional, sino que aprovecha la retórica propagandista de la Federación Rusa. Es imprescindible investigar si esta organización obtiene ventajas de Rusia defendiendo su agresión en violación de las normas del derecho internacional.
P. Los partidos de oposición han expresado unidad desde el inicio de la guerra en torno al presidente Zelenski. ¿Se mantiene?
R. Hay unidad en cuanto al apoyo al presidente y la retirada de Rusia de los territorios ocupados. Después de la guerra, Ucrania tendrá un paisaje político diferente, partidos políticos con modelos europeos, diálogo constructivo y ni rastro de tendencias prorrusas.
P. Entonces, el Gobierno cuenta con el apoyo de los políticos opositores a Zelenski en las últimas elecciones, como Yulia Timoshenko o Petro Poroshenko.
R. Todo el mundo comprende los riesgos de la guerra y los conflictos internos. Después de la guerra habrá otras estrellas políticas.
P. Cuenta con una larga experiencia como periodista. ¿Aceptaría una prensa crítica a la gestión de este Gobierno en este momento?
R. Por encima de la guerra hay libertad de expresión, un diálogo constructivo entre grupos políticos y determinada crítica en los medios. La cuestión es si es una crítica profesional o noticias falsas y patrañas. En Ucrania, por desgracia, ha existido un grupo de periodistas que solo buscaba documentos comprometedores. Para desprestigiar se utilizaban noticias falsas. Ahora hay mucho menos de esto. Tras la guerra, además de un espacio político nuevo, habrá un espacio mediático nuevo, más libre y profesional.
P. Por último, ¿está ganando Ucrania la guerra?
R. Sí, Ucrania está ganando, no hay otra forma de que Europa siga existiendo.
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