Las protestas masivas por la crisis económica fuerzan la dimisión del presidente y del primer ministro en Sri Lanka
Un grupo de manifestantes incendia la residencia del jefe de Gobierno tras un asalto multitudinario al palacio presidencial en Colombo
Las protestas por la crisis económica en Sri Lanka, la peor desde su independencia en 1948, se han cobrado este sábado, su día álgido, al presidente, Gotabaya Rajapaksa, y al primer ministro, Ranil Wickremesinghe. El primero abandonará el cargo el próximo miércoles “para garantizar un traspaso pacífico de poder”, según ha anunciado el presidente del Parlamento, Mahinda Yapa Abeywardena. En una declaración en vídeo difundida poco antes de la medianoche local, pide a la población que “respete la ley y mantenga la paz” en respuesta a la decisión. Miles de manifestantes habían irrumpido horas antes en el palacio en Colombo del presidente, mientras otro grupo había prendido fuego a la vivienda particular del primer ministro, que venía de dimitir. Los manifestantes, que iniciaron sus movilizaciones en marzo, les culpan de una crisis que ha dejado racionamiento del combustible, escasez de productos básicos y una inflación cercana al 55%.
Los acontecimientos se han sucedido rápidamente a lo largo del día. Primero, el presidente huyó minutos antes de la llegada de la multitud a su palacio, según fuentes del Ministerio de Defensa, que señalan que “ha sido escoltado a un lugar seguro y está protegido por una unidad militar”. Las cadenas de televisión locales muestran a cientos de personas, algunas con cascos y la bandera nacional, subidas a la verja del palacio presidencial, un edificio junto al mar de época colonial y símbolo del poder en Sri Lanka. En otras imágenes se puede ver a gente bañándose en la piscina del complejo, dando vueltas por las estancias o tumbándose en las camas entre risas.
El primer ministro convocó luego una reunión urgente del Gobierno, a la que invitó a los dirigentes del resto de partidos políticos, para debatir una “resolución rápida”. También pidió al presidente del Parlamento que convocase una sesión de forma inmediata. Al salir del encuentro, anunció en Twitter su renuncia para abrir la puerta a “un Gobierno de todos los partidos”.
To ensure the continuation of the Government including the safety of all citizens I accept the best recommendation of the Party Leaders today, to make way for an All-Party Government.
— Ranil Wickremesinghe (@RW_UNP) July 9, 2022
To facilitate this I will resign as Prime Minister.
Poco después, un grupo de manifestantes incendió su residencia privada en la capital. Lo anunció la oficina del primer ministro, mientras los medios locales mostraban imágenes de cientos de personas cerca del inmueble, con humo y llamas de fondo.
Otros manifestantes entraron en las oficinas del presidente, también en la capital y frente a la que un grupo lleva tres meses acampado. Hubo una tercera concentración a las puertas del Banco Central.
La policía intentó contener a los manifestantes en el palacio presidencial con cargas que han dejado decenas de heridos. Horas antes de la incursión, los agentes dispararon al aire y lanzaron gases lacrimógenos.
Antes, decenas de miles de personas, entre ellas abogados, artistas y conocidas personalidades de la sociedad civil, marcharon detrás de monjes budistas ―que tienen un papel fundamental en las protestas― para exigir la disolución del Gobierno. La situación económica ha dejado a la población, un 70% de la cual se identifica como budista, prácticamente sin combustible ni acceso a bienes de primera necesidad.
La concentración en la capital llegaba tras meses de malestar. La presión popular ya forzó el pasado mayo la dimisión del anterior primer ministro y hermano del presidente, Mahinda Rajapaksa, en favor de Wickremesinghe. Ese mismo mes, nueve personas murieron y cientos resultaron heridas en disturbios.
Los manifestantes culpan particularmente al clan familiar presidencial de haber agravado la situación con sus decisiones. En Sri Lanka falta desde combustible hasta medicamentos, la inflación roza el 55% ―y se prevé que alcance el 70% en los próximos meses― y hay apagones diarios de hasta 13 horas. El país, con 22 millones de habitantes, arrastra además un impago histórico de la deuda.
De hecho, a principios de mes, se convirtió en el primer país del mundo en restringir la venta de combustible a la ciudadanía desde la crisis del petróleo de los años 70 del siglo pasado, a través de un decreto por el que los propietarios de vehículos privados tienen prohibido usar las gasolineras hasta este domingo.
La nación necesita además unos 6.000 millones de dólares en ayuda del Fondo Monetario Internacional y de países como la India y China para salir adelante los próximos seis meses, según el primer ministro. Las autoridades locales han pasado las últimas semanas acelerando las conversaciones de rescate con el FMI y otros organismos para obtener nuevas fuentes de financiación.
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