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Un grupo yihadista asesina a 132 civiles en una nueva matanza en el centro de Malí

El Gobierno atribuye el ataque terrorista a miembros de la Katiba Macina, vinculada a Al Qaeda

Soldados franceses en Gossi, Malí
Soldados franceses se preparan para dejar la base de Gossi, en Malí, al Ejército de este país africano, el pasado abril.PAUL LORGERIE (REUTERS)
José Naranjo

Presuntos miembros de la Katiba Macina, grupo yihadista vinculado a Al Qaeda, asesinaron a al menos 132 civiles este fin de semana en una nueva masacre en el centro de Malí, ha informado este lunes el Gobierno del país en un comunicado. Los ataques se produjeron entre la tarde del sábado y el domingo, cuando hombres armados y a bordo de motocicletas entraron en tres aldeas cercanas de la zona de Bandiagara. Allí ejecutaron sobre todo a los hombres y prendieron fuego a casas, graneros y vehículos, provocando la huida del resto de la población hacia Bankass, a unos 40 kilómetros.

Fuentes locales aseguran que estos ataques son una venganza debido a que algunos habitantes de estas aldeas (Diallassagou, Diamweli y Deguessagou) habían colaborado con efectivos del Ejército maliense y mercenarios rusos en las operaciones de lucha contra el terrorismo que se llevan a cabo en la zona. Las mismas fuentes confirmaron que las localidades de Ségué y Djiguibombo también fueron atacadas por yihadistas, pero que en ambas urbes fueron rechazados por cazadores tradicionales dozos o milicianos armados de la etnia dogon.

La zona de Bandiagara, próxima a la frontera con Burkina Faso, es escenario habitual de la violencia yihadista, particularmente a partir de 2015, cuando el foco de la insurrección que sufre Malí desde 2012 se trasladó al centro del país. Fue entonces cuando surgió el grupo Frente de Liberación de Macina, liderado por el predicador radical Amadou Koufa, a quien el Gobierno maliense dio por muerto en 2018, pero que numerosas fuentes conocedoras del conflicto afirman que sigue vivo en la zona centro del país.

Este grupo armado, que cambió posteriormente el nombre a Katiba Macina, se integró bajo el paraguas del Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM) liderado por el yihadista tuareg Iyad Ag Ghali, a su vez vinculado a Al Qaeda. Formada fundamentalmente por miembros de la etnia peul, la Katiba Macina ha llevado a cabo numerosos atentados y ataques en las regiones de Mopti y Ségou. Por ello, miembros de la etnia dogon, mayoritaria en la zona de Bandiagara, han acusado a los peul de complicidad con el yihadismo, lo que ha derivado en masacres de unos y otros en los últimos años. En un contexto de un Estado prácticamente ausente o muy debilitado, el grupo de Koufa ha alcanzado acuerdos con comunidades locales para otorgarles protección a cambio de dinero.

La Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Malí (Minusma) ha mostrado su preocupación a través de su perfil de Twitter por las informaciones sobre “ataques llevados a cabo por grupos extremistas contra civiles en la región de Bandiagara, ataques que han provocado víctimas y desplazamiento de población”. Minusma se ha ofrecido a las autoridades locales, tanto civiles como militares, para enviar una misión de protección de los ciudadanos y de estabilización a esta zona. El Gobierno de Malí, a través de un comunicado, ha condenado con “el máximo rigor” esta violencia y ha asegurado que proseguirá en su tarea de “búsqueda y destrucción de santuarios terroristas” a través de las operaciones Maliko y Keletigui.

La insurrección yihadista, que comenzó en el norte de Malí en 2012 ―y luego se contagió al centro del país y a los vecinos Níger y Burkina Faso―, ha provocado más de 25.000 muertos y unos cuatro millones de desplazados y refugiados. La incapacidad para frenar el avance de los radicales es uno de los principales motivos que explican los golpes de Estado en Malí y Burkina Faso de los últimos años, pero las juntas militares no están logrando acabar con la violencia. La operación francesa Barkhane, que llegó a tener 5.500 efectivos desplegados en el Sahel, se está retirando de Malí a causa de desacuerdos entre los dirigentes de este país y el Elíseo. Además, las autoridades malienses recurren desde el año pasado a instructores y mercenarios rusos de la compañía Wagner para que les apoyen en su combate contra el yihadismo.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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