Tiroteo en California: el bien y el mal se encuentran cara a cara en Laguna Woods
Al atacar al tirador del condado de Orange, el doctor John Cheng, de 52 años, frustró una nueva matanza de ancianos taiwaneses. Su acto, calificado de heroísmo, le costó la vida
El lugar revelaba el terror y el caos que se había vivido la tarde del domingo en Laguna Woods. En el salón de eventos de la iglesia presbiteriana Geneva, a 80 kilómetros al sur de Los Ángeles, había una decena de mesas decoradas con manteles largos. En estas había vasos rojos de plástico. En el piso, platos y restos de alimentos, como palomitas de maíz. El gran espacio, decorado con una enorme cortina negra y frases bíblicas, fue el escenario del choque del bien y el mal. Una lucha de un grupo de feligreses de origen taiwanés frente a David Chou, un sujeto de 68 años de origen asiático que había planeado la penúltima matanza racista en Estados Unidos. Un hombre estaba allí para impedirlo, John Cheng, un médico de 52 años que cargó contra el atacante e impidió una sangría mayor. Ese gesto cargado de heroísmo fue la última acción de su vida. El doctor Cheng ha sido hasta ahora la única víctima del más reciente incidente de violencia armada en el país. “Es un héroe en este incidente... salvó la vida a decenas de personas”, ha dicho este lunes el sheriff del condado de Orange, Don Barnes.
La congregación estaba reunida la tarde del domingo para dar la bienvenida a Billy Chang, un querido pastor que había estado a cargo de la iglesia antes de dejarla para irse de misión a Taiwán. Unas cincuenta personas, en su mayoría ancianos, acudieron al banquete en su honor. Entre estos había un desconocido. Un rostro que no le sonaba a ninguno entre los creyentes. No había estado allí en la misa celebrada a las 10.30, pero intentaba mezclarse y convivir con los asistentes al templo. Era un lobo entre las ovejas. El sujeto, David Chou, de 68 años, sacó dos armas nueve milímetros y comenzó a disparar a los fieles.
“El doctor Cheng, sabiendo que la sala estaba llena de ancianos, cruzó el salón para intentar desarmar al tirador”, ha explicado este lunes Todd Spitzer, el fiscal de distrito del condado de Orange, donde se encuentra Laguna Woods. Después del primer disparo, el médico de familia, vecino de Laguna Niguel y quien había llevado a su madre a misa, cargó contra Chou. En este intento recibió un disparo. La pistola del tirador se atascó cuando este intentaba rematarlo. Cheng, uno de los más jóvenes entre los presentes, murió poco después a consecuencia de la herida de bala, pero su gesto fue suficiente para ganar tiempo y que la congregación pudiera doblegar al agresor. El pastor le pegó con una silla en la cabeza y un grupo de personas lo ataron de las extremidades con la extensión de un cable. La policía llegó minutos después del forcejeo.
“El doctor se sacrificó a sí mismo para que otros pudieran vivir. Esa ironía, en una iglesia, no puede pasar desapercibida para mí”, ha añadido Spietzer, quien recorrió la escena del crimen la noche del domingo para preparar la acusación contra Cheng, que enfrenta un cargo de homicidio y otros cinco por intento de asesinato, además de otros por posesión de explosivos. El salón, ha descrito, está decorado con leyendas del nuevo testamento sobre cómo debemos de tratar al prójimo y de cómo hay que amar al otro. En el lugar quedaron andadores y bastones, abandonados por los asistentes en una huida llena de pánico. La edad de los cinco heridos no ha sido especificada, pero estos van de los 66 a los 92 años. Entre estos hay un matrimonio de mayores de 80. Los pacientes siguen siendo tratados en hospitales locales. Su estado de salud es estable.
Fue el odio el que motivó a Chou a llevar a cabo el crimen. El hombre, un guardia de seguridad que radica en Las Vegas, condujo el sábado cuatro horas y media desde la ciudad de Nevada a esta pacífica comunidad llena de casas de retiro y jubilados mayores de 65 años. Su objetivo era hacer el mayor daño posible. La policía recuperó de la iglesia dos bolsas. Una estaba cargada con municiones para las pistolas. La otra tenía cuatro bombas tipo molotov. Chou cerró por dentro las puertas con cadenas y puso pegamento a las cerraduras para dejarlas inservibles e impedir así que los ancianos abandonaran el sitio. Solo una puerta giratoria funcionaba a la llegada de la policía.
“Este fue un incidente aislado donde el sujeto actuó solo, pero es un acto de odio contra la comunidad taiwanesa”, ha señalado este lunes el sheriff Barnes. “El sospechoso estaba molesto por las tensiones políticas entre China y Taiwán”, ha indicado. Entre las evidencias que han sido recuperadas y que son estudiadas por las autoridades se encuentra el teléfono móvil de Chou, que el FBI está analizando, y notas halladas en el vehículo del agresor. Barnes ha dicho que no se trata de un manifiesto. Estas revelan las posiciones políticas del atacante, quien nació en China, pero emigró “hace varios años” a Estados Unidos, un país que le ha dado la ciudadanía.
El sheriff ha informado que se cree que Chou, quien vivió en Taiwán, no fue “bien recibido” allí y que esto pudo haber desarrollado su odio a la comunidad. Agentes federales de la Oficina de Alcohol, Tabaco y Armas han asegurado este lunes que el guarda compró legalmente las dos pistolas semiautomáticas utilizadas en el tiroteo. La primera en 2015 y la segunda en 2017. Por el carácter de su trabajo, se cree que Chou tenía un permiso de portación, vigente exclusivamente en el Estado de Nevada.
Los delitos de odio contra los asiáticos en Estados Unidos han aumentado de forma considerable en los últimos años a raíz de la pandemia de coronavirus. Un informe publicado a inicios de 2022, elaborado por la Universidad del Estado de California en San Bernardino, indica que este tipo de ataques creció entre 2020 y 2021 un 339%. Los asiáticos son los segundos más afectados, por detrás de los afroamericanos, en un contexto donde los incidentes racistas han crecido a nivel nacional un 11%. Las ciudades donde más se registra esta discriminación son Nueva York, San Francisco y Los Ángeles, que el año pasado registró el máximo histórico de estos episodios.
El incidente del domingo ha terminado momentáneamente con la tranquilidad de este oasis a medio camino entre Los Ángeles y San Diego. Bonnie, de 67 años, tomaba esta mañana fotografías con su teléfono móvil en los cruces de las calles de Sonora y El Toro, donde está la iglesia. “Esto ha sido un gran cambio para nuestra aburrida comunidad”, aseguraba frente al enjambre de periodistas que esperaba las últimas novedades del caso. Bonnie, una vecina blanca, dice tener varios amigos que acuden a este templo, donde se reúnen importantes congregaciones de origen taiwanés y también coreano. “A pesar de que se ha perdido una vida, creo que son buenas noticias. Todos los que estaban allí dentro son héroes para mí”, agrega.
Los dos hijos del doctor Cheng no estuvieron en el templo para ser testigos del heroico acto. “Literalmente, allí hubo una lucha del bien contra el mal”, ha indicado el sheriff Barnes. La tarde de este lunes, una antigua vecina del médico dejaba un arreglo floral afuera de su consultorio. “Era un hombre amable y muy considerado”, dijo entre lágrimas Deborah Piper. “Es muy triste, pero no me sorprende lo que hizo. Siempre dio mucho a la comunidad. A final de cuentas, estaba en el negocio de salvar vidas”, ha añadido la mujer de 64 años.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS América y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la región.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.