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Los ataques rusos contra refinerías y depósitos dejan a Ucrania con escasez de combustible

La mitad de las gasolineras del país no están operativas y las que se encuentran abiertas registran largas colas

Guerra en Ucrania
Una mujer reposta el viernes en una gasolinera en Dobropillia, una pequeña localidad de la región de Donetsk, en el área de Donbás.Albert Garcia
María R. Sahuquillo

Cientos de gasolineras cerradas, letreros con los precios tapados, colas kilométricas. Los ataques rusos contra infraestructuras claves ucranias han derivado en una enorme escasez de combustible en todo el país. La falta de gasolina, las restricciones para repostar y la subida de los precios dificultan la salida y los movimientos de la ciudadanía de las zonas más afectadas por la invasión rusa. También complican la distribución de suministros y ayuda humanitaria en el país más extenso de Europa, con más de 600.000 kilómetros cuadrados.

La mitad de las gasolineras ucranias no están completamente operativas, según cálculos del sector, y la mayoría de las que permanecen abiertas han puesto un límite a la población civil. Los problemas de combustible alimentan una sensación de cierta angustia cuando el Gobierno ha alertado de que Rusia se prepara para lanzar nuevos e intensos ataques en varias zonas del país y las tropas ucranias impulsan una contraofensiva en el noreste.

En Dobropillia, una pequeña localidad de la región de Donetsk, en el área de Donbás, el verdadero centro está estos días en la estación de servicio operativa en muchos kilómetros a la redonda. Los pocos que quedan en la zona probablemente estén o pasen en algún momento por allí. No hay gasolina, pero sirven gas. Y no son pocos los coches que se alimentan con esta fuente de energía. La cola para repostar es kilométrica. Hace más de dos semanas que la estación no recibe suministros y los conductores se apresuran a llenar antes de que se terminen las reservas o se introduzcan también restricciones en el repostaje de gas.

La cola es tan larga que Olha decidió guardarle un sitio a su padre, Aleksandr cuando pasaba por la gasolinera, a pie. Cuando llega al volante de un viejo Moskvich brillante, duro y sólido como una roca, hace una maniobra para meterse en medio de la fila que le granjea varios bocinazos. El hombre, de 65 años, completa su escasa pensión trabajando de taxista y si no reposta no trabaja, comenta. Por ahora va bien porque su depósito es de gas, pero le inquieta la subida de los precios. A su hija Olha, que tiene una niña de dos años, le preocupa quedarse bloqueada en Dobropilia. “El principio de la guerra fue un shock enorme, luego empezaron a subir los precios de los productos, hubo más ataques. Y ahora esto”, se lamenta.

El ataque de las fuerzas de Vladímir Putin a la gran refinería de petróleo de Kremenchuk, en la región de Poltava, el 25 de abril, ha dejado a Ucrania en una situación de carestía que empeora un problema ya creado por los cuellos de botella en el transporte en un país en guerra y enorme, y por el corte de suministro desde Bielorrusia, aliada de Moscú. A aquella ofensiva, que dejó la refinería completamente destruida, se sumaron varios ataques contra depósitos de combustible e infraestructuras por todo el país. El Ministerio de Defensa ruso ha asegurado también que ha atacado varios almacenes de productos derivados del petróleo utilizado por el Ejército ucranio.

En la imagen, los clientes de una gasolinera han hecho más de dos horas para poder llenar sus depósitos de gas, el único combustible que queda disponible.
En la imagen, los clientes de una gasolinera han hecho más de dos horas para poder llenar sus depósitos de gas, el único combustible que queda disponible.Albert Garcia (EL PAÍS)

La escasez de combustible no afecta por ahora al Ejército ucranio y los servicios de emergencia, que van por otra vía. Ellos utilizan en gran medida diésel y se están nutriendo de las reservas. Tienen además prioridad en las llegadas. Quienes sí se ven perjudicados son los cientos de desplazados que huyen de sus hogares ante la ofensiva rusa en partes del sur y del este. También aquellos que vuelven a sus casas en territorios que ya no están en primera línea, cuando la invasión ha cumplido 10 semanas. En la mayoría de gasolineras que todavía tienen combustible, el límite para la población civil es de 10 litros, explica la jefa de una estación de servicio en la ciudad de Dnipro, en el centro del país y donde Rusia también ha lanzado ataques contra infraestructuras. Las colas se repiten en gasolineras por todo el país.

El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, ha informado de que el Gobierno está trazando un sistema para agilizar y repartir mejor los envíos de combustible que se reciben del extranjero. “Las colas y el aumento de los precios en las gasolineras se ven en muchas regiones de nuestro país”, dijo hace unos días en uno de sus discursos nocturnos. “Los ocupantes rusos están destruyendo deliberadamente la infraestructura para la producción, suministro y almacenamiento de combustible”, añadió Zelenski.

La vice primera ministra de Economía de Ucrania, Yulia Sviridenko, se ha comprometido a paliar la escasez en una semana. Sin embargo, ha advertido de que los precios subirán “ligeramente” —Ucrania ya ha experimentado un alza por la fuerte subida del precio internacional del petróleo provocada por la guerra con Rusia— debido a la complicada logística, el uso de “rutas difíciles y de varios métodos de transporte” para asegurar combustible de los proveedores europeos, comentó en una publicación en su página de Facebook.

Trazar las rutas de recepción no será fácil. Las tropas del Kremlin han puesto el foco en la cadena de suministro ucrania. El bloqueo ruso de los puertos marítimos del país del Este —Moscú controla el mar de Azov y ha cercado el mar Negro— implica que los envíos tendrán que llegar por otras vías. La consultora especializada ucrania Grupo A-95 prevé que el suministro de gasolina será estable para junio.

Dos clientes esperan en la gasolinera de Dobropillia.
Dos clientes esperan en la gasolinera de Dobropillia.Albert Garcia (EL PAÍS)

En la región de Donetsk, en plena segunda fase de la guerra de Rusia contra Ucrania y después de que el Kremlin señalase el área de Donbás, en el este del país, como foco de su próximo paso en la ofensiva contra Ucrania, muchas pequeñas ciudades parecen fantasmagóricas. En Kramatorsk, tras el ataque contra la estación de tren el 8 de abril, ha habido un gran éxodo. El problema del combustible, con una línea de suministros complicada en la zona, es grande; aunque no quedan muchos coches.

Las tropas ucranias han lanzado una contraofensiva intensa en el noreste y han logrado hacer retroceder a las fuerzas rusas en varias zonas alrededor de Járkov desde las que lanzaban ataques contra la segunda ciudad del país, enormemente castigada por las fuerzas rusas. Mientras, las tropas de Moscú están empantanadas en el este, a donde el Kremlin está trasladando tropas de otras zonas y de puntos lejanos de Rusia. Ante los escasos logros militares que publicitar en casa, Rusia buscará reclamar el “control total” de la ciudad de Mariupol para el 9 de mayo, cuando Rusia celebra con grandes desfiles la victoria del Ejército rojo sobre la Alemania nazi, según el Instituto para el Estudio de la Guerra (una organización especializada con sede en Washington).

Ya domina la devastada ciudad y el puerto y solo la acería Azovstal —donde se han hecho fuertes desde hace semanas militares ucranios y se refugian aún unos 200 civiles—, se interpone en su anuncio. El Gobierno ucranio, con la mediación de la ONU y de Cruz Roja Internacional, ha sacado ya a varios centenares de civiles de la planta siderúrgica, que tiene en sus entrañas kilómetros de túneles y búnkeres, y donde hay también militares heridos. Kiev denuncia que pese al anuncio de un alto el fuego para facilitar un corredor humanitario, las tropas del Kremlin están complicando el rescate.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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