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La sospechosa desaparición y muerte de un economista egipcio enturbia la campaña del régimen para limpiar su imagen

Las versiones incompletas e inconsistentes y las irregularidades del caso de Ayman Hadhud engordan el historial de abusos de derechos humanos de El Cairo

Marc Español
Egipto
Una calle de El Cairo, en abril de 2020.Nariman El-Mofty (AP)

Ayman Hadhud, un economista egipcio de 48 años crítico con la política del Gobierno, quedó para cenar el pasado 5 de febrero con su hermano Omar en el barrio de Doki, en El Cairo. Allí estuvieron juntos hasta las nueve de la noche. Ayman Hadhud, que también era miembro de un pequeño partido liberal, era una persona organizada y no solía llegar a casa pasada la medianoche. Así que cuando el reloj marcó las dos o las tres de la madrugada, y en vista de que no aparecía, su familia contactó con Omar, que se pasó el resto de la noche llamándolo sin éxito, según explica él mismo a EL PAÍS. Por la mañana, el móvil del economista estaba apagado.

Tres días después de perderse la pista de Hadhud, un oficial de la Agencia de Seguridad Nacional, uno de los tres brazos principales de las fuerzas de seguridad egipcias, se presentó en casa de la familia y pidió que un allegado los visitara en comisaría. Allí lo interrogaron y le confirmaron que el economista permanecía detenido, aunque no podía ser visitado. La familia, sin embargo, optó por no denunciar ni hacer público el caso temiendo que pudiera resultar contraproducente y confiando en que la mediación de su entorno, bien conectado, podría ayudar a resolver el caso.

A través de estos canales informales, sus familiares y amigos descubrieron a mediados de febrero que Hadhud había sido trasladado a un hospital psiquiátrico de El Cairo, donde inicialmente les aseguraron que se encontraba en buen estado de salud, aunque no les permitieron visitarlo porque estaba en un sector supervisado por la policía. La familia solicitó entonces un permiso a la Fiscalía, pero esta negó tener información, tras lo cual el hospital también pasó a negar que el e economista estuviera allí.

El 4 de abril un amigo recibió una llamada de alguien de dentro del hospital que le comunicó que Hadhud llevaba muerto desde el 5 de marzo. Al recibir la noticia, su entorno decidió hacer pública su desaparición. Y solo entonces, cuando el caso se había difundido, la policía llamó finalmente a la familia para notificarles la muerte del economista.

Versiones incompletas e inconsistentes

Desde que trascendió la noticia de su fallecimiento bajo custodia, la Fiscalía y el Ministerio del Interior han cerrado filas: niegan tener cualquier responsabilidad en lo sucedido. Pero organizaciones de derechos humanos, medios de comunicación locales y políticos han notado que sus versiones de los hechos son incompletas e inconsistentes. La muerte de Hadhud y las irregularidades de las fuerzas de seguridad, la Fiscalía y el hospital psiquiátrico en la gestión del caso se producen solo meses después de que El Cairo lanzara en septiembre una campaña para supuestamente mejorar su historial de derechos humanos. Organizaciones en Egipto y en el extranjero, sin embargo, han denunciado de forma reiterada que dicha campaña no es más que una operación de blanqueo de imagen.

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Ayman Hadhoud, en una imagen de Twitter.
Ayman Hadhoud, en una imagen de Twitter.

“La forma en que las autoridades han manejado el caso de Ayman Hadhud es realmente un testimonio muy claro de lo poco serias que son cuando se trata de mejorar los derechos humanos”, afirma Hussein Baoumi, investigador para el norte de África en Amnistía Internacional, que ha investigado el caso. “La Fiscalía, el Ministerio del Interior, el presidente, el Parlamento. Todos tuvieron la oportunidad en este caso de hacer las cosas bien, de investigar adecuadamente”, constata.

Las lagunas existen en casi cada parte del caso: desde el motivo del arresto hasta la fecha de defunción, pasando por el trato recibido en instancias policiales, el traslado al hospital psiquiátrico y el tratamiento que allí se le proporcionó. En esta línea, la Fiscalía admitió en un primer comunicado el 12 de abril que había sido notificada de la muerte de Hadhud el día 5 de marzo. Y no fue hasta una semana después, el 18 de abril, que afirmó en un segundo comunicado que el examen forense había determinado que el motivo de la muerte había sido una enfermedad crónica del corazón.

Sin embargo, el ministerio público no aclaró por qué tardó un mes y medio en realizarse la autopsia. Una investigación del medio egipcio Al-Manassa, que cita múltiples fuentes del hospital donde falleció Hadhud, afirma que su muerte fue resultado de una negligencia médica ante el rápido deterioro del estado de salud del economista. Su hermano Omar asegura que no sufría ninguna enfermedad crónica del corazón.

Además, fotos de su cuerpo, tomadas después de la autopsia y filtradas, muestran indicios suficientes como para sospechar que Hadhud no murió el 5 de marzo, sino en una fecha posterior, según señala a EL PAÍS Derrick Pounder, un patólogo forense que lleva más de 30 años trabajando de forma desinteresada para Amnistía Internacional y que examinó las imágenes. “El estado del cuerpo, aunque estuviera refrigerado, es demasiado bueno, está demasiado bien conservado, como para haber estado muerto un mes”, señala Pounder.

Por otro lado, la Fiscalía afirmó que el cuerpo de Hadhud no presentaba lesiones que sugieran que fue torturado o maltratado, algo que Pounder niega. “Es muy claro que hay hematomas en la superficie de la piel. La superficie de la piel está rota en el lado izquierdo de la cara, al menos una docena de veces, y en los dos antebrazos hay múltiples hematomas”, observa. Omar señala que las autoridades incluso habían emitido una licencia de entierro en un cementerio para personas no identificadas, con lo que cree que pretendían que pasara el tiempo para que el cuerpo se deteriorara.

Sobre el motivo del arresto, el Ministerio del Interior y la Fiscalía han ofrecido al menos dos versiones, y en todo momento han subrayado que sufría problemas psicológicos. Su entorno, en cambio, reconoce que recientemente su estado de salud mental había empeorado, pero creen que este elemento se está utilizando para confundir. “La Fiscalía simplemente está dando luz verde para que los asesinos hagan lo que quieran”, critica el hermano de la víctima, quien asegura que la Fiscalía ha rechazado hasta ahora entregarles el informe forense y el expediente del caso.

El caso de Hadhud también ha generado especial alarma porque era miembro destacado del Partido de la Reforma y el Desarrollo, cuyo presidente, Mohamed Anwar El Sadat, es miembro del Consejo Nacional de Derechos Humanos, un órgano formado por el Gobierno como parte de la anterior campaña de derechos humanos. Sadat también se ha erigido en el último año como un mediador destacado con las fuerzas de seguridad y la Fiscalía para asegurar la liberación de al menos decenas de presos políticos egipcios.

“Todo el mundo busca la verdad. Tenemos que saber quién ha estado detrás, tenemos que hacer responsable a quien sea”, señala a EL PAÍS Sadat, quien prefiere poner el foco en el hospital. “El fiscal ha tomado una posición, de acuerdo; pero seguimos teniendo un hospital que es un desastre. Un hospital del que necesitamos saber qué está pasando dentro y quién es el responsable. Y no solo por Ayman, sino también por otros”.

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