Rusia acusa a Kiev de boicotear las negociaciones de paz
El ministro de Exteriores ruso asegura que el Gobierno de Zelenski ha cambiado lo acordado en la reunión de Estambul y prevé nuevas exigencias de Ucrania. “Es comprensible, pero inaceptable”, afirma Lavrov
Moscú acusa a Kiev de poner en peligro las negociaciones de paz. Si hace unos días afirmó que Ucrania ha intentado boicotear las conversaciones con la revelación de la masacre de Bucha, este jueves el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha asegurado que el Gobierno de Volodímir Zelenski ha cambiado lo acordado en la reunión de Estambul del 29 de marzo, cuyos resultados fueron considerados entonces un paso adelante por el jefe de la diplomacia rusa. “Washington y sus aliados presionan a Zelenski para que continúe con las hostilidades”, ha asegurado Lavrov.
“Queremos enfatizar que los negociadores ucranios han comenzado a alejarse de sus propias propuestas, que fueron valoradas positivamente, y han empezado a provocar de nuevo”, agregó el alto cargo, tras verse en Moscú con el ministro de Relaciones Exteriores de Bahréin. Entre las propuestas presentadas el pasado 29 de marzo en la ciudad del Bósforo, el equipo de Zelenski se manifestó a favor de firmar su neutralidad, y con ello su renuncia a ingresar en la OTAN, y accedió por primera vez a negociar en los próximos 15 años la situación de Crimea, anexionada por Rusia en 2014. También, a que los presidentes de ambos países conversen sobre el estatus de la región de Donbás, cuya independencia fue reconocida por Vladímir Putin el 21 de febrero y supuso el casus belli para comenzar la guerra tres días después.
Pese a que este plan fue recibido positivamente, Lavrov asegura ahora que ello alteraría la marcha de las conversaciones. “Los asuntos de Crimea y Donbás deberán ser tratados en la reunión de los presidentes de Rusia y Ucrania. Todos recordamos que Zelenski afirmó repetidamente que ese encuentro solo será posible después del cese de las hostilidades”, dijo también este jueves en una grabación difundida a través de Telegram por el Ministerio de Exteriores ruso.
Según la versión de Lavrov, el Gobierno ucranio ha reformulado las garantías de seguridad sobre la península del mar Negro por unas “fórmulas vagas sobre algún tipo de control efectivo (por parte de Rusia) a partir del 23 de febrero”, justo la víspera del ataque ruso. “La próxima vez, la parte ucrania pedirá seguramente la retirada de las tropas, y más y más condiciones previas. Es comprensible, pero inaceptable”, subrayó Lavrov, quien prometió que su delegación continuará negociando “a pesar de todas las provocaciones”, y acusó a Kiev de querer retrasar, “e incluso socavar”, las conversaciones de paz.
El pasado 5 de abril, Lavrov dijo que la masacre de Bucha fue cometida “por el deseo de encontrar una razón para interrumpir las negociaciones en curso”, cuando “en conformidad con los pactos de Estambul y como gesto de buena voluntad, la parte rusa decidió reducir la tensión en el terreno, especialmente en las regiones de Kiev y Chernígov”. En contra de esta versión, la información que maneja el Pentágono apunta a que el repliegue no fue realmente una retirada, sino una reubicación de tropas debido al estancamiento del avance en esos frentes. Tres días antes de la negociación de Estambul, el alto mando ruso redujo sus objetivos y se concentró en tomar la región de Donbás.
Rusia reconoce “importantes bajas” entre sus tropas
La agenda del ministro de Exteriores Lavrov incluyó también este jueves la reunión del Consejo de Seguridad ruso, presidido por Putin. Allí se enfatizó “la necesidad de contrarrestar activamente la información de Ucrania y otros actos de sabotaje”, según relató el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. “Los participantes discutieron el curso de la operación militar en curso y de las negociaciones”, agregó.
En una entrevista concedida al canal británico Sky News, Peskov también reconoció que Rusia ha sufrido “importantes bajas” entre las tropas desplegadas en Ucrania. “Es una gran tragedia para nosotros”, afirmó. El 21 de marzo el diario ruso Komsomólskaya Pravda publicó en su versión digital durante unos minutos que habrían muerto 9.861 militares rusos y que otros 16.153 habían resultado heridos. La información desapareció poco después, y desde entonces no ha habido ningún comunicado sobre el número de soldados rusos caídos en el frente de Ucrania.
Las conversaciones de paz comenzaron el 28 de febrero y han alternado varios encuentros en persona con reuniones telemáticas. Al principio tuvieron lugar en varias ciudades de Bielorrusia cercanas a Polonia y Ucrania, y después se trasladaron a Estambul. Ahora, dos aliados de Putin insisten en hospedar los próximos encuentros. Uno es el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, reelegido el pasado domingo y que ha desafiado a la UE al negarse a aprobar las sanciones contra el sector energético ruso. El Kremlin ni descartó ni aprobó la invitación del mandatario ultranacionalista, con quien brindó Putin en Moscú semanas antes de comenzar la guerra.
La otra propuesta para acoger la próxima mesa de negociación procede de Alexander Lukashenko, el presidente bielorruso. Tanto el mandatario como su ministro de Exteriores, Vladímir Makei, subrayaron este jueves que la reunión definitiva de las partes ucrania y rusa “no puede tener lugar sin la participación de Bielorrusia”. Desde el comienzo de la invasión, el régimen de Minsk ofreció su territorio a Moscú como lanzadera para sus tropas en el frente de Kiev.
Lukashenko habló durante la reunión del Consejo de Seguridad de una supuesta operación especial para rescatar a un centenar de camioneros capturados en Ucrania. “Fue tan brillante que ni os disteis cuenta”, aseguró.
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