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Biden sufre un revés con la victoria del republicano Glenn Youngkin en las elecciones de Virginia

Los comicios se interpretan como un plebiscito del primer año en el cargo del presidente de Estados Unidos

El aspirante republicano Glenn Youngkin, este martes tras conocer los resultados, en Chantilly (Virginia). Foto: ANDREW HARNIK (AP) | Vídeo: REUTERS-QUALITY
Yolanda Monge
Fairfax (Virginia) -

Joe Biden arriesgó mucho, demasiado, al predecir desde Glasgow (Escocia) la victoria del candidato demócrata en las elecciones a gobernador de Virginia. “Vamos a ganar. Creo que vamos a ganar en Virginia”, declaró este martes el presidente de Estados Unidos desde la ciudad escocesa en la que se celebra la cumbre del clima COP26. Se jugaban mucho los demócratas en los comicios del martes. En los últimos días de campaña, el demócrata Terry McAuliffe se mantuvo prácticamente igualado en las encuestas con el republicano Glenn Youngkin, avivando las ansias de quienes querían hacer de esta contienda una lectura de política nacional, un año después de que Biden arrebatara la Casa Blanca a Donald Trump. Pero la noche se acercaba a su fin y no parecía que el deseo de Biden se fuera a cumplir. Con el 95% escrutado, Youngkin se ha alzado con la victoria con un 51% de los votos, frente al 48,3% de McAuliffe.

McAuliffe comparecía pasadas las diez de la noche (tres de la madrugada, hora peninsular española) ante sus seguidores. Sin tirar la toalla parecía avanzar el desastre. Su entorno mostraba la frustración por la derrota. Su familia, sus hijos y su esposa, trataban de poner al mal tiempo buena cara entre los vítores de los asistentes al acto. Aun así, tratando de mostrar el máximo entusiasmo posible, tras dejarse 17 millones de dólares (unos 14,7 millones de euros) de su bolsillo en anuncios televisivos, el demócrata declaró que cada voto contaba y que la lucha no había terminado. Terminó su breve discurso con un baile ciertamente extraño.

Biden desembarca a su regreso a Washington de la cumbre de Glasgow, este martes.
Biden desembarca a su regreso a Washington de la cumbre de Glasgow, este martes. Evan Vucci (AP)

A la entrada del Cafe O´Clock, la enfermera Paula Swain relataba que votó en Fairfax (bastión demócrata en las pasadas presidenciales) hace más de dos semanas para evitar posibles colas en los colegios electorales este martes. Su sufragio es uno de los más de 1.137.000 emitidos con anterioridad, cifra seis veces mayor que en la cita electoral de 2017. Swain se mostraba consciente de la apariencia de plebiscito que la votación en el Estado sureño arroja sobre el trabajo de Biden, quien registra sus niveles de aceptación más bajos.

“La victoria de Youngkin es la vuelta de Trump”, aventura, no en minoría, esta mujer de 53 años. Exactamente esa misma lectura hacía McAuliffe respecto a su contrincante en uno de sus últimos mítines. “Hasta 10 veces lo ha respaldado Trump”, dijo el empresario, quien ya fue gobernador entre 2014 y 2018 (los mandatos son de un solo periodo, aunque se puede concurrir de nuevo tras pasar un término). “Trump busca la ruptura de nuestro país, la división, por eso creo que la victoria conservadora sería una mala noticia”.

Es la primera vez que los demócratas pierden en 12 años en un Estado que fue republicano hasta que llegó Obama y que resultó decisivo en el triunfo de Biden en noviembre del año pasado. La derrota de McAuliffe se considera un desastre para los demócratas y una señal de advertencia para estos, sugiriendo que el apoyo a la Administración de Biden está seriamente erosionada y que la Cámara de Representantes corre el peligro de perder la mayoría demócrata en 2022, e incluso la Casa Blanca en 2024.

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Con un Biden azotado por sus propias filas en el ámbito nacional, que está luchando a brazo partido para promulgar sus enormes planes de gasto social e infraestructuras, los republicanos se dispusieron a demostrar en Virginia la mala salud del casi primer año de Administración demócrata. Conner Lelland, que votaba en persona en Arlington, es uno de esos padres furiosos que compra la promesa de Youngkin de prohibir la enseñanza de la llamada Teoría Crítica de la Raza, doctrina que pone el acento en el estudio del pasado esclavista del país como origen de un racismo sistémico que aún perdura.

Lelland considera la enseñanza de esa corriente académica adoctrinamiento racial y resentimiento hacia los blancos —en este caso los colegiales, sus hijos—. “La victoria de Youngkin movilizará de nuevo a los republicanos, no quiero decir que devuelva a Trump a la Casa Blanca, pero sí a una figura de ese partido”, dice Lelland, de 37 años y auditor de profesión, que no aporta el nombre de un futuro candidato para 2024.

En un martes frío y lluvioso, poco parece importar que Virginia votara mayoritariamente por Biden en las elecciones de hace un año. “Está tocado, Biden está herido de muerte desde el fiasco de Afganistán”, recuerda el auditor, nacido en Virginia, de padres virginianos, respecto a la caótica retirada de las tropas del país asiático. La ventaja de McAuliffe, de 64 años, quien llegó a sacar 10 puntos a su rival, fue reduciéndose frente a Youngkin, un empresario de 54 años. Según avanzaba la noche, la distancia se incrementaba a favor del republicano.

En declaraciones a la prensa por la tarde, el demócrata, cuyo electorado es predominantemente urbano, dijo estar “muy nervioso” ante la idea de una posible victoria de su adversario, porque equivaldría a “cuatro años de teorías del complot y de política extremista”. Del otro lado, sin llegar a querer mimetizarse del todo con el expresidente, Youngkin intentaba capitalizar la popularidad de Trump entre el electorado rural de este Estado, uno que, sin embargo, el magnate neoyorquino perdió en 2020 por más de 29 puntos.

Choques culturales e ideológicos han sacudido esta campaña estatal y se proyectan en las elecciones de medio mandato que se vivirán el próximo año. Youngkin representa la reacción a temas como la igualdad transgénero o el revisionismo histórico, ya sea a través de la enseñanza de la historia del país en los colegios o el destierro de estatuas de otro tiempo. La figura de McAuliffe está asociada a Joe Biden y Kamala Harris, la vicepresidenta del país, quien comentó durante un mitin del candidato que había que mirar al futuro y no al pasado, quizá sin ser consciente de que el demócrata forma ya parte del pasado con cuatro años en el Gobierno. El aborto, la obligación o no de vacunarse, las mascarillas en los colegios son asuntos que han enfrentado a ambos candidatos. Youngkin se ha manifestado en contra del uso obligatorio del cubrebocas y de imponer la vacunación a niños o a ciertas profesiones. Para los republicanos, McAuliffe es “un izquierdista radical”, adalid del aborto y demasiado blando con la inmigración.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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