La tensión del chavismo con Borrell compromete la misión de los observadores electorales en Venezuela
El jefe de la diplomacia europea aseguró que su trabajo será el que legitime o no al Gobierno de Maduro, lo que ha enfadado a Caracas y al propio árbitro electoral
Los frágiles acuerdos políticos en Venezuela vuelven a atravesar una turbulencia. Las declaraciones del jefe de la diplomacia europea Josep Borrell sobre los objetivos de la Misión de Observación Electoral que participará en las elecciones regionales y locales de noviembre han sido rechazadas por Caracas y por el propio árbitro electoral. Las califican de injerencistas y parcializadas. Y advierten que, además, comprometen el cumplimiento de una de las garantías de observación electoral internacional que ha exigido la oposición para participar en los comicios pautados para dentro de poco más de un mes. Una nueva crisis diplomática que estanque nuevamente las negociaciones políticas en Venezuela está en puertas.
Borrell ha dicho que el informe de la misión de observadores es lo que terminará legitimando o no el Gobierno de Nicolás Maduro y también los comicios en los que un importante sector de la oposición ha decidido participar unido. “Si toda la oposición se presenta a las elecciones, incluso los partidos del señor (Juan) Guaidó, pues tenemos que acompañarles porque les da mayores garantías a ellos que estemos presentes auditando el sistema”, dijo el diplomático el viernes durante un desayuno organizado por Nueva Economía Forum, en Madrid. Pero Borrell fue más allá con sus comentarios. “¿Eso legitima al Gobierno de Venezuela o a Maduro? Pues no. Lo que le legitimará o deslegitimará es el informe de la misión”.
Este sábado los cinco rectores del Consejo Nacional Electoral reaccionaron en un comunicado en el que aseguran que las declaraciones comprometen seriamente el acuerdo firmado la semana pasada con el nuevo jefe de la delegación de la UE en Caracas, Rafael Dochao. “En sus palabras, el señor Borrell aseguró que la Misión de Observación de la Unión Europea vendrá al país a acompañar a una parcialidad política y que será esta misión de observación la que califique la legitimidad de nuestro proceso electoral”, dice el comunicado. El CNE en su comunicado señaló que pedirá explicaciones por las declaraciones de Borrell al recién llegado encargado de negocios de Bruselas.
El Alto Representante de la política exterior europea también señaló que si bien “no se puede esperar que las elecciones en Venezuela sean como las del país más democrático del mundo”, la participación de la oposición permite abrir una brecha para una mayor institucionalización.
El canciller venezolano Félix Plasencia calificó el discurso de Borrell de injerencista y advirtió que una misión como la descrita no será aceptada por Venezuela. “Una vez más la Unión Europea parece no entender bien su papel en el marco del proceso político venezolano, perdiendo la oportunidad de situarse como un actor respetable, imparcial e independiente, para posicionarse como una pieza política subordinada a la política exterior estadounidense y de algunos sectores de la extrema derecha que pretenden socavar el proceso electoral y democrático venezolano”, señala en un comunicado. Jorge Rodríguez, jefe de la delegación que representa al gobierno de Maduro las negociaciones en México, también fustigó los comentarios de Borrell. “Si no es capaz de respetar mínimamente y con algo de decencia el acuerdo que usted mismo firmó con el Poder Electoral, la verdad es que mejor y no vengan”.
La renovación del CNE, con la incorporación por primera vez de dos rectores sin vínculos con el chavismo, las auditorias al registro electoral, la habilitación de la tarjeta de Mesa de la Unidad Democrática para la oposición y la aceptación de la visita de observadores electorales han sido las principales concesiones que ha dado el chavismo en esta nueva tregua para aminorar la tensión política en el país. Son parte de las condiciones que preconfiguraron el nuevo intento de Noruega por propiciar negociaciones entre el Gobierno y la oposición que se iniciaron en agosto pasado.
A principios de septiembre, durante el último encuentro entre el Gobierno y la oposición en México, declaraciones de Erna Solberg, la primera ministra de Noruega, país mediador en el caso venezolano, hicieron que encallaran las discusiones. Solberg había dicho en las Naciones Unidas que estaba preocupada por los derechos humanos en Venezuela. El comentario fue interpretado por el chavismo como parcializado, por lo que decidió llegar un día más tarde al encuentro como protesta. Dag Nylander, representante del equipo noruego en las negociaciones, maniobró la crisis y logró que volvieran a sentarse la partes. Los acuerdos logrados en esas sesiones, si los hubo, no fueron comunicados como sí ocurrió en el primer encuentro de trabajo. Está por verse si este nuevo impasse con Borrell afecte el próximo encuentro previsto entre el 17 y 20 de octubre.
Las relaciones entre la UE y Venezuela comenzaban a descongelarse con el cambio del canciller venezolano en agosto pasado, cuando Maduro sustituyó a Jorge Arreaza por Félix Plasencia. El nuevo ministro de Relaciones Exteriores venezolano recibió el nombramiento del español Dochao como representante de Bruselas en Caracas, después de que su antecesora Isabel Brilhante fuera expulsada en respuesta a las sanciones europeas aprobadas contra 19 funcionarios venezolanos en febrero pasado.
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