EE UU bombardea un coche del ISIS con explosivos ante un posible atentado en el aeropuerto de Kabul
Testimonios locales afirman que un niño ha resultado muerto por un cohete en una vivienda
Una explosión en las proximidades del aeropuerto de Kabul ha añadido tensión este domingo al final de las operaciones de evacuación de Estados Unidos. Según medios afganos, un misil ha alcanzado una casa cercana y matado a varios civiles, entre ellos un niño. Poco después, un portavoz militar norteamericano ha dicho que su aviación había destruido un coche bomba del Estado Islámico que se dirigía al aeródromo. No está claro si se trata del mismo incidente. Con anterioridad, Washington había alertado del riesgo de un atentado inminente y pedido a sus ciudadanos y a los afganos, que se mantuvieran alejados del recinto.
“Estamos convencidos del éxito de la operación. Las significativas explosiones secundarias del vehículo indican la presencia de una cantidad significativa de material explosivo”, explicaba el capitán Bill Urban, portavoz del Mando Central (CENTCOM), en un comunicado. Urban también afirma que están “evaluando la posibilidad de bajas civiles” de las que dice no disponer de indicaciones. El ataque, que llevó a cabo un avión no tripulado desde bases fuera de Afganistán, eliminó, según el portavoz, “una amenaza inmediata del ISIS-K”, la rama local del Estado Islámico.
Poco antes, los medios afganos se habían hecho eco de una explosión en el barrio de Khawja Bughra, al norte del aeropuerto. Testigos entrevistados por la cadena de televisión Shamshad News contaron que un misil había alcanzado una casa y provocado un incendio. Más tarde, otros testimonios hablaban de la muerte de hasta seis civiles, entre ellos un niño. Se desconoce si este suceso tiene alguna relación con el ataque estadounidense.
Los talibanes han atribuido la explosión a un misil estadounidense sin mencionar que hubiera afectado a una vivienda. “El vehículo y quienes viajaban en su interior han resultado muertos en el ataque del dron”, ha declarado el portavoz talibán, Zabihullah Mujahid, citado por Reuters. Según Mujahid, el grupo está investigando si el vehículo, en el que viajaban tres personas, realmente estaba conducido por un suicida y cargado de explosivos.
El ISIS-K, un grupo rival tanto de Occidente como de la guerrilla que se ha hecho con el poder en Afganistán, se responsabilizó del ataque del pasado jueves que causó un centenar de muertos y 150 heridos. EE UU mató a dos de sus presuntos miembros al día siguiente en un ataque de represalia.
Los soldados de EE UU están ya en la fase final de su salida de Afganistán, tras 20 años de una inversión económica y humana que muchos cuestionan ahora. La multitud que hasta ahora se agolpaba a las entradas del aeropuerto ha prácticamente desaparecido, en parte por el aviso del Departamento de Estado de que un nuevo ataque era inminente, pero sobre todo porque los talibanes han cerrado las vías de acceso e intensificado los controles.
Apenas mil civiles quedaban dentro del recinto a primera hora, según Reuters, y los militares estadounidenses esperaban haberlos sacado a lo largo del día, el último de la evacuación antes de recoger sus pertrechos y volver a casa. Todos los demás países implicados ya han abandonado Afganistán. A pesar de las 117.000 personas que EE UU y sus aliados han logrado sacar del país desde que los talibanes se hicieron con el poder hace dos semanas, una cantidad más numerosa se ha quedado en tierra por falta de vuelos y de tiempo.
El plazo que Washington se marcó para la salida concluye el martes, pero sus soldados necesitan tiempo para desmantelar sus instalaciones, empaquetar el material que puedan llevarse en los aviones de carga y destruir todo aquello que no sea factible recoger. Las horas finales son también las más complicadas. Cada vez habrá menos soldados y habrá un momento en que los milicianos talibanes se harán con el control.
No está claro si se ha acordado algún tipo de protocolo, ya que se trata de una situación sin precedentes. Aunque Estados Unidos no ha reconocido a los talibanes, a quienes considera una organización terrorista y ofrece recompensas por la cabeza de varios de sus líderes, ha estado manteniendo contactos operacionales con los responsables de la milicia para organizar la retirada. Incluso el director de la CIA, William Burns, se reunió el pasado lunes con el jefe político talibán, Abdulghani Baradar.
Los islamistas, que han expresado su deseo de reanudar los vuelos comerciales a partir del martes, dicen disponer de ingenieros y técnicos para hacerse cargo del aeródromo. “Estamos esperando la anuencia final de los estadounidenses para tomar el control total sobre el aeropuerto de Kabul, ya que ambas partes desean un traspaso rápido”, ha dicho a la agencia Reuters un responsable talibán.
En cualquier caso, va a resultar bastante inquietante despegar en los últimos aviones a la vez que los talibanes van ocupando el aeropuerto. De hecho, los milicianos están al acecho. Desde el pasado viernes por la noche han estado difundiendo imágenes que aseguran que muestran la entrada de unidades de sus fuerzas especiales en el sector militar, algo que fue desmentido por el Pentágono.
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