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“Los talibanes impusieron un ‘apartheid’ de género. En 2021 sería intolerable”

Heather Barr, experta en derechos de la mujer en Human Rights Watch, explica que aunque nunca ha habido igualdad real en Afganistán, la época talibán no tuvo parangón

Patricia Gosálvez
Talibanes Afganistan
Heather Barr, codirectora de la división de Derechos de la Mujer en Human Rights Watch.HRW

Heather Barr es codirectora de la división de Derechos de la Mujer en Human Rights Watch (HRW), organización a la que se unió en 2011 como investigadora en Afganistán tras trabajar para Naciones Unidas en el país. Esta abogada, licenciada por la Universidad de Columbia y la London School of Economics, vive actualmente en Pakistán.

Pregunta. ¿Qué es ahora mismo lo más urgente para salvaguardar los derechos de las mujeres en Afganistán?

Respuesta. La mayor emergencia es solucionar el terrible desastre en el que se ha convertido poder abandonar el país. Nadie podía imaginar este lío, que pasasen los días y nadie haga nada. Hay gente con pasajes y todos los papeles en regla para irse que simplemente no pueden acceder al aeropuerto.

P. ¿Las activistas y mujeres amenazadas por sus profesiones quieren irse?

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R. Algunas se han ido, otras se quieren ir, otras están escondidas, otras retan a los talibanes… No hay una postura correcta, depende mucho de las situaciones familiares. La mayoría no quieren irse para siempre, pero sí de forma inmediata hasta ver cómo evoluciona la situación, ver si pueden continuar con su trabajo, si pueden criar a sus hijos. En este momento solo quieren estar seguras. Es el caos. Hay violencia en la calle, algunas están recibiendo amenazas. Muchas se han escondido. Pero si eres un objetivo y te escondes, irán a por tu familia. Es terrorífico. Muchas quieren salir al menos durante unas semanas, ver cómo evoluciona. Esperan que los talibanes no permanezcan en el poder, que la comunidad internacional haga algo. Tienen esperanza a pesar de todo.

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P. ¿Cree que hará algo la comunidad internacional?

R. No creo que tengan muchas armas para hacer nada ni tampoco la voluntad política. Han salido de allí humillados, derrotados, no sé si eso es compatible con volver para ayudarlas.

P. Esta semana hemos visto muchas veces la foto de las universitarias de los setenta en minifalda por Kabul y también artículos sobre los avances de la mujer en Afganistán durante estos últimos años, pero informes como el suyo de HRW “Pensé que nuestra vida podía mejorar”, sobre la errática y limitada aplicación de la ley de Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, o el último (2020) del Departamento de Estado de EE UU sobre las actuales vulneraciones de los derechos de las mujeres hablan de que la situación para ellas ya estaba lejos de ser ideal antes de la toma de los talibanes.

R. Los medios están obsesionados con esa foto de las minifaldas… En mi experiencia las afganas están más preocupadas por la educación o la sanidad que por lo que llevan puesto o en la cabeza. Nunca ha habido una época de igualdad real para las mujeres afganas, ni siquiera en los últimos tiempos y especialmente en las zonas rurales. Pero aun así, las diferencias eran brutales con lo anterior. Hemos pasado diez años criticando las promesas fallidas del Gobierno afgano y las vulneraciones de los derechos de la mujer, pero eso no significa que fuese igual que bajo los talibanes. Los talibanes impusieron un apartheid de género, un nivel de opresión sin parangón, que aplastaba a las mujeres convirtiéndolas en prisioneras. Podemos criticar las deficiencias de los últimos 20 años, pero aun así la situación era un millón de veces mejor que en 2001. Las mujeres han hecho avances increíbles. Me conmueven las mujeres que han salido a protestar, son pocas, pero una sola mujer diciendo que esto es inaceptable hace que el mundo no pueda mirar hacia otro lado. Deben prestarles atención.

P. ¿Quién en concreto?

R. Primero, Estados Unidos. Hemos sido socios durante todo este tiempo y es ahora cuando hay que demostrar ese compromiso. Pero el mensaje de la Administración de [Joe] Biden “hicimos todo lo que pudimos, no funcionó, ya no podemos hacer más” no ayuda en nada.

P. Los talibanes dicen que esta vez será distinto respecto a las mujeres. ¿Les cree?

R. No. Esta semana, en la rueda de prensa dijeron que iban a dejar trabajar a las mujeres. Ni 24 horas después, impidieron a la presentadora de la cadena de televisión Tolo News acceder a su puesto de trabajo.

P. ¿Esperaban que esto pudiese pasar?

R. Todo el mundo temía un regreso talibán, pero no tan rápido, no así. No ha habido tiempo para planificar nada. Si estás amenazada, normalmente tienes una serie de líneas rojas: si pasa esto, me voy. Pero ha ocurrido todo en 24 horas.

P. ¿Qué puede hacer la ciudadanía del resto del mundo?

R. Presionar a sus Gobiernos para que no olviden y acoger a los refugiados y refugiadas para que se sientan en casa. Los abusos contra las mujeres cometidos por los talibanes de 1996 a 2001 fueron espeluznantes, pero en 2021 lo son aún más. A las mujeres aún nos falta terreno por ganar, pero hemos ganado mucho. Hoy, en el mundo, esto es intolerable.

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Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

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