El centroizquierda en Chile elige a la candidata democristiana para las presidenciales de noviembre
La presidenta del Senado, Yasna Provoste, se impone a la socialista Paula Narváez, la carta de Michelle Bachelet, y al radical Carlos Maldonado
El centroizquierda chileno, un sector que gobernó tras la dictadura entre 1990 y 2010 y que hoy enfrenta una profunda crisis, ha elegido este sábado a la senadora democristiana Yasna Provoste como su candidata para la presidencial de noviembre, donde se definirá el reemplazo de Sebastián Piñera. La parlamentaria de 51 años, presidenta del Senado, se impuso con el 62,2% a los otros dos abanderados de la alianza Unidad Constituyente: la socialista Paula Narváez, que obtuvo un 26,4%, y el radical Carlos Maldonado, que alcanzó un 11,4% (con el 53% escrutado). En las elecciones previstas para el 21 de noviembre, Provoste se medirá ante el abogado Sebastián Sichel, exministro del actual Gobierno, representante de oficialismo, y Gabriel Boric, diputado del Frente Amplio y abanderado de la izquierda, ambos elegidos en las primarias legales de sus respectivos sectores, el 18 de julio pasado.
Era un escenario altamente probable el triunfo de Provoste, exministra de Michelle Bachelet, al igual que Maldonado y Narváez. Aunque la propia Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos empujó la candidatura de la socialista. Pese a que Provoste entró tarde a la carrera, definió su postulación el 23 de julio pasado, las encuestas la instalaron de inmediato con ventaja frente a sus competidores. Democristiana desde la adolescencia, ocupó diversos cargos en los Gobiernos de la Concertación y llegó a liderar el Ministerio de Educación en 2006, en el primer período de Michelle Bachelet. Fue, sin embargo, destituida de su cargo por el Congreso, acusada de negligencia en la ejecución de las leyes. En 2014 entró a la Cámara de Diputados y en 2018 al Senado. Suele reivindicar su ascendencia diaguita, uno de los pueblos originarios del norte de Chile.
En la consulta ciudadana de Unidad Constituyente participaron un poco más de 150.000 personas, según estimaciones oficiales. A diferencia de las primarias de julio de la derecha y la izquierda —que convocó en total a 3.139.765 ciudadanos—, el centroizquierda no alcanzó a inscribir legalmente su consulta, para lo que había plazo hasta el 19 de mayo. El ejercicio electoral de este sábado, por lo tanto, fue organizado por los propios partidos del sector y no por el Servicio Electoral, no contó con recursos estatales ni tampoco con espacios como la franja televisiva. Si hace un mes hubo 16.000 mesas en 345 comunas de Chile, en esta ocasión los partidos del centroizquierda dispusieron de 1.300 mesas en 320 municipios.
La incapacidad de llegar a acuerdo para inscribir sus primarias legales muestra la crisis que enfrenta un sector que incluye a la Democracia Cristiana, el Partido Socialista, el PPD, el Partido Radical —los cuatro que formaron la extinta Concertación— junto a Ciudadanos, Nuevo Trato y el Partido Liberal. El centroizquierda no tiene un sólido proyecto político que ofrecer al país, lo que se explica en parte por la incapacidad para renovar sus postulados y rostros. Sin fuerza para levantar un proyecto propio y diferenciarse de la izquierda, la noche del 19 de mayo los socialistas estuvieron a punto de sellar una alianza con los comunistas y el Frente Amplio y quebrar su alianza histórica con el centro que posibilitó el retorno a la democracia y los cuatro Gobiernos de la transición (Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos y el primer mandato de Michelle Bachelet). Si el acuerdo no se concretó fue porque la izquierda censuró al PPD, los compañeros históricos del Partido Socialista.
La Unidad Constituyente, por lo tanto, parece menos un conglomerado ideológico de centroizquierda que un acuerdo electoral por conveniencia. Como en paralelo se negocian las listas parlamentarias, que se celebrarán el mismo 21 de noviembre, los partidos saben que sus posibilidades con miras al Congreso son nulas si no compiten unidos.
Parte de esta desafección ha quedado de manifiesto en los últimos días, cuando el líder de uno de los partidos de Unidad Constituyente —Marcos Enríquez Ominami, del PRO— se ha acercado a la posibilidad de llegar con una candidatura presidencial directamente a la primera vuelta de noviembre. En 2009, su candidatura a La Moneda fue un elemento central para el primer triunfo de la derecha contra la Concertación, cuando Sebastián Piñera se impuso a Frei. Luego, en 2013, Enríquez alcanzó un 10% de respaldo, lo que lo dejó nuevamente fuera del balotaje entre Bachelet y la candidata de la derecha, Evelyn Matthei. Lo mismo ocurrió en 2017, cuando quedó sexto entre ocho postulantes al Gobierno.
En la crisis del centroizquierda no contribuye el discurso contra la transición que se ha instalado en la escena política chilena y que levanta sobre todo la izquierda del Frente Amplio y el Partido Comunista. Esta mirada alcanzó fuerza luego de las revueltas sociales de octubre de 2019, cuando se hizo popular una explicación para el estallido: no respondía al alza de 30 pesos de la tarifa del metro, sino a los 30 años de Gobiernos de centroizquierda y de derecha, las dos coaliciones que protagonizaron la transición. En las elecciones para la convención constitucional de mayo, probablemente la de mayor importancia en la historia reciente de Chile, este sector alcanzó 25 escaños de los 155. Fue superado tanto por la derecha que, unida, llegó a los 37 escaños (insuficientes en cualquier caso para conseguir el tercio de la representación y tener la capacidad de vetar las normas) como por la izquierda, que obtuvo 28 bancas. En la elección de gobernadores, sin embargo, se quedó con 10 de los 16 cargos en disputa.
La carrera presidencial será compleja para la candidata de centroizquierda, que deberá medirse con la derecha de Sichel y la izquierda de Boric: ambos la sobrepasan en las encuestas y parecen fortalecidos, de partida, por el electorado que movilizaron respectivamente el pasado 18 de julio. Resultará especialmente complejo para Provoste diferenciarse del diputado Boric, porque la senadora pertenece al sector progresista de la Democracia Cristiana y no resultan nítidas sus distancias con la izquierda. Tendrá el desafío de amarrar al electorado socialista, seducido por el candidato del Frente Amplio.
En las presidenciales que se celebrarán en tres meses, competirán al menos otros dos candidatos: José Antonio Kast (Partido Republicano) y Franco Parisi (Partido de la Gente). El plazo para las inscripciones vence este lunes 23.
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