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EE UU y Reino Unido se suman a Israel para acusar a Irán del ataque a un petrolero

Teherán advierte de que responderá con contundencia a cualquier amenaza contra su seguridad

Militares estadounidenses, el pasado viernes a bordo del portaeronaves 'Ronald Reagan' para asistir al petrolero atacado 'Mercer Street', gestionado por un naviero israelí.
Militares estadounidenses, el pasado viernes a bordo del portaeronaves 'Ronald Reagan' para asistir al petrolero atacado 'Mercer Street', gestionado por un naviero israelí.U.S. NAVY (via REUTERS)

La guerra naval en la sombra que libran Irán e Israel en aguas de Oriente Próximo ha entrado en punto de ebullición tras el ataque con drones registrado el pasado jueves frente a las costas de Omán, en el que murieron dos tripulantes de un petrolero operado por Zodiac Maritime, compañía dirigida por el magnate israelí Eyal Ofer. Tras la acusación inicial lanzada por Israel, Estados Unidos y Reino Unido han responsabilizado también a Teherán de la acción armada. El Gobierno de Irán, que niega toda vinculación con los hechos, ha advertido de que responderá a cualquier amenaza contra su seguridad.

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En el ataque sufrido por el Mercer Street, un petrolero de tamaño medio de bandera liberiana y propiedad japonesa gestionado por Zodiac Maritime, perdieron la vida un guarda de seguridad británico y un marinero rumano. Buques de guerra estadounidenses de la V Flota, desplegada en torno al golfo Pérsico, que escoltaron al petrolero constataron que había sufrido daños causados por el impacto de aviones no tripulados cargados con explosivos, presuntamente controlados por la Guardia Revolucionaria iraní.

El Gobierno británico convocó este lunes al embajador iraní en Londres para protestar por el ataque en el que murió uno de sus ciudadanos. El primer ministro, Boris Johnson, calificó el incidente de “inaceptable e indignante agresión a la navegación mercante”, informa Reuters. “Irán tiene que afrontar las consecuencias de sus actos”, advirtió el jefe de Gobierno. El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, ya había afirmado el domingo que su país “está seguro de que Irán perpetró el ataque” y prepara con sus aliados “una respuesta adecuada”.

La escalada verbal prosiguió el lunes en Teherán, donde el encargado de negocios británicos fue convocado ante el Ministerio de Asuntos Exteriores, al igual que el embajador rumano, para dar explicaciones sobre las acusaciones expresadas por su gobierno. “Irán no vacilará en defender su seguridad e intereses nacionales y responderá con rapidez y contundencia frente a cualquier posible aventura (militar)”, replicó el portavoz diplomático Said Jatibzadeh.

Israel mantiene una vinculación secundaria con el petrolero operado por Zodiac Maritime, compañía radicada en Mónaco y con oficinas centrales en Londres, controlada en parte por el grupo empresarial del israelí Eyal Ofer. Pero su Gobierno se ha esforzado en implicar a Teherán en el ataque naval para intentar torpedear la reactivación del acuerdo nuclear iraní con las grandes potencias, suscrito en 2015 y del que se apartó tres años después el entonces presidente estadounidense Donald Trump. El primer ministro israelí, Naftali Bennett, ha acusado a Irán de “intentar eludir su responsabilidad de forma cobarde”. “Tenemos informes de inteligencia que confirman inequívocamente la autoría”, agregó.

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El Mercer Street se encontraba a unos 280 kilómetros al noreste del puerto omaní de Duqm, en su ruta desde Dar es Salaam (Tanzania) al puerto de Fuyaira (Emiratos Árabes Unidos), cuando fue atacado. El Gobierno iraní sostiene que las amenazas occidentales y de Israel son meros gestos de propaganda, según la información recabada por Reuters en Teherán. Los analistas militares de la prensa hebrea atribuyen, sin embargo, el ataque iraní a una represalia por los bombardeos israelíes lanzados hace dos semanas en Siria contra posiciones de la Fuerza Quds, el cuerpo expedicionario de los Guardianes de la Revolución.

Más incidentes

En los últimos meses, los incidentes de la guerra naval entre Israel e Irán se han multiplicado. El pasado 3 de julio, el Tyndall, un portacontenedores de bandera liberiana que se dirigía desde el puerto saudí de Yeda al emiratí de Dubái, perteneciente a Zodiac Maritime, sufrió daños materiales mientras navegaba por el norte del océano Índico, en un ataque con un misil que fue investigado por Israel como una presunta acción de represalia de Irán.

Israel acusa a Irán de activar la guerra naval en las rutas comerciales de Oriente Próximo, lo que ha provocado una cadena de incidentes en el Índico, el mar Rojo y el Mediterráneo oriental. El conflicto en la sombra registró otro episodio en abril, cuando otro carguero de propiedad israelí sufrió una explosión causada por minas adhesivas cerca de las costas de Emiratos Árabes Unidos. También en abril, un buque iraní que supuestamente actuaba como centro de mando naval de los Guardianes de la Revolución en el mar Rojo quedó inmovilizado a causa de un ataque que Teherán atribuyó a comandos Israelíes.

Uno de los mayores navíos de la Armada de Irán, el buque cisterna ‘Kharg’ se hundió en junio en el golfo de Omán tras incendiarse por causas desconocidas. Era uno de los pocos barcos de la Armada iraní capaz de reabastecer a otras naves de la flota en alta mar, contaba con grúas para mover carga pesada y disponía de helipuerto.

El entonces primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, acusó en marzo a Teherán del ataque con misiles al mercante ‘Helios Ray’, registrado en Bahamas por una empresa de Israel, en el golfo de Omán. El ataque fue seguido semanas después por otra supuesta acción armada en el mar Arábigo contra el portacontenedores ‘Lori’ de bandera liberiana y también propiedad de una compañía naviera radicada en Haifa. El diario estadounidense The Wall Street Journal acababa de revelar en esa fecha que comandos de la Armada israelí habían saboteado desde 2019 al menos una decena de petroleros y buques iraníes que navegaban con combustible y material susceptible de uso militar por aguas de Oriente Próximo.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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