Empresas de seguridad, un mes de trabajo y escala en Dominicana: la ruta de los exmilitares colombianos en el magnicidio en Haití
Los detenidos por el asesinato del presidente Jovenel Moïse viajaron en grupos pequeños hacia Puerto Príncipe desde Bogotá
Las investigaciones sobre el asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse, se abren paso en un escenario todavía lleno de incógnitas. Las autoridades del país caribeño informaron este viernes de que al menos 28 mercenarios participaron en el magnicidio. Se trata de 26 colombianos, varios de ellos antiguos oficiales de Ejército retirados a partir de 2018, y dos estadounidenses de origen haitianos. De ellos, 20 fueron detenidos —17 a primera hora y otros tres al final del día—, otros cinco lograron huir y al menos tres fallecieron a manos de las fuerzas de seguridad.
La policía de Colombia presentó un cuadro con los rostros y nombres de 13 exmilitares e informó de que fueron reclutados por cuatro empresas de seguridad de Colombia, que pagaron sus billetes aéreos y que viajaron en dos grupos, a finales de mayo y comienzos de junio.
Según las primeras informaciones, tuvieron 32 días para planear el ataque. “Se está ampliando información sobre las empresas que los reclutaron”, dijo el director general de la policía colombiana, Jorge Luis Vargas, quien aseguró que “se están haciendo todas las verificaciones ya en Colombia para enviar un informe completo a las autoridades de Haití”.
“Ofrecemos toda la colaboración para encontrar la verdad de los autores materiales e intelectuales del asesinato del presidente Jovenel Moïse”, añadió el presidente colombiano, Iván Duque, tras comunicarse con el primer ministro de Haití, Claude Joseph. El mandatario colombiano ordenó también que el director de inteligencia de la policía viaje a Haití con integrantes de Interpol Colombia para ayudar en las investigaciones.
La policía colombiana aseguró que aún está pendiente de responder a nuevos requerimientos de las autoridades haitianas. También Estados Unidos enviará a una delegación, integrada entre otros por miembros del FBI, según informó la Casa Blanca.
Mientras el desarrollo de los acontecimientos continúa en una nebulosa, la sorpresiva llamada de una mujer a una emisora de radio colombiana aportó algunas pistas —imposibles de contrastar— sobre cómo el grupo fue reclutado para una operación de esa magnitud, así como sobre el perfil de los exmilitares. La mujer, que se identificó como la esposa de Francisco Eladio Uribe, uno de los detenidos, dijo que su marido había sido contratado por “una agencia de seguridad para cuidar familias de jeques”, que no sabía exactamente el lugar al que serían asignados y que le ofrecieron 2.700 dólares (unos 2.300 euros) por el encargo.
“Hablé con él el miércoles a las 10 de la noche y me dijo que les tocaba prestar guardia, estaba tranquilo”, relató la mujer. Al día siguiente —agregó— su esposo le escribió diciendo que huía, que lo estaban atacando y que “no entendía qué había pasado”. Después, no tuvo más contacto hasta que lo vio en las noticias como uno de los capturados.
Rastro en redes
Francisco Eladio Uribe era soldado profesional y dejó el Ejército en 2019, pero, además, tenía una investigación por ejecuciones extrajudiciales o falsos positivos, como se conoce en Colombia a los asesinatos de civiles para presentarlos como guerrilleros. El asesinato fue cometido en 2008 y Uribe se había comprometido a dar información al tribunal de paz de Colombia sobre su participación. Según esa versión, a este soldado lo localizó el sargento Duberney Capador, uno de los que resultó muerto en el operativo policial.
Unos de los exmilitares que habría sido capturado por el homicidio del presidente de Haití está bajo investigación por “falsos positivos”.
— José Miguel Vivanco (@VivancoJM) July 9, 2021
Aquí un documento donde supuestamente se comprometió a aportar la verdad a la @JEP_Colombia sobre una ejecución cometida en marzo de 2008: pic.twitter.com/TVgozvVJy3
La ruta que presuntamente siguieron entre Bogotá, República Dominicana y Haití fue confirmada por el jefe de la policía colombiana, que reveló que 11 exmilitares viajaron el 4 de junio desde el aeropuerto El Dorado de Bogotá. Otro grupo lo hizo el 6 de mayo. “Duberney Capador y Alejandro Rivera García se trasladaron desde Bogotá hasta Panamá y luego a República Dominicana el 6 de mayo, estuvieron 4 días y el 10 de mayo, desde Santo Domingo a Puerto Príncipe por vía aérea”, dijo Vargas.
La ruta que recorrieron estos exmilitares también quedó registrada en las redes sociales de algunos de ellos. El sargento Manuel Antonio Grosso, uno de los más entrenados del grupo, que fue miembro de las fuerzas especiales antiterroristas urbanas del Ejército, difundió varias fotos turísticas en días previos al magnicidio.
Los datos coinciden con la información de las autoridades haitianas. “Entraron en grupos pequeños, con la complicidad de alguien, les dieron residencias en uno de los barrios más lujosos, el mismo donde vivía el presidente”, dijo a W Radio en Colombia, Mathias Pierre, ministro encargado de Asuntos Electorales desde Haití.
Sin embargo, el exsenador haitiano Steven Benoit pone en duda la responsabilidad de los colombianos en el magnicidio y asegura que el presidente fue asesinado por sus hombres de seguridad. “El mes pasado se había anunciado la llegada de un comando especial de expertos colombianos que iban asesorar a las fuerzas militares de Haití en estrategias de seguridad. Esto me lleva a pensar que los colombianos no son responsables del asesinato”, dijo el dirigente político en varias emisoras radiales. Una hipótesis similar plantea el diario El Tiempo, de Colombia, que asegura que los exmilitares habrían sido engañados, según varias de sus fuentes.
Los detalles que se conocen a cuentagotas han desatado también críticas a unas Fuerzas Armadas cuyo deterioro ha estado marcado por escándalos locales de corrupción y asesinato de civiles y que escala al plano internacional con el ataque a la pareja presidencial de Haití. En medio de toda la confusión sobre los detalles del magnicidio, el país continúa paralizado por el vacío de poder y con una aparente calma de las calles en pleno estado de sitio decretado por el primer ministro.
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