Merkel deja atrás el Brexit para ofrecer al Reino Unido un “nuevo capítulo” en su relación bilateral
La canciller alemana defiende en su última visita oficial a Boris Johnson una solución pragmática al conflicto entre Londres y Bruselas por el Protocolo de Irlanda del Norte
Angela Merkel ha conocido a varios primeros ministros británicos en su largo mandato como canciller de Alemania. Nada indica que Boris Johnson sea de sus favoritos. Aunque eso no ha impedido que la veterana política haya demostrado una vez más, en su vigesimosegunda visita al Reino Unido, el pragmatismo sin ruido del que ha hecho gala durante los últimos 16 años. Convencida de que es necesario dejar ya atrás el bloqueo de años de tensión en torno al Brexit, Merkel ha apostado claramente por abrir una línea de cooperación bilateral con Londres: “Ahora que el Reino Unido ha abandonado la UE, es una buena oportunidad para abrir un nuevo capítulo en nuestra relación”, ha dicho este viernes.
Johnson era el primer interesado en lograr extraer de la visita el mensaje de que su país no se ha convertido en un paria internacional, obligado a pasar por la ventanilla de Bruselas cada vez que necesitara algo de Europa. Ha recibido a Merkel, con todos los honores, en la residencia de descanso de los primeros ministros británicos, en Chequers, y ha organizado una conferencia virtual de la canciller con todos los miembros de su Gabinete. Era la primera vez en 24 años que se ofrecía esa deferencia a un dignatario extranjero, después del expresidente estadounidense Bill Clinton. “Durante todo este tiempo, has mantenido tu compromiso con la relación germano-británica. Como dijiste en cierta ocasión, compartimos los mismos valores. Y mucho más que eso”, decía a su invitada Johnson en la rueda de prensa conjunta.
El primer ministro se encargaba de recordar que Alemania es el segundo socio comercial del Reino Unido; que tres cuartos de millón de británicos trabajan para empresas alemanas y viceversa; y que uno de cada cinco conductores británicos se pone cada día al volante de un coche alemán. Johnson siendo Johnson, no ha podido evitar, al principio de su intervención, un recordatorio de la derrota del equipo alemán frente al inglés en los octavos de final de la Eurocopa, el pasado martes. “Obviamente, no se trató de un ofrecimiento voluntario para facilitar este encuentro”, le ha seguido la broma la canciller, “pero ahora deseo lo mejor al equipo inglés en la siguiente fase”.
Los dos dirigentes han anunciado la puesta en marcha, a partir de 2022, de una reunión conjunta anual de sus respectivos Gabinetes.
Hasta en el asunto más delicado en la relación entre Londres y Bruselas, el Protocolo de Irlanda del Norte, Merkel ha mostrado su lado más conciliador. Ha defendido la necesidad de mantener el acuerdo internacional alcanzado después de duras negociaciones, pero también ha expresado su convicción de que “pueden encontrarse soluciones pragmáticas que resulten aceptables para ambas partes y respeten la integridad del mercado interior de la UE”.
Dos días antes del encuentro entre Johnson y Merkel, los ministros de Exteriores de ambos países habían firmado una declaración conjunta de cooperación en política exterior y seguridad de enorme relevancia. La primera señal de una nueva bilateralidad entre Londres y Berlín, que comparten preocupaciones y objetivos comunes en asuntos como la amenaza de China, el cambio climático, o la necesidad de compartir respuestas ante nuevas crisis humanitarias. “Necesitamos reforzar nuestra cooperación en áreas como la energía, la tecnología o la cultura. Y me preocupa que puedan perderse las relaciones entre los jóvenes alemanes y los británicos, después de la desaparición de un programa tan relevante como era el programa Erasmus”, anunciaba Merkel.
Bruselas y Londres acordaron esta misma semana extender tres meses más la prórroga para poner a punto los controles aduaneros a determinados productos que viajan desde Gran Bretaña hasta Irlanda del Norte. La tensión en torno a este asunto, que llegó a contaminar la cumbre del G-7 de Cornualles de mediados del mes pasado, agrió aún más la relación entre los dos bloques, hasta el punto de que parecía inminente una guerra comercial. Si en aquella cumbre, Johnson llegó a usar un tono desafiante y faltón, al asegurar que “tendría que meter en la cabeza de los europeos que Irlanda del Norte pertenece al Reino Unido”, el primer ministro ha usado en presencia de Merkel un tono mucho más conciliador. No ha podido evitar, en cualquier caso, sus habituales chanzas, y ha echado mano de las Bratwurst alemanas para explicar el problema de lo que los tabloides británicos habían bautizado como “la guerra de las salchichas” (uno de los productos amenazados con aranceles era la carne congelada): “Imaginen que las Bratwurst no pudieran llevarse de Dortmund a Düsseldorf por culpa de la jurisdicción de un tribunal internacional. Les parecería algo extraordinario”, decía. “Pero estoy seguro, como ha dicho Angela, de que con paciencia y buena voluntad podremos solucionarlo”.
El mensaje que la canciller deseaba transmitir en la que iba a ser su última visita al Reino Unido ha quedado claro. A preguntas de periodistas alemanes, que le recordaban que el interlocutor indicado para Londres debía ser la Comisión Europea, Merkel ha insistido en la vocación comunitaria de Alemania y en la necesidad de que los 27 socios permanezcan unidos con una sola voz. Pero a la vez ha dejado claro que el Brexit ha abierto un tiempo nuevo, para el que será necesario ir buscando nuevas soluciones y usar el sentido común. “Alemania siempre será parte de la UE”, aseguraba la canciller, “pero es natural que, después del Brexit, las relaciones entre ambos países se refuercen”.
Downing Street evitaba llevar la broma al extremo, y ofrecía a Merkel un menú de pastel inglés de espárragos, filete de ternera de Oxfordshire y tarta de crema horneada. Nada de salchichas. La canciller ha concluido su visita con una reunión privada en el castillo de Windsor con la reina Isabel II.
Alemania mantiene sus restricciones de viaje
Boris Johnson tenía un doble objetivo para la visita oficial de Angela Merkel. A medio y largo plazo, reforzar la relación bilateral entre el Reino Unido y Alemania. A corto plazo, lograr que la canciller ablandara las restricciones impuestas a los viajeros británicos que llegan a su país. El aumento de la incidencia de la variante delta (o variante india) en la isla ha llevado a Berlín a imponer una cuarentena forzosa a los llegados a su territorio, y quiere que el resto de la UE haga lo mismo. Johnson ha intentado convencerla de que hiciera una excepción con aquellos turistas que tuvieran ya una pauta completa de vacunación. “Creemos que, en un futuro inmediato, la doble dosis de vacuna permitirá de nuevo los viajes internacionales”, se ha limitado a decir Merkel, sin dar una fecha concreta. “Les recuerdo que el Reino Unido también aplica esas mismas restricciones en la actualidad. Todos estamos en un proceso de aprendizaje continuo”, recordaba la canciller.
Merkel tampoco ha puesto paños calientes en un asunto actual y delicado. No le gusta la decisión del Gobierno británico de permitir una afluencia masiva en las semifinales y la final de la Eurocopa, que van a celebrarse en el estadio londinense de Wembley. Se espera un aforo de 60.000 personas, más de la mitad de la capacidad del recinto. “En Alemania, como ustedes saben, hemos decidido que sean muchos menos los aficionados que entren en el estadio de Múnich, pero es obvio que el Gobierno británico tomará sus propias decisiones”, ha dicho. “Me preocupa, en cualquier caso, que sean demasiados”.
Según el instituto alemán Robert Koch, un 37% de los casos de infección detectados la semana pasada en ese país corresponden a la variante delta, frente a un 15% de la semana anterior.
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