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Gaza recobra el pulso vital en medio de los escombros tras 11 días de bombardeos

Israel y Hamás acatan el alto el fuego supervisado por Egipto y cantan victoria en la contienda

Un hombre palestino vende globos frente a un edificio destruido por los ataques aéreos israelíes, este viernes en Gaza. En vídeo, los disturbios en la Explanada de las Mezquitas.Foto: AP | ANADOLU
Juan Carlos Sanz

Después de permanecer 11 días ocultos bajo los bombardeos, los habitantes de Gaza recobraron este viernes el pulso vital y salieron en masa a las calles. Numerosas vías estaban sembradas de escombros de los edificios arrasados o dañados por los ataques de la aviación israelí. En la primera jornada de calma tras la entrada en vigor de un alto el fuego a primera hora de la madrugada, muchos peregrinaron hacia el comercial distrito de Rimal de la capital del enclave, escenario de destrucción en cadena de altas torres de oficinas y viviendas, que se ha convertido en símbolo de la escalada bélica más intensa y mortífera entre Hamás e Israel desde la guerra de 2014.

”Las 14 plantas se desplomaron en un momento, pero todos nos habíamos marchado hacía horas, tras recibir el aviso del ataque israelí”, recordaba entre los restos de su centro comercial textil Mahmud Salem, de 34 años, mientras fumaba sin cesar y sorbía dedalitos de café muy cargado junto a otros vecinos. Estaba absorto ante las ruinas de la torre Al Shoruk, arrasada por la aviación en la medianoche del pasado día 13. “Ahí tenían sus oficinas los principales medios de comunicación palestinos y pasaban consulta muchos de los mejores médicos. También había viviendas”, meneaba la cabeza Salem con la vista perdida en las alturas de un edificio que ya no existe. “Aquí invertí cerca de medio millón de dólares. ¿Usted cree que hubiese arriesgado todo mi patrimonio si supiera que Hamás tenía instalaciones en esta zona?”.

Su pregunta quedó en el aire mientras centenares de paseantes se fotografiaban ante los cascotes junto con sus familias, como si no les bastase con haber visto en la televisión las ruinas de las torres —por ejemplo, el cercano bloque que albergaba a la agencia de noticias estadounidense Associated Press y al canal árabe Al Jazeera— y tuviesen que comprobar por sí mismos la devastación en el corazón comercial de la ciudad de Gaza.

Las autoridades de la Franja han cifrado en 16.800 las viviendas dañadas en la ofensiva israelí, de las que 1.800 se consideran inhabitables y un millar han quedado completamente arrasadas durante las hostilidades. Decenas de miles de civiles han sido realojados en escuelas y centros de la UNRWA, la agencia para los refugiados palestinos de Naciones Unidas. Los costes de la reconstrucción de las infraestructuras, alojamientos y negocios se estiman en decenas de millones de euros.

El peluquero Eliad Schumat, este viernes en Gaza.
El peluquero Eliad Schumat, este viernes en Gaza.J. C. SANZ

Entre los restos de los edificios desmoronados y aplastados por las bombas, igual que si se hubiese producido un terremoto, surgían de tanto en tanto entoldados que las familias con víctimas erigen para recibir el pésame de allegados y vecinos. Eliad Schumat, peluquero de 42 años, no podía darles la mano. Ambas están vendadas por las heridas que sufrió en el bombardeo que el pasado domingo segó la vida de su esposa y de sus hijos de nueve, seis, cinco y dos años.

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”Sobrevivió también una hija de 12 años, que pudo ser rescatada entre los escombros después de más de 10 horas de búsqueda”, relató nervioso entre abrazos y palmadas en la espalda de sus convecinos. “Pero es como si ninguno de los dos estuviéramos ya vivos”, admitió. “Aquí no hemos visto ningún túnel de Hamás”, alegaba, “y solo se observan tres edificios destruidos”. Un socavón causado por una bomba había dejado a la vista entre el subsuelo arenoso de la Franja una cloaca reventada. Un camión municipal retiraba dos misiles israelíes sin estallar ante el regocijo de los paseantes, que celebraban el fin de las hostilidades con cánticos y bocinazos sin reparar en el cercano velatorio ambulante.

Decenas de palestinos corren tras el lanzamiento de granadas aturdidoras por agentes israelíes, este viernes en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén.
Decenas de palestinos corren tras el lanzamiento de granadas aturdidoras por agentes israelíes, este viernes en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén. Mahmoud Illean (AP)

Israel y Gaza vivieron la primera jornada de calma mientras sus líderes cantaban victoria tras el fin de la batalla. Sin que sonaran las alarmas antiaéreas por el lanzamiento de cohetes y sin que los cazas rasgaran el cielo, el piar de los pájaros sellaba el cumplimiento del alto el fuego en el paso fronterizo de Erez, que Israel reabrió este viernes brevemente a la prensa internacional.

Ambas partes han celebrado el cese de hostilidades como una victoria, así como diversos líderes de la comunidad internacional han dado la bienvenida al fin de la violencia. Las Fuerzas Armadas israelíes levantaron la mayor parte de restricciones de seguridad y movimientos que se aplicaban en el área colindante con Gaza, aunque escuelas y otras instituciones educativas permanecieran cerradas este viernes en el sur y centro del país.

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La peor escalada en siete años en la Franja palestina se salda con un balance de bajas nada apropiado para celebraciones: al menos 243 palestinos han muerto en Gaza en los 11 días de ataques, entre ellos 66 niños y 39 mujeres, y 12 personas han perdido la vida en Israel, incluidos dos menores. Los heridos se cuentan por centenares.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, afirmó en una conferencia de prensa en Tel Aviv que la ofensiva sobre la Franja ha sido un “logro extraordinario” para Israel, ya que ha cumplido con el objetivo de debilitar la estructura militar del movimiento islamista Hamás. “No solo hemos destruido más de 100 kilómetros de la red de túneles, sino que hemos comprobado que es penetrable, vulnerable y está llena de agujeros. De hecho, hemos visto que es una ratonera para los terroristas”, aseguró el jefe del Gobierno.

Desde Qatar, el máximo líder de Hamás, Ismail Haniya, celebró que Gaza se había puesto en pie “para defender Jerusalén” y la mezquita de Al Aqsa. “La resistencia palestina ha mostrado al mundo que nunca se rendirá”, enfatizó antes de proclamar “la derrota de Israel”.

De la fragilidad del alto el fuego es buena muestra la tensión que se reavivó este viernes en Jerusalén. Al menos 20 palestinos resultaron heridos por el disparo de balas forradas de goma por las fuerzas israelíes en la Explanada de las Mezquitas, en medio de una protesta, horas después de la entrada en vigor del cese de hostilidades. Varias personas tuvieron que ser atendidas por inhalación de gases lacrimógenos disparados por las fuerzas israelíes, que irrumpieron en los patios que rodean la mezquita de Al Aqsa. La Media Luna Roja palestina evacuó a algunos heridos a hospitales tras los incidentes, que se desataron después de que terminara el rezo del mediodía del viernes. Un portavoz militar israelí aseveró que los agentes intervinieron cuando varias personas les lanzaron piedras.

Los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad israelíes y manifestantes palestinos en la Explanada de las Mezquitas fueron precisamente uno de los detonantes de la escalada de la violencia entre las milicias Hamás y la Yihad Islámica y el Ejército de Israel desde el pasado 10 de mayo. La tensión estalló tras el disparo de siete cohetes desde Gaza hacia la provincia de Jerusalén. Hamás ha advertido de que sus condiciones de la tregua son la retirada de las fuerzas israelíes de Al Alqsa y la cancelación del proceso contra decenas de vecinos del distrito jerosolimitano de Sheij Yarrah, amenazados de expulsión por un grupo de colonos judíos. Israel sostiene que el alto el fuego es incondicional.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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