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Andrés Arauz, un “perfecto desconocido” para mantener viva la llama del correísmo

El candidato elegido por Rafael Correa para la presidencia de Ecuador se presenta como un economista postkeynesiano, social y solidario

Federico Rivas Molina
El candidato a la presidencia de Ecuador Andrés Arauz saluda en el cierre de campaña en Quito, el 8 de abril de 2021.
El candidato a la presidencia de Ecuador Andrés Arauz saluda en el cierre de campaña en Quito, el 8 de abril de 2021.LUISA GONZALEZ (Reuters)
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Andrés Arauz acaba de cumplir 36 años. El jueves pasado, en el cierre de la campaña electoral en Quito, el candidato a la presidencia de Ecuador llamó a un “cambio generacional”. También pidió una autocrítica que permita “revisar lo que se hizo mal”. Arauz no hizo más aclaraciones, pero el mensaje estuvo claro. Como hijo político de Rafael Correa, se muestra dispuesto a liderar una nueva versión del llamado socialismo del siglo XXI, el proyecto ideológico que permitió al expresidente gobernar Ecuador entre 2007 y 2017.

Economista, como Correa, Arauz se licenció en la Universidad de Michigan y se doctoró en la Universidad Autónoma de México. Cuando tenía solo 26 años, fue director general bancario del Banco Central de Ecuador. En 2015, Correa lo nombró ministro de Conocimiento y Talento Humano. Cuando Lenín Moreno ganó la presidencia en 2017, Arauz dejó la carrera pública y viajó a México. No regresó hasta que Correa lo convocó para liderar la candidatura presidencial de Unión por la Esperanza (UNES). El apoyo de Correa lo transformó de un “perfecto desconocido”, como el mismo se presentaba con ironía en las redes sociales, a ganador de la primera vuelta electoral, con más de tres millones de votos, 1,2 millones más que su rival en la segunda vuelta, Guillermo Lasso.

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Arauz se presenta como un miembro de la clase media, aunque su padre, Luis Alberto Arauz, es dueño de Universal Petroleum Service, una empresa que presta servicios de logística al sector petrolero ecuatoriano. “Mi papá fue hijo de un peón, soldado, carpintero de Machachi, tengo claro mis raíces”, responde Arauz a quienes cuestionan su pedigrí “progresista”. Hoy se define “como un economista postkeynesiano, social y solidario”. Y si bien se considera un superador de la fórmula correísta, a grandes rasgos mantiene la idea de que el Estado debe ser el motor de la economía y el garante de la calidad de vida de los ciudadanos.

Entre sus promesas de campaña está la entrega de 1.000 dólares a un millón de familias para fomentar el emprendimiento y tratar de sortear el agravamiento de la crisis económica derivada de la pandemia. Ecuador, sin embargo, está bajo un programa del FMI que le exige una serie de reformas estructurales orientadas a la reducción del gasto público. Si llega a la presidencia, muchas de sus promesas de campaña chocarán contra este corsé financiero heredado de la gestión de Lenín Moreno.

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La juventud y la posibilidad de que alcance finalmente la presidencia han convertido a Arauz en un líder seductor para el progresismo latinoamericano. Su llegada al poder daría nuevos aires al incipiente giro a la izquierda de la región, iniciado en Argentina con Alberto Fernández y fortalecido con el triunfo en Bolivia de Luis Arce, exministro de Evo Morales. Por ello ha recibido el apoyo de expresidentes iberoamericanos como el uruguayo José Mujica, el español o el colombiano Ernesto Samper, y tiene el respaldo del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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