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Un nuevo Me Too rompe en Francia el tabú del abuso sexual en la familia

Miles de personas declaran en las redes haber sido víctimas tras el impacto del libro ‘La familia grande’, de Camille Kouchner

Silvia Ayuso
Un hombre lee 'La Familia Grande', de Camille Kouchner, el libro que ha roto el tabú del incesto en Francia.
Un hombre lee 'La Familia Grande', de Camille Kouchner, el libro que ha roto el tabú del incesto en Francia.THOMAS SAMSON (AFP)

“Tenía cinco años. En una tarde, el hermano de mi madre acabó con mi candor y ensombreció el resto de mi vida. En un segundo, tenía 100 años”. “Mi padre me decía que era normal”. Desde el sábado, los mensajes en Twitter en Francia se multiplican. Casi 80.000 el fin de semana, y siguen llegando. Todos con la etiqueta #MeTooInceste. La publicación a comienzos de mes del libro La familia grande, donde Camille Kouchner, hija del exministro Bernard Kouchner, revela los abusos que sufrió su hermano gemelo cuando era adolescente por parte de su padrastro, el reconocido politólogo Olivier Duhamel, ha abierto una compuerta en Francia difícil de volver a cerrar. El nuevo movimiento Me Too es solo una señal más de que el tabú sobre el abuso sexual de menores en general y en el seno de la familia en particular parece haberse roto. Mientras la palabra se libera, el país debate cómo hacer frente a este flagelo que, según una encuesta reciente, ha sufrido uno de cada diez franceses en su infancia o adolescencia. La propuesta de crear nuevas leyes no convence a todos.

“Habrá un antes y un después de esto”, afirma Madeline Da Silva. La teniente de alcalde para la Infancia de Lilas, en la periferia parisina, y miembro del colectivo feminista Nous Toutes es una de las creadoras de la etiqueta #MeTooInceste lanzada el sábado. Si La familia grande ha impactado por el influyente círculo político e intelectual parisino del que habla, la oleada de denuncias en Twitter “ha demostrado que el problema está en todas partes y en todos los niveles” de la sociedad, señala por teléfono la también militante por los derechos de los niños. Las víctimas “han hablado de manera masiva y eso ha hecho que Francia abra los ojos ante la cuestión de la violencia sexual contra los menores”.

Hay pocas dudas acerca de la magnitud del problema: según una encuesta realizada en diciembre, 6,7 millones de franceses, el 10% de la población, dice haber sufrido abusos sexuales por parte de un familiar. Ese mismo mes, la diputada macronista Alexandra Louis presentó un informe según el cual cada año, en el país, casi 130.000 niñas y 35.000 niños son víctimas de violación o de intento de violación, agresiones que “en su mayoría tienen lugar en la esfera familiar o cercana”.

Lo que genera menos consenso es cómo actuar ante esta realidad. En el centro de las discusiones está la cuestión de si hay que legislar más o si bastan las leyes existentes y lo que hace falta es aplicarlas bien y, sobre todo, realizar una política de prevención efectiva. Un debate que, por otra parte, no es nuevo.

En Francia, el incesto no es delito, pero sí está considerado como una agravante en el caso de violación o abuso sexual. El Código Penal francés también establece una pena de hasta 20 años de cárcel para casos de violación de un menor de 15 años.

En 2018, se aprobó la denominada ley Schiappa, que amplió de 20 a 30 años la prescriptibilidad de delitos sexuales contra menores a partir de la mayoría de edad de la víctima. También reforzó las disposiciones para castigar más duramente este tipo de delitos contra menores de 15 años.

Nuevo crimen sexual

Pero para algunos no fue suficientemente lejos, sobre todo porque fracasó a la hora de fijar una edad mínima de consentimiento. Esta cuestión está ahora en el centro de los nuevos debates, junto con la posibilidad de ampliar aún más la fecha de prescripción. El Senado prevé discutir este jueves una propuesta de crear un nuevo crimen sexual “para proteger a los menores de 13 años”.

“Si la ley debe cambiar, lo haremos”, afirmó este martes el jefe de las filas macronistas en la Asamblea Nacional, Christophe Castaner, en la emisora RTL. Una senda que apoya el secretario de Estado para la Infancia, Adrien Taquet. “Tenemos que encontrar los medios jurídicos para criminalizar las relaciones sexuales entre un adulto y un menor de 15 años”, declaró en Europe 1.

Pero la nueva fiebre legislativa no gusta entre las impulsoras del nuevo Me Too. “Hay que dejar de intentar cambiar la ley. Eso no quiere decir que sea satisfactoria, pero si hablamos de cambiar la ley, damos a entender que esta no prohíbe la violencia sexual contra menores, cuando sí lo hace. Y aun así, no cesa”, previenen. De ahí que, como hacen muchos expertos, preconicen la formación de los profesionales que atienden a menores para detectar un caso de abusos, al igual que reclaman para la violencia de género.

“No es la ley la que va a hacer que en las comisarías se atienda mejor a las mujeres que denuncian abusos, y no es tampoco la ley la que va a hacer que en las escuelas o los lugares que acogen a niños se entienda mejor lo que quieren decir”, resume Da Silva. “La realidad es que hay que hacer cesar la violencia, no castigarla mejor. Si hacemos solo eso, vamos a ocupar el espacio público con un debate que no es el bueno”, advierte.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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