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El Gobierno nacionalista de Escocia lanza una campaña internacional para cortejar a la UE

La ministra principal, Nicola Sturgeon, se ha comprometido a celebrar un segundo referéndum de independencia si gana las elecciones autonómicas en mayo

Rafa de Miguel
Un manifestante ondea frente al Parlamento Escocés una bandera con una mezcla de la escocesa y de la de la UE, la noche del 31 de diciembre.
Un manifestante ondea frente al Parlamento Escocés una bandera con una mezcla de la escocesa y de la de la UE, la noche del 31 de diciembre.ANDY BUCHANAN (AFP)

La primera estrategia del manual independentista es cultivar la simpatía de la comunidad internacional. Nada más acertado, pues, que una declaración de amor y de europeísmo convencido, en el día en que el Brexit se hace realidad. El Gobierno nacionalista de Escocia ha lanzado, en el primer día de 2021, una campaña digital internacional bajo el título Scotland is here. Scotland is Now (Escocia está aquí. Ahora toca Escocia), y sus primeros destinos han sido Francia, Alemania, Irlanda y España. Las dos naciones con la última palabra en todas las decisiones de la UE, y las dos que más simpatía albergan por el sentimiento independentista escocés. Una joven de mirada y sonrisa irrebatibles, arropada con la calidez que se presume a la lana y el tweed escoceses, pasea por la árida belleza costera de las Highlands, en un vídeo de la campaña. Un faro mantiene su luz encendida. “Os abandonamos, pero os dejamos una promesa: guardaremos un espacio en nuestros corazones y en nuestra mesa. Nuestras empresas y nuestras universidades estarán siempre abiertas para vosotros. Siempre encontraréis calidez en nuestras orillas, pero no os olvidéis de traer una chaqueta”, dice, y sonríe a la cámara desde lo alto del faro.

El Partido Nacional Escocés (SNP, en sus siglas en inglés) gobierna el territorio autónomo en minoría parlamentaria, pero con la comodidad de sus 61 diputados en una Cámara territorial de 129 escaños. No hay nada que irrite más a sus representantes políticos —no dejan de corregir el error cada vez que surge— que las referencias a la formación como Partido “Nacionalista” Escocés. “Mi partido se llama Partido Nacional Escocés. La palabra nacionalismo arrastra toda una serie de connotaciones que no tienen nada que ver con lo que representa el movimiento independentista y mi propia formación. Pero defender el derecho de un país a gobernarse a sí mismo no es la clase de nacionalismo al que la gente se refiere —con razón— en términos peyorativos”, intentaba explicar la ministra principal, Nicola Sturgeon, a un grupo de medios (EL PAÍS, entre ellos) en una entrevista reciente.

Escocia votó en contra del Brexit en el referéndum de 2016 (62% a favor de la permanencia, frente al 38% que apoyó la salida de la UE). La herida ha dolido aún más, porque dos años antes, en el referéndum de independencia de 2014, uno de los argumentos más poderosos de los defensores de mantener la unión con Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte, fue precisamente que la separación supondría el abandono del club comunitario. Un 55% de los escoceses, frente a un 45%, optó por seguir dentro del Reino Unido. “Ahora ya sabemos que el único modo de recuperar los enormes beneficios que ha supuesto nuestra permanencia a la UE es convertirnos en un Estado independiente en el corazón de Europa una vez más”, anunciaba el portavoz del SNP en la Cámara de los Comunes, Ian Blackford, durante el debate previo a la aprobación del acuerdo comercial sellado entre Londres y Bruselas.

Escocia celebrará nuevas elecciones autonómicas en mayo. Todos los sondeos apuntan a una mayoría abrumadora de los nacionalistas. Sturgeon ha logrado mantener una imagen de seriedad y rigor, y ha rescatado al SNP de las horas bajas que trajeron la derrota en la consulta de la independencia, y el escándalo de abusos sexuales en que se vio envuelto su carismático predecesor al frente de la formación, Alex Salmond. Un jurado popular le absolvió de las doce acusaciones de intento de violación a empleadas y simpatizantes del partido. El rechazo mayoritario entre los escoceses a la figura de Boris Johnson, al que ha contribuido su errática gestión de la pandemia durante 2020, ha sido un significativo estímulo para el independentismo. El pasado agosto, una encuesta de YouGov llegó a otorgar una ventaja de seis puntos porcentuales (53% frente al 47%) a los partidarios de la separación. En noviembre, sin embargo, la ventaja se redujo a dos puntos (51% frente a 49%).

Sturgeon se ha comprometido a celebrar un segundo referéndum si su partido gana los comicios de mayo, a los que se presenta con esa promesa como punto central de su programa. La ministra principal, sin embargo, insiste en que la prioridad sigue siendo combatir la pandemia, y que será solo después cuando cobre sentido un impulso independentista. Que, en cualquier caso, como ha escrito en una tribuna publicada en EL PAÍS, será solo a través de “un camino legal y constitucional”. Cree la dirigente escocesa que el Gobierno británico carece de argumentos legales para negar la celebración de una segunda consulta, una vez establecido el precedente de 2014. Johnson, sin embargo, ya ha dejado claro que no tiene intención de permitir que se abra de nuevo esa caja, y promete una campaña de comunicación y de nuevas inversiones para reconquistar los corazones de las “tierras altas” de Reino Unido. “Creo que el instinto mayoritario de los ciudadanos de este país es el de avanzar juntos como un Reino Unido. Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte, trabajando todos juntos para expresar nuestros valores por todo el mundo”, afirmaba el primer ministro en su discurso de Año Nuevo.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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