Forofos del juicio político
Numerosos visitantes de Washington hacen largas colas para asistir a las sesiones en la galería del Senado
El senador socialista Bernie Sanders prácticamente se está echando una siesta. Con los ojos cerrados, las manos entrelazadas sobre la barriga, y su cuerpo de 78 años recostado sobre la silla, el precandidado presidencial escucha somnoliento a la defensa de Donald Trump a última hora del día. Mientras muchos senadores —convertidos en jueces durante el juicio político contra el presidente— evidencian en su rostro lo tedioso que les resulta el proceso, un centenar de entusiastas de la política hace cola el lunes para ver el segundo día de exposición de los abogados del mandatario. En su mayoría son turistas estadounidenses que han aprovechado su visita a la meca del poder para presenciar “un pedazo de la historia” con sus propios ojos.
Andrea Teu, de 41 años, viajó junto a su padre desde Milwaukee hasta Washington para visitar a su hermano por un par de días. “Nos preguntó qué queríamos hacer y le respondimos que ver el impeachment”. El impulso de los visitantes es bastante común estos días. Cerca de las 17.00 del lunes, el subterráneo del Senado, donde se encuentra el Centro de Visitantes del Capitolio, no dejaba de recibir gente. Los interesados en seguir el juicio en vivo y en directo han tenido que esperar hasta tres horas en algunas de las jornadas de sesión. La peregrinación hacia la galería de espectadores, ubicada en la tercera planta, incluye atravesar un detector de metales, entregar los artículos personales para que sean examinados por un dispositivo de rayos X, y dejar las cámaras y grabadoras guardadas en una sala. Cuando por fin ya están listos para entrar, la advertencia borra algunas sonrisas: "Los aplausos o cualquier otro tipo de manifestación, ya sea por sonido o señal, pueden acabar en arresto o expulsión”.
A pesar de las largas filas para seguir el impeachmentdesde las alturas del Senado durante un máximo de media hora, la galería de espectadores no está completa. De hecho, hay decenas de asientos vacíos. Una de las críticas con las que han tenido que lidiar los guardias de seguridad, desplegados en cada esquina del Capitolio, es por qué deben esperar tanto para entrar si hay espacio disponible. El tema es que además de la opción abierta para los transeúntes, también hay sillas reservadas para los invitados de los 100 senadores que definirán el futuro de Trump. “No me importa esperar. Vine desde Minnesota a Washington a estudiar un curso de un mes y esta es la última opción que tengo. No la voy a desperdiciar”, comenta Hannah Summers, de 19 años. Delante de ella, un matrimonio de profesores retirados de Michigan aprovecharon su visita de cuatro días para acercarse al Congreso. "Queremos ver que destituyan a este presidente", afirma Dan Ezekiel.
Como los niños no tenían colegio este lunes por una festividad administrativa, algunos padres y abuelos aprovecharon para llevarlos al Senado. “Yo solo sé lo básico: que el presidente está en un juicio porque presionó a un país extranjero para que investigase al hijo de no sé quién. No me sé nombres ni fechas”, comenta Violet, de 10 años. Hay otros, como Aaron, empleado de la congresista demócrata Susi Lee, que maneja algunos detalles más: “Aunque Trump no sea declarado culpable, va a ser interesante ver si cambia la dinámica con las declaraciones de [John] Bolton”, sostiene, con relación al manuscrito del exconsejero de Seguridad Nacional publicado por The New York Times, en el que el ex alto cargo afirma que Trump le dijo que mantuviera congeladas las ayudas militares a Ucrania hasta que este país anunciase unas investigaciones contra los demócratas, incluidos los Biden.