Macron saca adelante sus reformas pese al malestar instalado en Francia
El Consejo de Ministros aprueba el proyecto sobre las pensiones, clave en el programa del presidente
Francia, que arrastra la reputación de país irreformable, se reforma. Después de más de dos años de preparativos y casi dos meses de huelgas y manifestaciones, el Consejo de Ministros adoptó este viernes el proyecto de ley para refundar el sistema de pensiones, pilar del modelo social francés. La reforma de las pensiones se suma a la del mercado laboral aprobada al inicio del mandato presidencial de Emmanuel Macron. Y así, paso a paso, el presidente cumple su programa electoral. El coste es significativo. Una contestación no mayoritaria, pero sí permanente, se ha instalado en la calle.
La llegada de la reforma de las pensiones al Consejo de Ministros cierra un capítulo en un pulso que marcará la presidencia de Macron. Este capítulo empezó el 5 de diciembre, cuando más de 800.000 ciudadanos salieron a manifestarse por todo el país y comenzó una huelga indefinida en los transportes públicos que alteró durante más de un mes la vida cotidiana de millones de parisinos y de habitantes de algunas ciudades.
La huelga se desinfló debido a las concesiones del Gobierno a los sindicatos moderados, a la pérdida de ingresos de los huelguistas y a la constatación de que Macron no retiraría la reforma como pedían los huelguistas y los partidos de la izquierda.
Los sindicatos huelguistas, con la CGT a la cabeza, sustituyeron a principios de la semana la huelga indefinida por una huelga episódica. Este viernes, coincidiendo con la séptima jornada de movilización nacional, pararon los transportes, aunque menos que en los momentos de mayor seguimiento en diciembre. También la asistencia a las marchas ha disminuido: 249.000 en toda Francia y 31.000 en París, según el Ministerio del Interior.
El Gobierno no canta victoria, porque el proceso legislativo puede prolongarse hasta el verano y la oposición usará todos los instrumentos a mano para torpedearlo. Pero cree que ha franqueado una etapa y que ya no hay marcha atrás.
Para Macron, que llegó al poder con la promesa de romper las viejas inercias y sacar a Francia del marasmo, es esencial demostrar que él no es igual que sus antecesores. El mensaje se dirige a los franceses: a sus simpatizantes y a sus opositores. La derrota de los sindicatos más combativos, que ya se evidenció con la reforma laboral o en la de la SNCF (la compañía pública de ferrocarriles) en 2018, es una etapa en este proceso, según el presidente. El mensaje, que también se dirige a la Unión Europea y al mundo, busca realzar su credibilidad como reformista.
La reforma de las pensiones contempla la fusión en uno solo de los 42 regímenes actuales existentes en función de la profesión. También prevé acabar con el método de cálculo vigente y sustituirlo por un sistema por puntos que se acumularán durante toda la vida laboral y será el mismo para todos los trabajadores. El primer ministro, Édouard Philippe, anunció el 11 de enero la retirada de la subida a 64 años de la edad a partir de la que los jubilados podrán cobrar su pensión plena. Hoy la edad legal de jubilación es de 62 años. El gesto permitió sumar al primer sindicato de Francia, la CFDT, al campo reformista. Los cambios se aplicarán a partir de la generación nacida en 1975.
La próxima etapa es la presentación del proyecto, el próximo 17 de febrero, ante la Asamblea Nacional, donde el partido de Macron, La República en Marcha, tiene mayoría. Una vez aprobado en esta cámara, irá al Senado, dominado por Los Republicanos, el partido de la derecha tradicional. El Gobierno quiere que la versión definitiva se adopte antes del verano. Entretanto, la ley deberá incorporar las propuestas que salgan de la conferencia con los sindicatos y la patronal para buscar cómo equilibrar las cuentas del sistema. Otra complicación son las elecciones municipales previstas para el 15 y el 22 de marzo, la ocasión propicia para que la oposición busque el voto de castigo al presidente.
Coalición transversal
Además de la reforma laboral y la de la SNCF, en los más de dos años y medio que lleva en el Palacio del Elíseo Macron ha reformado el seguro de paro, la formación profesional y la educación primaria. Ninguna de estas reformas cuestiona, sobre el papel, el modelo social, pero retocan aspectos esenciales del mundo del trabajo o de las jubilaciones, lo que ha llevado a sus oponentes a calificarle de autoritario y neoliberal. La oposición a la reforma de las pensiones congrega a una coalición transversal que abarca desde La Francia Insumisa del populista Jean-Luc Mélenchon a la extrema derecha de Marine Le Pen, pasando por el Partido Socialista.
La contestación adopta formas distintas. En los últimos días, se han repetido los cortes de luz como acto de protesta en las centrales eléctricas. Otros, como los abogados, escenifican el descontento lanzando sus togas al suelo y difundiendo ese gesto en las redes sociales. Los empleados de la Ópera de París cantan o bailan. Estas y otras imágenes, como las coreografías colectivas con canciones contrarias a Macron, producen imágenes virales. Aunque decenas de sectores profesionales se sienten agraviados, y un malestar profundo recorre el país, la convergencia de las luchas, anhelada por los sindicatos y la izquierda radical, no ha ocurrido, ni la huelga general.
La reforma divide el país y crispa el debate político
El tren de las reformas de Emmanuel Macron sigue en marcha. La movilización en contra de la ley que, en palabras del presidente de la República, debe “refundar” el sistema de pensiones flaquea. Los sindicatos, divididos, y la oposición, sin un líder visible, no han encontrado la fórmula para forzar la retirada del proyecto, como sí lo consiguieron en 1995 ante la reforma del primer ministro Alain Juppé.
Pero, tras casi dos meses de movilizaciones y una huelga en los transportes públicos que ha batido récords de duración, las simpatías entre los franceses por el movimiento sindical y la oposición a la reforma siguen siendo amplias, según varios sondeos. Un 51% simpatiza con el llamado movimiento social, según un sondeo reciente del instituto Ifop.
El pulso por las pensiones ha crispado el debate político. "Estamos en un régimen autoritario: un poder que no escucha, que hace lo que quiere, que asiste al sufrimiento de los ciudadanos sin reaccionar", dijo el viernes Ségolène Royal, excandidata presidencial y exministra socialista, hasta hace poco próxima a Macron y recién destituida del cargo de embajadora en los Polos norte y sur después de prodigarse en duras críticas a la reforma de las pensiones. "Cuando en el mundo entero se ven las imágenes de violencia, de lo que ocurre en Francia en la calle, hay muchos interrogantes sobre la naturaleza de este régimen", añadió Royal, que contempla ser candidata en las elecciones presidenciales de 2022.
En las últimas semanas se han vivido en Francia de nuevo episodios de amenazas a políticos, disturbios en la calle y una contundencia en la respuesta policial que recuerdan a las derivas que rodearon hace un año el movimiento de los chalecos amarillos. La sociedad sigue en tensión.
“Hoy se ha instalado en nuestra sociedad, y de manera sediciosa, con discursos políticos extraordinariamente culpables, la idea de que no estaríamos en democracia, de que se habría instalado una forma de dictadura”, declaró Macron en una entrevista concedida a un grupo de periodistas en el avión de regreso de Jerusalén y que fue difundida por la cadena de radio Radio J. “Si Francia fuese eso… Pruébenlo y verán”.
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