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Activistas de Marruecos denuncian la represión “sistemática” contra usuarios de redes sociales

El comité de apoyo al periodista Omar Radi asegura que el año pasado fueron procesadas 15 personas por criticar a la Justicia, a la policía o al rey

Francisco Peregil
Omar Radi, a la izquierda, este jueves en la Asociación Marroquí de Derechos Humanos, en Rabat.
Omar Radi, a la izquierda, este jueves en la Asociación Marroquí de Derechos Humanos, en Rabat. AP
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El periodista Omar Radi, de 33 años, pasó cinco días en prisión y fue liberado el 31 de diciembre a causa de un tuit publicado en abril donde criticaba a un juez que aplicó sentencias de varios lustros de prisión contra manifestantes de Alhucemas. Radi salió en libertad provisional y su juicio se celebrará en marzo. Pero pende sobre él una condena de un año de cárcel.

Para que Radi fuese liberado de forma provisional decenas de activistas crearon un Comité Nacional de Apoyo. Esa organización civil presentó este jueves un informe en Rabat donde asegura que la detención de Radi no fue un hecho aislado y obedece a una acción “sistemática” del Estado para acallar las voces discrepantes en las redes sociales. El comité asegura que en 2019 fueron procesadas 15 personas por efectuar comentarios en las redes, ocho de ellas solo en diciembre. “Puede que la cifra sea aún más alta”, señaló Fayruz Yusfi, miembro de la organización. “Porque hay casos que no han salido en los medios y las familias tienen miedo de que trasciendan”.

El rapero Mohamed Munir, de 32 años, conocido en el mundo artístico como Gnawi, fue condenado el 25 de noviembre a un año de cárcel por un delito de injurias a la policía marroquí en las redes sociales. La Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) denunció que su encarcelamiento obedecía a una represalia de las autoridades tras la difusión en YouTube de una canción, junto con otros dos raperos, donde se critica al rey Mohamed VI. La canción se titula 3acha cha3b (Viva el pueblo, en árabe dialectal marroquí).

Participantes en la protesta contra las condenas a la libertad de expresión en las redes sociales, este jueves, frente al Parlamento en Rabat.
Participantes en la protesta contra las condenas a la libertad de expresión en las redes sociales, este jueves, frente al Parlamento en Rabat.F. P.

Apenas una semana después del encarcelamiento de Gnawi, un tribunal condenó en Tetuán a cuatro años de cárcel al youtuber Mohamed Sekaki, conocido como Mul Kaskita, tras difundir un vídeo donde criticaba al rey, figura inviolable según la Constitución, y llamaba “ignorantes” y “asnos” a los marroquíes que “ven sus derechos pisoteados sin decir ni pío”. La fiscalía marroquí emitió un comunicado en el que señalaba que varias expresiones utilizadas en el vídeo no tienen ninguna relación con la libertad de expresión y constituyen “crímenes sancionados por la ley”.

El pasado 17 de diciembre, el joven Ayub Mahfud, de 18 años, fue condenado a tres años de prisión en firme por un tribunal de primera instancia de Meknés, tras difundir en Facebook la letra de la canción por la que había sido condenado el rapero Gnawi. La letra iba acompañada de una foto, calificada en la sentencia como “escandalosa”, que hacía referencia al rey.

La madre de Ayub Mahfud declaró entre lágrimas al medio marroquí Hibapress: “¡Tres años es demasiado! Él no podrá soportarlo. Es joven y está enfermo. Yo tengo que estar a su lado cuando se ducha por miedo a que se desmaye”. Su padre también declaró en palabras reproducidas por el semanario Telquel: “Mi hijo quería ser soldado, como yo, para defender su país. Yo he trabajado durante 34 años como militar en el Sáhara marroquí [sic]”, en referencia al Sáhara Occidental. 

La conferencia de prensa donde el Comité de Apoyo a Omar Radi presentó este jueves su informe se celebró en la sede de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), la ONG de mayor relevancia en el país. Hakim Sikuk, miembro de esta organización, indicó que la clave de la mayoría de estas detenciones es la crítica al monarca. “El poder tiene miedo ante estas críticas y la única forma que encuentra para evitarla es la represión”.

Por su parte, el periodista Omar Radi, presente en la conferencia, señaló: “Durante mucho tiempo el Estado ha intentado controlar a la prensa. La gente empezó entonces a utilizar las redes sociales. A veces con sarcasmo, con ironía, muchos internautas comenzaron a criticar a la policía, a la Justicia o al rey. Se rompió un tabú y eso es lo que quiere evitar ahora el Estado”.

La denuncia de la fiscalía contra Omar Radi sobrevino después de que el periodista publicara un tuit  donde criticaba al juez que condenó con penas de hasta 20 años de prisión a cuatro activistas rifeños, entre ellos el símbolo de las protestas en Alhucemas, Nasser Zafzafi. Otros tres rifeños fueron condenados a 15 años y seis de ellos a 10 años. El tuit de Omar Radi decía: “Lahcen Talfi, juez del tribunal de apelación, verdugo de nuestros hermanos, acordémonos bien de él. En muchos regímenes, los pequeños brazos como él vienen a suplicar después diciendo que ‘ejecutaban órdenes’. ¡Ni olvido ni perdón para estos funcionarios sin dignidad!”.

Los miembros del Comité de Apoyo a Omar Radi han convocado este jueves una sentada frente al Parlamento respaldada por una treintena de personas para protestar contra las condenas contra la libertad de expresión en las redes sociales. Durante la primavera árabe, las críticas eran de forma vaga contra la corrupción o el abuso de poder. Ahora se centran en Mohamed VI. “Hace cuatro años las detenciones relacionadas con la libertad de expresión se producían bajo cualquier otro pretexto. Ahora hay un cambio de estrategia y el Estado detiene directamente por delitos relacionados con la libertad de expresión. La diferencia es que ahora las críticas se hacen directamente contra el rey", ha declarado durante la sentada Ahmed Benchemsi, representante de Human Rights Watch para Marruecos y Oriente Próximo. 

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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