El líder de las protestas del Rif, condenado a 20 años de cárcel
Las sentencias contra 53 detenidos de Alhucemas van desde un año hasta dos décadas de prisión firme para cuatro rifeños
Indignación, cólera, impotencia, injusticia… Todos esos sentimientos que en el árabe dialectal marroquí se resumen en la palabra hogra, para designar la humillación del poderoso hacia el débil, tomaron forma el miércoles en la opinión pública marroquí después de que el martes por la noche se conocieran las condenas que deberán cumplir 53 integrantes de las protestas de Alhucemas. El líder de aquel Movimiento que tomó forma en el invierno de 2016 pasará 20 años en la cárcel, acusado de atentar contra la seguridad interior del Estado.
El Tribunal de Apelación de Casablanca, tras ocho meses de juicio, condenó también a 20 años a tres detenidos, Nabil Ahamjik, Ouassim Boustati y Samir Ighid). Otros tres sufrirán penas de 15 años, Zakaria Adahchour, Mohamed Haki y Mohamed Bouhnouch. Otros seis han sido condenados a diez años. Para nueve de los detenidos la condena es de cinco años y para el resto, entre uno y tres años de cárcel.
El martes por la noche, tras difundirse la noticia con las condenas, en Alhucemas se registraron enfrentamientos con la policía en dos barrios, según informaron fuentes de esta localidad que prefieren preservar el anonimato. Los familiares de los presos viajaban en autobús hacia Casablanca, como todos los martes por la noche, para ver a los detenidos el miércoles.
Ahmed Zafzafi, el padre del líder de las protestas, se encontraba el miércoles a las 8:30, a las puertas de la cárcel de Ukacha con el resto de los familiares. Desde allí habló por teléfono con este diario. En un primer momento optó por la ironía: “Estoy muy alegre. Porque vivo en un país de alegría”. Después, añadió: “A mí me gusta el apoyo de nuestro pueblo marroquí. Como tenemos el apoyo de todo el pueblo marroquí, el resto me da igual”. Y finalmente indicó: “Cuando alguien pide una escuela, una universidad y te llevan a la cárcel por 20 años… Cuando pides un puesto de trabajo y te pasas 20 años en la cárcel… ¿Qué clase de país es este? Ni ustedes en la época de Franco tenían algo parecido. Yo… no sé… me voy a callar, mejor.
En las redes sociales, donde se ha gestado la última gran protesta ciudadana del boicot a tres marcas líderes en Marruecos, arreciaron las críticas contra el Estado y el Palacio Real. “El Rif quería que el sistema despertara y ha despertado a un monstruo”, comentó un cibernauta. “Nuestro silencio es culpable, no quiero ser cómplice de esta vergüenza”, añadió. El periodista Abdelá Turabi tuiteó: “¿Quién va a tomar a Marruecos en serio en el mundo cuando vayamos a contar la leyenda de ‘los avances innegables en materia de derechos humanos’?”
El productor Younes Lazrak escribió en Twitter: “Me digo: ¡Tenemos el país que nos merecemos! Y después me digo: “Esos que no se han contentado, que querían un país mejor ¡estarán en prisión 20 años! Después dejo de pensar, cierro los ojos, me siento mal”. El periodista independiente Reda Zaireg redactó en Facebook: “Gracias, Mohamed VI, por haberle ofrecido a mi generación la inmensa posibilidad de revivir esos bellos años de consolidación autoritaria que fueron los años del plomo [en la década de los ochenta]. (…) Has logrado la hazaña de reproducir delante de nosotros una parte de la historia, simultáneamente como tragedia y como farsa. A la espera de que todo vaya bien por tu parte, te deseo buena estancia en París [donde el monarca se encuentra de vacaciones desde hace más de diez días]”.
Las protestas de Alhucemas comenzaron el viernes, 28 de octubre de 2016, cuando murió triturado en un camión de basuras un vendedor de pescado que trataba de impedir que le confiscasen su mercancía. Durante aquel fin de semana, miles de personas en todo Marruecos se echaron a la calle para protestar contra la hogra. De forma espontánea nació el Hirak, término árabe que significa Movimiento.
Naser Zafzafi, que era un desempleado de 39 años, tomó la palabra en las primeras concentraciones y enseguida se convirtió en el líder del Movimiento. Tras varios meses de protestas, en su mayor parte pacíficas, las autoridades iniciaron la persecución de Zafzafi, acusado interrumpir el sermón de imán en la mezquita de su barrio. Ese fue el detonante que desencadenó la persecución de cientos de jóvenes en el Rif.
La única esperanza para Zafzafi y los otros presos del Rif recae ahora en una gracia que pueda otorgar Mohamed VI. El discurso del Trono, previsto para finales de julio, tendrá más expectación que nunca. Ya hubo muchísima expectación el año pasado porque numerosos activistas creían que Mohamed VI iba a conceder la gracia en esa ocasión. Finalmente, el rey se limitó a ensalzar la actuación de las fuerzas policiales.
Reda Benzaza, quien fuera portavoz del Hirak en sus comienzos, se marchó a España cuando Zafzafi fue detenido. Desde España, en conversación telefónica, señaló: “La sentencia no sorprende nada en una dictadura que oprime a su pueblo. Había muchos indicios para no ser optimistas: la forma en que la policía allanó muchos hogares del Rif, la manera en que se llevaron a los compañeros, sin informar a sus familias, la forma en que se ha desarrollado un juicio sin las mínimas garantías. Los compañeros comparecían enjaulados en un recinto de cristal. Es una sentencia muy dura contra gente que reivindicaron derechos recogidos en la Constitución. Pero hemos vencido a un Estado corrupto, a un régimen podrido. Y el reflejo de la victoria está en estas condenas llenas de rabia y de odio”. Respecto al posible indulto, Benzaza señaló: “No es algo que esperemos bajo ningún concepto”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.