La UE media para frenar una respuesta violenta de Irán
Reino Unido moviliza dos buques de guerra para escoltar barcos comerciales en el estrecho de Ormuz
La Unión Europea no se resigna a que Irán y Estados Unidos resuelvan sus diferencias por la fuerza de las armas. Dos días después de la muerte del general Qasem Soleimani en un ataque norteamericano, los contactos se suceden contra el reloj para detener la anunciada respuesta de Teherán a la afrenta. El Alto representante para la Política Exterior, Josep Borrell, ha hablado por teléfono en las últimas horas con el ministro de Exteriores iraní, Mohammad Javad Zarif, para convencerle de que la solución no pasa por el contraataque, sino por el diálogo. "Ha pedido a Irán que actúe con moderación y considere cuidadosamente cualquier reacción para evitar una escalada que perjudique a toda la región y a su gente", afirma un comunicado publicado este domingo. El texto no ofrece pistas sobre la disposición de Irán a atender el ruego comunitario.
El jefe de la diplomacia europea afronta su primera gran crisis internacional apenas un mes después de tomar posesión del cargo. En su conversación con Zarif, le ha demandado que Teherán mantenga vivo el acuerdo que fija límites a su programa nuclear, herido de muerte desde la salida de EE UU en mayo de 2018, e incumplido repetidamente por las autoridades iraníes en los últimos meses. La solicitud llegó horas antes de que Irán anunciara que dejará de cumplir esos límites. Con el rumor de los tambores de guerra cada vez más audible, el político español ofreció a la República Islámica su mediación para rebajar la tensión, e invitó a Zarif a acudir a un cara a cara en Bruselas.
El esfuerzo de la diplomacia comunitaria ha ido acompañado de movimientos por parte de las grandes potencias europeas. El ministro de Exteriores de Reino Unido, Dominic Raab, se verá el jueves en Washington con el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, para abordar la crisis. La respuesta de Londres, que abandonará oficialmente la UE el 31 de enero y deberá tejer nuevas alianzas cuando se consume el Brexit, ha sido la más comprensiva de los Veintiocho con la decisión de Donald Trump de eliminar al general Soleimani, pero ni siquiera el país más indulgente con los modos expeditivos del presidente estadounidense ve con buenos ojos un nuevo conflicto bélico en el avispero de Oriente Próximo. "Sus únicos beneficiarios serían los terroristas y el Estado Islámico", dijo Raab a la BBC. La preocupación por los efectos secundarios de la andanada aérea de Trump contra un hombre fuerte del régimen es patente: Reino Unido ha movilizado a dos buques de guerra para que actúen de escoltas en el Estrecho de Ormuz, punto estratégico para el comercio mundial de crudo.
Mientras Irán y EE UU hacen públicas listas de objetivos del adversario potencialmente atacables, el consenso en que ambas partes deben relajar las hostilidades es amplio. El ministro de Exteriores francés, Jean-Yves Le Drian, habló este sábado con sus homólogos alemán y chino para analizar la situación, y los tres coincidieron en que es necesario calmar los ánimos. El mismo deseo ha manifestado el papa Francisco este domingo. "La guerra solo trae muerte y destrucción", ha advertido. La gran pregunta es cómo lograr que Teherán recule y consienta dejar el agravio estadounidense sin contestación mientras en la calle miles de manifestantes claman venganza.
La UE lleva año y medio tratando de evitar que Teherán se adentre en la vía nuclear pese a la reanudación de las sanciones estadounidenses que ahogan su economía, un trabajo que ahora pende de un hilo. Rusia, uno de los firmantes del pacto nuclear, crítica con el asesinato de Soleimani por EE UU, ha llamado este domingo a las potencias firmantes a salvar el acuerdo.
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