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Rusia coquetea con la ultraderecha alemana

Moscú recibe a una delegación de AfD en un momento de tensión en las relaciones entre Merkel y Putin por el ‘caso Navalni’ y las sanciones

María R. Sahuquillo
El ministro de Exteriores alemán, Serguéi Lavrov, choca el codo con el co-presidente de Alternativa para Alemania, Tino Chrupalla, este martes en Moscú.
El ministro de Exteriores alemán, Serguéi Lavrov, choca el codo con el co-presidente de Alternativa para Alemania, Tino Chrupalla, este martes en Moscú.AP

En un momento en el que las relaciones entre el presidente de Rusia, Vladímir Putin, y la canciller alemana, Angela Merkel, están especialmente tensas, el Gobierno ruso coquetea con la ultraderecha alemana. Una delegación parlamentaria de Alternativa para Alemania (AfD), la tercera fuerza política del país, se ha reunido este martes en Moscú con el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov. La sincronización de la visita de miembros del primer partido de oposición en el Bundestag es importante ahora que los lazos entre Berlín y Moscú están cada vez más deteriorados por el envenenamiento este verano en Siberia del prominente opositor Alexéi Navalni, que se recupera en Alemania, y la dura condena germana por el caso, que ha desembocado en nuevas sanciones contra altos funcionarios rusos.

La reunión con los parlamentarios ultraderechistas alemanes es para Moscú una “medida simétrica” por los encuentros de la cúpula del Gobierno alemán con el opositor Navalni, que fue tratado en un hospital de Berlín, apunta Anton Shekhovtsov, profesor de la Universidad de Viena y experto en partidos de extrema derecha europeos, que ha estudiado a fondo su relación con Rusia. En breve se concretarán las “sanciones recíprocas” que Moscú ha anunciado y que aplicará contra funcionarios alemanes y franceses, que encabezaron la petición de sanciones a Rusia por el ataque a Navalni, del que el opositor acusa directamente al presidente ruso, Vladímir Putin.

El Gobierno ruso no ha dudado en cortejar a los populistas alemanes en una dialéctica dirigida directamente a Merkel y su partido. Las relaciones entre Moscú y Berlín “deben repensarse y reiniciarse” ahora que se han acumulado “problemas serios”, ha declarado el ministro de Exteriores ruso durante su reunión con los parlamentarios de AfD, entre los que se encontraba su copresidente, Tino Chrupalla, en una visita que el Kremlin ha considerado “muy importante” y que es la recepción más importante que el partido antinmigración ha protagonizado hasta el momento en Moscú. Lavrov acusó, además, al Gobierno alemán de complicar la visita, que surgió de una invitación de la Duma estatal (Parlamento).

El Kremlin está molesto porque Merkel se haya reunido con Navalni en el hospital y diferencia entre el opositor, uno de los críticos a Putin más visibles en Occidente pero sin presencia parlamentaria (en parte debida a los vetos a concurrir impuestos por las autoridades), y AfD, que tiene 89 de los 709 escaños en el Bundestag, aunque ha visto caer su popularidad mientras que crecen los ciudadanos satisfechos por la gestión de Angela Merkel de la crisis sanitaria.

Alternativa para Alemania ha rechazado siempre las sanciones que la Unión Europea impuso a Rusia por anexionarse la península ucrania de Crimea, y fue el único partido del Bundestag que eludió condenar el envenenamiento de Navalni el pasado septiembre, en un debate urgente sobre el caso. Este martes sus enviados han vuelto a insistir en que las sanciones contra Moscú son “pésimas para la economía de ambos países”.

Tras la anexión rusa de Crimea y el conflicto del Donbás en Ucrania, en 2014, el equilibrio en la relación entre Merkel y Putin se tambaleó, pero se mantuvo. La canciller apoyó las sanciones contra Moscú, aunque no rompió lazos con el Kremlin y, pese a las críticas europeas y estadounidenses, ha mantenido el proyecto de construcción del segundo gasoducto por el Báltico (Nordsream 2), para garantizar el suministro de gas ruso a Alemania sin pasar por zonas intermediarias, como Ucrania. Pero tras otros episodios, como las revelaciones de que un espía ruso estaría detrás del hackeo al Bundestag en 2015, ha elevado el tono de su protesta.

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Cortejo a la extrema derecha

El Kremlin no es novato en cortejar a los populistas de derechas. Y la visita de AfD a Moscú -en plena pandemia mundial y con las entradas de ciudadanos de la UE al país euroasiático restringidas, salvo permisos especiales- también “envía un mensaje de apoyo a la extrema derecha europea”, cree el profesor Shekhovtsov. “No tiene por qué ser un apoyo necesariamente sincero, porque cuando se trata de asistencia financiera, los rusos son bastante cautelosos, pero sí es un mensaje de apoyo retórico porque Rusia se está posicionando como una fuerza populista”, señala el investigador de partidos ultraderechistas.

Aunque ahora está en horas más bien bajas porque prefiere apostar por Emmanuel Macron, el Kremlin ha tenido muy buena relación con Marine Le Pen y su Reagrupamiento Nacional. También con el italiano Matteo Salvini y la Liga. Actividades de influencia política del Gobierno o de miembros de la órbita del Kremlin con la que no pocos analistas e investigadores creen que Moscú busca también desestabilizar la Unión Europea.

Rusia no oculta que está tratando de ofrecer una alternativa ideológica al llamado liberalismo occidental y se presenta como el defensor de los valores y la familia tradicionales y cristianos, como una fuerza populista global. Pero la evidencia muestra que la ideología en realidad es el pragmatismo y que el Kremlin está dispuesto a rechazar estas posiciones si tiene oportunidad de cooperar de forma beneficiosa con Gobiernos liberaldemócratas.

Maxim Vilisov, director General del Centro de Estudios de Sociedad de Crisis CENTERO, cree sin embargo que las relaciones entre Moscú y Berlín son simplemente de “nueva normalidad” y que la reunión con los parlamentarios ultraderechistas alemanes se ha producido entre otras cosas porque “están más receptivos a escuchar”. “Esta visita es una especie de ejercicio de comparación de posiciones, un estudio mutuo, tal vez un intento de enviar algunas señales no oficiales a la clase política alemana”, opina.


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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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