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Etiopía se sitúa al borde de la guerra civil

El primer ministro Abiy Ahmed anuncia una ofensiva armada contra las autoridades en rebeldía de la región de Tigray, a quienes acusa del ataque a una base militar

Captura de vídeo de la declaración televisada del primer ministro etíope, Abiy Ahmed, a la nación este 4 de noviembre.
Captura de vídeo de la declaración televisada del primer ministro etíope, Abiy Ahmed, a la nación este 4 de noviembre.ETHIOPIA BROADCASTING COPORATION (Reuters)
José Naranjo

El primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, ha anunciado este miércoles el comienzo de una ofensiva militar contra el Frente de Liberación del Pueblo Tigray (TPLF, por sus siglas en inglés), el partido que gobierna en la región, al que acusa de haber atacado una base del Ejército federal para intentar robar equipo militar, provocando “numerosos muertos, heridos y daños materiales”, según advirtió en una declaración televisada. “La última línea roja se ha cruzado con los ataques de esta mañana y, por lo tanto, el Gobierno federal se ve obligado a un enfrentamiento militar”, ha añadido Ahmed en un comunicado. Horas más tarde, el Consejo de Ministros ha decretado el estado de emergencia en la región de Tigray.

La declaración de Ahmed, premio Nobel de la Paz 2019, no deja lugar a la duda. “El Gobierno federal”, asegura, “ha utilizado todos los medios para evitar una acción militar contra el TPLF, pero una guerra no puede impedirse solo con la buena voluntad y la decisión de una de las partes, sino con la elección mutua de la paz por ambas partes”. El líder etíope asegura que las autoridades de Tigray llevan semanas armando a milicias al margen de la ley y que han ordenado además la confección de uniformes que imitan los del Ejército eritreo para tratar de implicar a este país, con el que Etiopía firmó la paz en 2018. Por todo ello, el primer ministro ha ordenado al Ejército federal “llevar a cabo su misión de salvar al país y a la región de una espiral de inestabilidad” y ha pedido a sus compatriotas mantener la calma y apoyar a las Fuerzas Armadas “en este momento crítico”.

Horas más tarde, el Consejo de Ministros ha decretado el estado de emergencia en Tigray por un periodo inicial de seis meses alegando que “las actividades ilegales y violentas dentro del Estado Regional Nacional de Tigray están poniendo en peligro la Constitución y el orden constitucional, la paz pública y la seguridad y amenazando especialmente la soberanía nacional”. En este sentido, el Gobierno federal ha añadido que la situación "ha alcanzado un nivel que no se puede prevenir ni controlar con los mecanismos regulares de aplicación de la ley”.

El TPLF fue una de las guerrillas regionales que, junto a otros movimientos armados de las etnias oromo, amhara y otras, contribuyó al derrocamiento del régimen comunista de Mengistu Hailé Mariam en 1991. Posteriormente, se integró en el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (EPRDF, por sus siglas en inglés), el partido que dominó la escena política hasta 2018 y en el que mantuvo siempre una posición dominante. Tras la llegada al Gobierno del oromo Ahmed y su nueva filosofía de unidad y adopción de la ciudadanía etíope más allá de la pertenencia a cada comunidad, se ha encontrado con una enorme resistencia y los tigray, que se sienten expulsados del poder, han sido los primeros en dar el paso.

En diciembre de 2019, a instancias del nuevo primer ministro, los distintos grupos de matriz étnica que componían el EPRDF se disolvieron para crear el Partido de la Prosperidad. Todos salvo el TPLF, que controla su región y que desde entonces ha ido por libre. Cuando el Gobierno adoptó la polémica decisión de retrasar las elecciones previstas para el pasado mes de agosto debido a la covid-19, las autoridades tigray se declararon en rebeldía y decidieron celebrar sus propios comicios en septiembre para, desde ese momento, no otorgar ninguna legitimidad al Gobierno y al Parlamento federal, al considerar que su mandato había expirado. Adis Abeba tampoco reconoce ya al Ejecutivo regional del TPLF porque los comicios no fueron autorizados por el poder central.

Los gestos hostiles se fueron sucediendo en las últimas semanas: los senadores etíopes aprobaron cortar todo vínculo y financiación a las autoridades de Tigray y hace tan solo unos días, el TPLF impidió a un general nombrado por el Gobierno federal tomar posesión de su cargo en la región. El presunto ataque de una base militar por parte de los rebeldes era el casus belli que le faltaba a este conflicto. El martes, Wondimu Asamnew, un alto responsable tigray, aseguraba a France Press que las Fuerzas Armadas etíopes se estaban posicionando en la frontera regional. “Cuando comienza la movilización militar no se trata de un juego de niños. Puede desencadenarse una guerra total, estamos en alerta y puedo asegurar que somos capaces de defendernos”, dijo.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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