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Miles de policías, militares y otros agentes de seguridad aspiran a ser electos en las municipales de Brasil

Los postulantes, alineados en su gran mayoría con la agenda conservadora, siguen el ejemplo de la victoria de Bolsonaro y del “bloque de la bala” en el Congreso

Jair Bolsonaro durante una ceremonia en el Palacio de Planalto, el 19 de octubre.
Jair Bolsonaro durante una ceremonia en el Palacio de Planalto, el 19 de octubre.

Las elecciones municipales de este año en Brasil serán un examen de fuego para los representantes de las Fuerzas Armadas y los cuerpos de seguridad, que este año se han volcado a las papeletas: las candidaturas que provienen del área de seguridad han aumentado un 21% respecto de los comicios de 2016. Alineados con la agenda conservadora, policías, militares, bomberos (también una fuerza militarizada) y guardias civiles intentan, en su mayoría, pegarse a la imagen del presidente ultraderechista, Jair Bolsonaro, para conquistar los cargos de alcalde y concejal. Este año hay 8.730 candidatos a los ejecutivos municipales y los legislativos locales en 5.569 municipios. Cuatro años atrás, 6.897 dejaron los cuarteles y las comisarías para disputar elecciones. Los datos constan en la base de datos del Tribunal Superior Electoral (TSE).

En ese grupo también hay policías identificados con ideas progresistas, opositores al presidente y excapitán del Ejército. Algunos, sin embargo, no siempre están dispuestos a levantar la bandera de opositor, temiendo perder votos de los cuarteles. “Es mi primera elección, no estoy de acuerdo con casi nada de lo que defiende Bolsonaro, pero si digo algo que le desagrade a él o a sus electores, puedo perder votos entre los policías que represento”, dijo un oficial de la PM (policía militar) que es candidato a concejal en una capital y afiliado al Partido Democrático Laborista, fundado por un histórico líder de la izquierda brasileña, Leonel Brizola.

El número de candidaturas se disparó debido al éxito electoral obtenido por el presidente, pero también por los congresistas victoriosos en 2018. Ese año, hubo un salto de 36 a 102 diputados federales y senadores electos como miembros del Frente Parlamentario de la Seguridad Pública, una agrupación formada por legisladores de diferentes partidos en el Congreso y conocida como “bloque de la bala”. La diseminación de candidaturas es tan grande que en 14 de las 26 capitales hay candidatos a las alcaldías que son o fueron policías, bomberos o militares de la Marina, el Ejército o la Aeronáutica. “Es un intento de reforzar el discurso de la ley y el orden, que se hizo fuerte en la población. Dejan de lado los debates sobre educación y sanidad, por ejemplo, para discutir la seguridad, como si esta no dependiera de otros factores”, dice el politólogo David Fleischer, profesor de la Universidad de Brasilia (UnB).

Los correligionarios del “bloque de la bala”, desparramados por todo el país, también tienen en la mira un enorme contingente de votos. Datos del Anuario Brasileño de la Seguridad Pública, lanzado esta semana, muestran que policías y miembros de las Fuerzas Armadas suman 5,6 millones de personas, el 3,8% del electorado nacional. Si se tiene en cuenta el tamaño promedio de las familias brasileñas, de 3,3 personas, estamos hablando de 18,5 millones de habitantes, lo que significa un 9% de la población que está directamente ligada a policías y militares. “Tengo la misma línea de pensamiento del presidente, que defiende a la familia y la seguridad pública”, dice uno de los candidatos bolsonaristas, el coronel Alírio Villasanti, que compite para concejal en Campo Grande (en el Estado de Mato Grosso do Sul) por el Partido Social Liberal (partido de ultraderecha por el que Bolsonaro fue candidato en 2018, aunque luego se desafilió).

Según los datos del TSE, los partidos que más policías y militares lanzaron como candidatos son el citado PSL (618) y cinco siglas de su base de apoyo, y el llamado “Centrão”: Republicanos (417), PSD (413), MDB (395), PP (379) y PL (375). En la otra punta están los izquierdistas PCdoB (45), Rede (38), PSOL (25) y PSTU (1). El único intruso entre los que tienen menos candidatos de ese tipo es el derechista NOVO (5).

En el Nordeste, la región donde la oposición a Bolsonaro fue mayor en las últimas elecciones y en la que ningún gobernador es fiel aliado del presidente, hay miembros de las fuerzas de seguridad en las disputas de ocho de las nueve capitales. Solamente São Luís, capital del Maranhão, no tiene un candidato policía o militar. Y apenas en Salvador, capital de Bahia, hay una candidata uniformada de izquierda, la mayor de la PM Denice Santiago, del Partido de los Trabajadores (PT). En la región, por ahora, los candidatos no quieren vincularse directamente a Bolsonaro.

Sin afiliación partidaria desde que dejó el PSL, el presidente solo declaró su apoyo a cinco candidatos a alcalde en todo Brasil, uno de ellos es el diputado federal y capitán Wagner Sousa Gomes, del PROS, que lidera las encuestas en Fortaleza, capital de Ceará. Sin mencionar el nombre de su apadrinado, el presidente dijo en una transmisión en vivo por sus redes sociales que en Fortaleza apoyaba a un capitán. Wagner, que comenzó su carrera política luego de liderar una huelga ilegal de policías en Ceará, evita el rótulo de “alcalde de Bolsonaro” porque 64% de los electores de su ciudad rechazarían a un candidato apoyado por el presidente, de acuerdo con la encuesta publicada por el diario local O Povo.

La tentativa de la izquierda de lanzarse a conquistar un segmento tan identificado con el bolsonarismo se ha debilitado año tras año. De acuerdo con un estudio realizado por el Foro Brasileño de Seguridad Pública para su anuario, el 87,7% de estos candidatos a concejal y alcalde se identifica con partidos de derecha o centroderecha, y solo 12,4% con partidos de izquierda o centroizquierda. En 2016, la proporción era de 80,4% contra 19,7% y, en 2012, de 74,4% contra 25,6%. Las informaciones fueron obtenidas cruzando datos de la agencia tributaria, del Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE) y del TSE.

Desde el punto de vista de quien milita políticamente en el área de seguridad, este aumento de candidaturas de derecha ocurrió porque la izquierda no supo aproximarse a policías y militares. “La derecha se favorece porque la izquierda siempre vio al policía como una especie de enemigo, no como un aliado, un trabajador”, dice el comisario Orlando Zaccone, uno de los coordinadores nacionales del Movimiento de Policías Antifascismo.

Candidato a concejal por el Partido Socialismo y Libertad (PSOL) en Recife, el agente de policía Áureo Cisneros dice que el gran desafío es demostrar el que el policía es un “garante de derechos y vidas”. “Nosotros no somos exterminadores de vidas, no somos el brazo armado del Estado”, dice. Otro que sigue la misma línea es el policía militar retirado Martel Del Colle, que disputa un escaño en la Cámara Municipal de Curitiba, estado de Paraná, por el PDT. “Queremos formar el bloque ‘antibala’, preservando los derechos humanos en vez de invertir en la violencia”, dice.

Para Fleischer, la tendencia es que 2020 sea un año marcado por el avance de los representantes de la seguridad en las cámaras municipales. “Es un momento en el que las personas aprovechan la angustia del electorado para explotar el mediático tema de la seguridad pública”. El politólogo resalta además que las disputas en las dos mayores ciudades del país, Río y São Paulo, pueden servir de ejemplo para las demás. En la capital paulista no hay un candidato del área de la seguridad, pero al menos dos tienen discursos semejantes a los de los policías: Celso Russomanno (Republicanos) y Márcio França (PSB). Mientras que en Río, tercera en las encuestas, la exjefa de la Policía Civil Martha Rocha (PDT) es vista como una de las candidatas capaces de romper la polarización entre el actual alcalde, Marcelo Crivella (Republicanos), y su antecesor, Eduardo Paes (DEM).

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