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Libia abre una vía al alto el fuego duradero con la apertura de infraestructuras clave

Las partes enfrentadas en el país acuerdan reabrir el transporte aéreo y por carretera

Francisco Peregil
Stephanie Williams, representante de la ONU en Libia, durante la conferencia de prensa celebrada en Ginebra este miércoles, donde anunció los acuerdos alcanzados por las partes rivales libias.
Stephanie Williams, representante de la ONU en Libia, durante la conferencia de prensa celebrada en Ginebra este miércoles, donde anunció los acuerdos alcanzados por las partes rivales libias.MARTIAL TREZZINI (EFE)

Por fin, una buena noticia sobre Libia. Representantes militares de las dos partes enfrentadas han acordado durante una reunión de 48 horas en la ciudad suiza de Ginebra abrir las rutas aéreas y terrestres. El viernes pasado ya se produjo un buen signo premonitorio cuando se reanudaron los vuelos entre Trípoli, la capital situada en el oeste, y Bengasi, principal ciudad del este.

La conexión aérea llevaba 18 meses suspendida, desde que el mariscal Jalifa Hafter, de 76 años, hombre fuerte del este, intentó conquistar Trípoli en abril de 2019. Hafter se vio obligado a retirarse en junio, tras 14 meses de asedio infructuoso. Desde entonces, apenas ha habido enfrentamientos. Pero las espadas siguieron en alto. Y así permanecen. Cada facción con sus drones, sus baterías antiaéreas y sus mercenarios listos para actuar.

En Trípoli se encuentra el Gobierno de Acuerdo Nacional (GAN), único reconocido por la comunidad internacional, y la sede de la National Oil Company (NOC), única autorizada a exportar el petróleo, que genera el 95% de los ingresos fiscales. Trípoli solo cuenta con el apoyo militar de Turquía. Por su parte, a Bengasi, cuyo representante más visible es el mariscal Hafter, lo apoyan Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Rusia y en ocasiones puntuales Francia.

La ONU, que tantos reveses se ha llevado en Libia desde que intentó forjar la paz entre las partes en 2015, sigue siendo la gran impulsora de las negociaciones de paz. Su representante especial ante Libia, Stephanie Williams, anunció este miércoles en Ginebra que la llamada Comisión Militar Conjunta 5+5, que integra a cinco miembros por cada parte libia, acordó abrir todas las carreteras que conectan las ciudades y regiones.

La apertura será especialmente importante para el sur del país, una zona “tradicionalmente marginada y privada de servicios básicos, como entrega de carburantes y dinero en efectivo”, según Williams. También será muy beneficiosa la llegada de vuelos hacia Seba, la capital administrativa del sur.

Estos acuerdos vienen gestándose desde que la ONU y la canciller alemana, Angela Merkel, impulsaron en enero la Conferencia de Berlín, donde se dieron cita los principales jefes de Estado con influencia sobre Libia para impulsar la paz. Allí nació la idea de estructurar las negociaciones en tres campos: el económico, el político y el de seguridad. Este último sería emprendido por la llamada Comisión Militar Conjunta 5+5, que se ha reunido desde febrero hasta en cuatro ocasiones en Ginebra. Han sido necesarios ocho largos meses para que las conversaciones den sus primeros frutos. La representante de la ONU se mostró este miércoles optimista sobre una posible firma de alto el fuego permanente.

Otro de los acuerdos alcanzados por la Comisión Militar Conjunta es el de impulsar una reestructuración de la guardia encargada de custodiar las instalaciones de petróleo. El país llegó a producir 1,8 millones de petróleo durante la dictadura de Muamar el Gadafi. En el último año, a pesar de los enfrentamientos, exportaba 1,2 millones. Pero el mariscal Hafter decidió bloquear esta industria desde el 17 de enero de este año y solo accedió a levantar parcialmente el bloqueo a partir del 18 de septiembre. Ahora mismo, la industria intenta recuperar su ritmo que durante los ocho meses de bloqueo solo alcanzó los 100.000 barriles diarios.

Los seis millones de habitantes de Libia vienen sufriendo desde hace varios años no solo los problemas inherentes a cualquier guerra, sino los de la corrupción, la inseguridad ciudadana y los cortes de luz y de agua. Durante los últimos meses ha habido protestas de ciudadanos tanto en el oeste como en el este del país. En su mayoría, fueron duramente reprimidas.

El analista Jalel Harchaoui, investigador en el Clingendael Institute de La Haya, cree que para alcanzar los acuerdos de este miércoles ha sido clave el diálogo entre Turquía y Rusia, “dos países que no son amigos pero tienen muy claro lo que quieren”. No obstante, Harchaoui se muestra más “circunspecto” que “optimista”. “El hecho de que llevemos cinco meses sin enfrentamientos directos no significa gran cosa", indica. "Las fuerzas siguen moviéndose sobre el terreno. Los turcos afianzan su presencia militar. Y los mercenarios rusos controlan varios campos de petróleo, cosa que no ocurría hace seis meses”.

El objetivo de la ONU, según Harchaoui, será formar un verdadero Gobierno de unidad nacional que integre a las dos partes. “Habrá seguramente un ministro del Interior proturco en Trípoli. Y un viceministro, o figura semejante, antiturco en Bengasi. ¿Será eso posible? ¿Habrá un político fuerte en Trípoli que no pueda poner el pie en Bengasi y otro en Bengasi que no pueda pisar la capital? No lo sé. Tampoco hay que olvidar que hay divisiones y conflictos en el interior de cada facción”.

Por su parte, Michaël Tanchum, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Navarra, señala: “Hay que tener en cuenta las protestas ciudadanas en las dos partes. Ninguna solución funcionará sin que haya un Gobierno de unidad más responsable respecto a las necesidades cotidianas de los libios”.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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